Yahoo Estilo C. Tangana vuelve a la Argentina: tras agotar las entradas en una hora, se abrió la venta para una segunda función
C. Tangana viene pisando fuerte: el español se convirtió en uno de los músicos más aclamados de los últimos años con su disco El madrileño. El coautor de varias de las canciones de El mal querer, el disco que llevó a la fama a Rosalía, ahora tiene nombre propio y está por sumergirse en su más importante gira internacional. Después de cancelar su participación en Lollapalooza 2022, se presentará el 22 de noviembre en el Movistar Arena en el marco de su gira Sin cantar ni afinar Tour. Y por entradas agotadas en una hora, agregó la segunda función, el 23, en el mismo estadio porteño.
Tras el gran éxito de su último disco que lo consagró como el artista del momento, quien junto con otros exponentes de su generación está redefiniendo la música en español, llega la gira. Las entradas se pusieron a la venta el mediodía de este viernes, a través de la página del Movistar Arena. Una hora después ya estaba a la venta el show del día siguiente.
Con la gira latinoamericana Sin Cantar Ni Afinar, C. Tangana salda una asignatura pendiente con el público latinoamericano, acercándoles al fin el espectáculo diseñado para grandes audiencias que viene impactando tanto a sus fans españoles como a la crítica, y que lo ha catalogado como un show que vino a redefinir la experiencia de la música en vivo. Además de Buenos Aires, el tour pasará por Bogotá, Monterrey, Guadalajara y Ciudad de México.
En febrero de 2021, el español lanzó oficialmente El Madrileño, trabajo discográfico que superó las 5 millones de reproducciones en Spotify en menos de 24 horas. C. Tangana invitó a participar en el disco a Jorge Drexler, Andrés Calamaro, el mexicano Ed Maverick, el español Kiko Veneno, la banda francoespañola Gipsy Kings y el reconocido guitarrista y vocalista Elíades Ochoa, antiguo integrante de la agrupación cubana Buena Vista Social Club, entre otros artistas. Este año el español ganó dos Latin Grammy a la Mejor canción alternativa por “Nominao” y a la Mejor canción pop/rock por “Hong Kong”, temas en colaboración con Jorge Drexler y Andrés Calamaro, respectivamente.
Sobre El Madrileño
Astuto para leer e interpretar su época, Antón Álvarez Alfaro pensó El Madrileño como una generosa colección de singles cuyo hilo conductor -dice el crítico de LA NACION- es la diversidad y el cruce de géneros, en un momento en el que la música latina se ha consolidado como un insumo fundamental para la industria. La voracidad que exhibe en este álbum es asombrosa. También su capacidad para combinar tradiciones diferentes sin que el resultado luzca necesariamente como un pastiche y para jugar con la ambigüedad: habla el slang de la calle pero sorprende con alguna cita académica; se muestra en Operación Triunfo pero no pierde oportunidad de exhibir su gusto sofisticado y su voluntad de investigación sonora.
El track más concluyente en términos de despliegue de información y decisión para apostar por el híbrido es, sin dudas, “Muriendo de envidia”, que muta de rumba a trap electrónico y concluye con una mueca salsera, con un maestro del son cubano -el veterano Elíades Ochoa, estrella de Buena Vista Social Club y líder del Cuarteto Patria- como invitado y una cita explícita a “Lola”, la hermosa canción que Antonio González “El Pescaílla” le dedicó a su mujer, Lola Flores.
Para el final, El Madrileño se reserva las participaciones de dos colegas cuyo peso específico Tangana asume sin impedimentos, entregándoles el timón para que se luzcan en los terrenos que mejor dominan: Kiko Veneno, que en 2019 reafirmó su vigencia con un muy buen disco titulado Sombrero roto, hace gala de su ligereza y su gracia habituales en “Los tontos”, una rumba pop con aires brasileños que le calza a la perfección, y Andrés Calamaro coloniza “Hong Kong” con una impronta rockera old school y una autorreferencia desprejuiciada que nos devuelve el célebre cohete en el pantalón de “Mil Horas”, el clásico invencible de Los Abuelos de la Nada.
C Tangana pensó su disco como una declaración de principios rabiosamente contemporánea que lo planta bien firme en el pelotón de reyes de la música latina, un terreno en el que avanza impulsado por la ambición de ponerse a la altura del alcance popular de J Balvin, Bad Bunny y Ozuna, entre otros.
