'Bros' recuerda a la comedia romántica algo esencial que había olvidado

Aaron (Luke Macfarlane) y Bobby (Billy Eichner) en 'Bros: más que amigos', co-escrita, producida y dirigida por Nicholas Stoller. Photo Credit: Universal Pictures
Aaron (Luke Macfarlane) y Bobby (Billy Eichner) en 'Bros: más que amigos', co-escrita, producida y dirigida por Nicholas Stoller. Photo Credit: Universal Pictures

Bros: más que amigos ya está en cines de España después de coronarse como una de las comedias románticas que más han complacido a los críticos en los últimos años, pero que peor lo han pasado en la taquilla estadounidense. Un resultado injusto para una película que logra marcar la diferencia en un género tan trillado y reciclado y que, en mi opinión, podría tener algo que ver con el eslogan comercial que le acompaña: “la primera comedia romántica gay de un gran estudio”.

Porque entre la lacra de la homofobia, la falta de estrellas conocidas y la competencia que tuvo en la cartelera de su país (con la exitosa Smile arrasando en cines, mientras Blonde y El retorno de las brujas 2 dominaban el interés online), Bros se quedó lejos de siquiera recuperar lo invertido (recaudó $11.6 millones sobre los $22 de su presupuesto). Sin embargo, creo que centrar la promoción por la vía de la representación y no por su gran baza como comedia podría haberle jugado en contra porque, al final, el público no sabe que esta película es mucho más que un intento de expandir la representación del colectivo LGTBIQ+.

Por eso, ahora que está disponible en nuestra cartelera, es hora de darle la oportunidad que merece. Porque el público debería saber que, a pesar de que el eslogan no se equivoca y Bros: más que amigos sí es una película representativa para el colectivo LGTBIQ+, también tiene algo esencial que el género hace tiempo había olvidado.

Nicholas Stoller (Paso de ti, Todo sobre mi desmadre, Malditos vecinos), ese director acostumbrado a la comedia romántica heterosexual y el bromance típico de Hollywood, dirije, coescribe y produce esta versión refrescante dentro de un género tan reciclado. Coproducida junto a su colaborador habitual Judd Apatow y coescrita con su protagonista, Billy Eichner, Bros no es una comedia romántica al uso, ni trata de personajes saliendo del armario, ni luchando con su sexualidad ni declarándose al mundo. Aquí cada cual es cómo es, empoderados en su identificación, la representación del colectivo está presente pero sin ser una excusa para darles su lugar, sino hacer de una historia de amor la prueba de la igualdad en todos los sentidos.

Bobby (Billy Eichner) y Aaron (Luke Macfarlane) en 'Bros: más que amigos', co-escrita, producida y dirigida por Nicholas Stoller. Photo Credit: Nicole Rivelli/Universal Pictures
Bobby (Billy Eichner) y Aaron (Luke Macfarlane) en 'Bros: más que amigos', co-escrita, producida y dirigida por Nicholas Stoller. Photo Credit: Nicole Rivelli/Universal Pictures

La historia es simple: chico conoce chico. Dos personajes completamente opuestos, con sus propias manías y fobias al compromiso, que poco a poco van uniendo sus universos hasta colisionar por completo. Hasta aquí se podría decir que no aporta nada nuevo al género más allá de tratarse de personajes hoomosexuales y un entorno que construye una plataforma para la comunidad en general: desde personales transgénero, bisexuales, no binarios y otras identificaciones no normativas. Eichner interpreta a Bobby Leiber, el presentador de un podcast neoyorquino cuya pasión es sacar adelante un museo LGBTQ+. Bobby se regodea en su soltería e independencia, habiendo creado una plataforma donde no se permite salir herido a base de ironía y sarcasmo. Sin embargo, toda esa construcción protectora se tambalea cuando conoce a Aaron (Luke Macfarlane), un hombre de negocios frustrado que también tiene sus propios mecanismos de protección. Sin embargo, los dos tienen mucho que aprender del otro si dejan bajar la guardia.

En este punto del artículo llega el momento de hacer una confesión: me cuesta horrores encontrar la gracia espontánea en las comedias románticas. Literalmente raras veces me hacen reír. Me pueden sacar una sonrisa, una mueca, un gesto pero ahí se queda la cosa, olvidándolas casi al segundo de terminar el visionado. Puede ser resultado del escepticismo que llega con la experiencia -porque no me pasaba en la adolescencia-, o de la cantidad de comedias románticas vistas a lo largo de mi vida o de haber vivido una etapa tan efectiva para el género como fueron los 90. Pero me inclino a echarle la culpa a los clichés, la previsibilidad de sus historias y esos personajes adornados de perfección superficial que casi nunca logran representarnos y que tantas veces vimos. Desde las rom coms de Julia Roberts a las de Sandra Bullock, Hugh Grant, las que Netflix saca como churros, etc. Creo que la última vez que reí en una sala de cine sin contener una carcajada fue con Algo pasa con Mary. Con eso les digo todo. Tampoco es que sea una aburrida, me sigo riendo en casa cuando veo Friends, repito visionado de ¡Aterriza como puedas! o hace poco que volví a ver Un par de seductores (la de Steve Martin y Michael Caine). Sin embargo, con Bros: más que amigos viví algo inesperado.

Tuve la oportunidad de verla hace unas semanas en un pase de prensa durante el Festival de Cine de Londres, donde normalmente se vive una experiencia diferente a las proyecciones con público. Como estamos trabajando y analizando lo que estamos viendo, suelen ser proyecciones silenciosas, nadie come y el escepticismo se respira en el ambiente. En este caso la sala estaba a reventar de periodistas y, para mi sorpresa, las risas retumbaron en todo el recinto. Es decir, Bros: más que amigos consiguió algo que no había vivido nunca con una comedia en casi dos décadas como profesional: que la prensa se dejara llevar y riera cada una de sus bromas. Que son muchas. Yo incluida.

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Y es que Bros: más que amigos es una película consciente de su agenda, de su intento de emular la comedia romántica más normativa dentro del colectivo LGBTQ+. Y lo usa en su beneficio con un Bobby que, sin romper la cuarta pared, imagina en voz alta cómo sería una comedia romántica gay. Esto permite crear un escenario donde hasta lo menos plausible resulta creíble dentro del universo de estos personajes. La premisa de base es la misma que la gran mayoría de rom coms pero Bros marca la diferencia a través de bromas punzantes, referencias culturales y siendo honesta a la hora de reirse de sí misma, de los cliches de la homosexualidad y la heterosexualidad.

Con un personaje como Billy Eichner liderando la batuta, sacando todo su talento como showman nato, Bros es una comedia fresca y moderna que recurre a lo mismo de siempre para contarnos algo diferente. Y así consigue devolver al género algo esencial que había olvidado: que se puede innovar, que se pueden contar historias que nos enamoren, emocionen y nos hagan reír a carcajadas sin abusar de los clichés pero haciendo humor con ganas y sin miedo a dar el salto hacia algo diferente.

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