Caifanes y Café Tacvba unieron fuerzas en el Hollywood Bowl para despertar la nostalgia rockera

Las enormes filas de automóviles que pugnaban por entrar al estacionamiento del recinto, con cupos que se habían vendido por completo de manera adelantada, no indicaban aparentemente que lo que se iba a desarrollar en el lugar era un concierto conformado por dos bandas cuya época de gloria se produjo hace más de tres décadas.

Ni tampoco llevaban a imaginar que estas son bandas que se presentan por aquí no solo de manera frecuente, sino que estuvieron hace poco juntas en un festival desarrollado en nuestra ciudad (el Bésame Mucho del mes de noviembre) y que volverán a hacerlo en la edición 2024 del mismo evento, como se anunció hace unas cuantas horas.

Lo que sí es cierto es que esta es la primera gira conjunta realizada por Caifanes y Café Tacvba y, por lo tanto, la primera vez que actúan de este modo en el Hollywood Bowl, el celebrado auditorio al aire libre al que nos referimos desde el inicio de nuestra nota. Esta es la tercera fecha de un tour que ha llegado ya a Washington y a Nevada, y que tendrá 16 presentaciones adicionales.

Aunque las comparaciones son odiosas, lo que más sorprende en ese sentido es que Caifanes siga convocando a multitudes tan devotas sin tener un álbum nuevo en el mercado desde 1994 y pese a haber sufrido cambios de formación que han afectado sin duda su desempeño musical. Bajo estas condiciones, se hace cada vez más claro que lo que le importa realmente a los fans es tener al frente a Saúl Hernández (el vocalista y compositor principal del combo) y escuchar canciones que son desde hace tiempo clásicos absolutos del rock en español.

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Frente a los cerros

En honor a su veteranía (se fundó en 1986, tres años antes que Café Tacvba), Caifanes ocupó el lugar estelar de la velada y tuvo un set más largo que el de sus colegas, lo que tuvo también sentido en vista de que su acto era evidentemente el más esperado por parte de una audiencia que lucía mayormente canas, pero en la que se veían igualmente rostros juveniles, muchas veces al lado de personas mayores que habían pagado probablemente sus boletos.

Como el grupo de Hernández no ha lanzado precisamente una gran cantidad de material nuevo desde la reunión del 2011, nadie esperaba que hubiera sorpresas en el set de la noche. Este concluyó con la presentación de “La negra Tomasa”, la célebre cumbia que adquiere súbitamente aires de bolero eléctrico y que se inició como un ‘cover’ de una composición cubana de los ‘30. Y no se tocó ni siquiera “Inés”, el estupendo tema estrenado en noviembre del 2023, ni ninguna de las otras dos piezas recientes, “Heridos” (del 2019) y “Sólo eres tú” (del 2022).

Lo más inusual en el repertorio fue probablemente la interpretación de “Dime jaguar”, una pieza fundamental de Jaguares, el grupo que Hernández lideró tras la primera separación de Caifanes, y que se sumó a “Detrás de los cerros”, otra canción de la misma época que se ha estado escuchando en las presentaciones de los últimos meses.

En todo caso, la inclusión de “Dime jaguar” fue un aporte provechoso para la exhibición de ese sonido propio del hard rock que Hernández y sus colaboradores saben fabricar tan bien, y que aunque no estuvo siempre presente en la historia de Caifanes, se plasmó sin duda en la etapa final de su carrera.

Por ese lado, en el Bowl, “Aviéntame” y “Afuera” adquirieron dimensiones épicas que facilitaron la inclusión generosa de solos de guitarra no solo por parte de Rodrigo Baills, el guitarrista que lleva ya diez años con la banda y que está haciendo cada vez mejor las cosas, sino también desde la esquina de Hernández , quien no es precisamente un prodigio en esta área, pero que posee las credenciales rockeras necesarias como para sacar adelante cualquier trance de improvisación.

Sin dejar el post-punk

Tampoco faltaron, por supuesto, los temas pertenecientes a la etapa más ‘wave’ de Caifanes, como “Para que no digas que no pienso en ti”, “Viento”, “Cuéntame tu vida” y “Mátenme porque me muero”. Son todos buenos, ciertamente; además, el segundo se prestó para la intervención del ‘tacvbo’ Emmanuel del Real en la vihuela, mientras que los dos últimos le dieron oportunidad de lucimiento a Marco Rentería, el estupendo bajista que ocupa ahora el puesto del legendario Sabo Romo, pero que participó antes en Jaguares.

Sin embargo, hubiéramos cambiado con gusto uno de esos cortes (probablemente el tercero) por “Dioses ocultos”, nuestra creación favorita de la agrupación mexicana, que brilló por su ausencia, como lo hizo también “La célula que explota”, una balada ranchera que es absolutamente emblemática pero que, a estas alturas, no sentimos la necesidad imperiosa de escuchar (ya que es como el “Stairway to Heaven” del rock en español).

Luego de todos los problemas que ha tenido con su garganta, la gran incógnita antes de cada presentación de Caifanes es el modo en que se comportará la voz de Hernández. En el Bowl, ésta se mostró en un estado sumamente decoroso si la comparamos con lo que ha sucedido en otras ocasiones, aunque no alcanzó nunca el nivel superlativo -y absolutamente inesperado- del que gozamos en el Bésame Mucho de hace solo seis meses.

Con novedades

Horas antes, mientras el público entraba todavía al local, se inició la presentación de Café Tacvba, una agrupación que, por su lado, se ha mantenido mucho más activa en el plano discográfico que Caifanes. Su placa más reciente, “Jei Beibi”, se publicó en el 2017, y hace solo tres semanas, se produjo el estreno de un nuevo sencillo, titulado “La Bas(e)”.

Esto permitió que la agrupación presentara tanto un tema de ese disco, “Futuro”, dueña de una base tribal particularmente atractiva, como la nueva pieza, que ha sido recibida con menos entusiasmo debido a su carácter casi infantil, pero que se encuentra al menos del lado correcto debido al apoyo abierto que le brinda a los inmigrantes sacrificados a través de su letra.

Todo parece indicar que el show que los ‘tacvbos’ efectuaron dentro del mismo Bowl en julio del año pasado al lado de la Filarmónica de Los Ángeles (mejor conocida como LA Phil) ha quedado fuertemente marcado en sus mentes, porque, en esta ocasión, emplearon varias veces las pantallas gigantes disponíbles para mostrar imágenes extraídas de aquella sesión, con la finalidad de interpretar algunas de sus creaciones bajo el manto orquestal que no se encontraba presente.

Fue una decisión un tanto extraña que, de todos modos, no le cayó mal a sus seguidores, muchos de los cuales optaron por ponerse de pie para bailar al amparo de temas que son también indispensables en la historia del género guitarrero interpretado en nuestra lengua, como “Las flores” (donde contaron con la participación de Diego Herrera, el tecladista de Caifanes), “La chica banda” (tocada con el baterista Alfonso André, también de Caifanes) y “El baile y el salón”.

De vuelta al ruedo

Pero la sorpresa más grande llegó al final, cuando se animaron a interpretar por primera vez desde hace cinco años la emblemática y enérgica “La ingrata”, que decidieron retirar en ese momento de su repertorio debido a las supuestas connotaciones machistas que tenía.

Claro que, para hacerlo, las pantallas mostraron un texto que decía “Ingrato”, indicando aparentemente un cambio improvisado de título; y el vocalista Ruben Albarrán evitó convenientemente cantar la parte en la que decía “por eso ahora, tendré que obsequiarte, un par de balazos, pa’ que te duela”, dejándola a cambio en las gargantas de la audiencia.

Aunque la decisión de retirar de los shows una composición tan memorable como esta fue duramente criticada por muchos de sus seguidores, el acto tuvo sentido dentro de la línea de pensamiento de un artista que, como se pudo ver en el Bowl, rechaza no solo por completo cualquier tipo de discrimacion sexual, sino que se atrevió incluso a lucir en cierto momento un vestido largo con diseños floridos.

Por ese lado, y fuera de sus evidentes diferencias musicales, Albarrán y Hernández comparten más de un punto en común, porque, posteriormente, durante la interpretación del tema “Miedo”, Caifanes llenó las pantallas con imágenes de parejas de todo tipo, de todas las razas y de todas las orientaciones sexuales. Y esa es una propuesta que resulta siempre digna de ser resaltada, se pertenezca a la generación que se pertenezca.

Por diferentes razones, relacionadas sin duda a la difusión que se le hizo en estos lares desde la tribuna de académicos que lo adoraban, Café Tacvba es probablemente el grupo de rock en español más reconocible por los estadounidenses. Aunque sus intentos por fusionar estilos aparentemente irreconciliables han dado como resultado combinaciones ciertamente llamativas (tienen influencias de la música disco, del huapango, del pop alternativo, del hip hop y del ska, entre otras), la tendencia que tiene para buscar lo pegajoso se ha plasmado a veces en composiciones que, al menos para nosotros, no resultan del todo placenteras.

Sea como sea, estamos hablando de un conjunto que mantiene a todos sus integrantes originales, igualmente diestros en el manejo de sus instrumentos, y que posee la ventaja de contar con Albarrán, un ‘frontman’ de voz inconfundible que, además de sus osadas decisiones estéticas, sigue mostrándose profundamente activo sobre el escenario.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.