Cambios en la radio: Jorge Fernández Díaz conducirá los sábados de Mitre y abandona su ciclo diario
Jorge Fernández Díaz lo pensó bien, durante al menos tres años, y anunciará en las próximas horas un cambio muy significativo en su vida y en su carrera. Será a fin de año, cuando deje la versión diaria de su tradicional ciclo de Radio Mitre y comience con un nuevo desafío: hará una versión semanal, los sábados de 10 a 13, en el espacio que ocupó ni más ni menos que Magdalena Ruiz Guiñazú. La razón nada tiene que ver con el éxito que ubicó al programa Pensándolo bien en lo más alto del rating radial (lleva nueve años de liderazgo en las noches) sino con un proyecto “vocacional” como él mismo lo llama: se dedicará a la literatura, aunque sin dejar su columna dominical en LA NACION, que trabaja cada semana como si fuera un ensayo y que le ha demandado “volver a estudiar y de manera intensa”, según afirma.
- Imagino que la decisión le costó. Dejar la versión diaria de Pensándolo bien en el momento de un primer puesto indiscutido y tomar la opción de los sábados de 10 a 13…
-Mirá, lo medité muy seriamente. Voy a cumplir en diciembre diez años en Radio Mitre y la siento como mi casa. Jorge Porta y Guido Valeri han sido allí mis guías y mentores, y les debo a ellos todo lo que hice y también la comprensión en esta hora: saben que la escritura es una vocación voraz y que en algún momento eso iba se iba a volver incompatible con el periodismo del día a día, que practico desde hace 42 años. Cuando les comuniqué mi decisión, tuvieron la enorme generosidad de ofrecerme un lugar mítico, como es la segunda mañana de los sábados, que conducía la querida Magdalena Ruiz Guiñazú. Que, dicho de paso, me escuchaba todas las noches y me escribía mensajes muy lindos e interesantes. La quise mucho a Magda, incluso antes de conocerla y tener el privilegio de trabajar con ella. Y la extraño. Pero bueno, ahora me han dado la responsabilidad de ocupar ese espacio que dejó y de ampliar el programa una hora más. Intentaré no defraudarlos.
- ¿También deja su columna de las 9 de la mañana en el programa “Alguien tiene que decirlo”?
-Sí, ya se lo comuniqué también a Eduardo Feinmann, que ha sido un gran compañero y está haciendo un trabajo impresionante. Pero yo soy obsesivo y esa columna radial me mantiene atado día y noche a la información más tóxica, al monotema de la política argentina, y eso no te deja pensar fuera de la caja ni estudiar ni escribir ni reflexionar sobre otros temas mucho más interesantes que hay en la vida. Además, me obliga a levantarme muy temprano y, como soy inseguro, a escribir lo que voy a decir y a acostarme muy tarde para estar informado hasta el último minuto de lo que pasa. No quiero que la “actualidad caliente” domine mi vida entera, me abduzca y me seque.
- Una vez por semana es otra cosa…
-Exacto. Encaja mejor con este momento de mi vida. Fue una buena oferta. No es que dejo la radio del día a día y de la noche porque me voy a dedicar a descansar, a vivir la vida y cosas así. Dejo porque quiero seguir leyendo y escribiendo, y esa es una tarea vasta, absorbente, incesante. Y también porque ya no podía hacer con solvencia la radio y los libros. Esa es la verdad. Además, soy parte de Academia Argentina de Letras, y no llego a las sesiones por el horario y quiero ir. Me encanta ir y trabajar con mis compañeros en ese templo de la literatura. Hay un momento en que las dos vocaciones se van uniendo, pero también hay un momento en que una puede matar a la otra. Mis libros me han rescatado de la realidad, son un refugio contra la toxicidad del mundo exterior, y tengo la inmensa suerte de tener cientos de miles de lectores literarios aquí y en España. Tengo muchas historias, para los libros y para películas, y eso me apasiona profundamente. Si no lo hago ahora, ¿cuándo? Tengo 62 años…
- Usted encontró a lo largo de estos años su propio lugar en el sistema mediático, que es el de la interpretación de la noticia. Algo que no todos pueden hacer…
-Prefiero la interpretación, sí. Hay otros periodistas, y muy buenos, para la noticia desnuda y para la información puntual. Yo prefiero tomar un poco de aire de lo que pasó y vincularlo con mi biblioteca o con mi mochila de experiencias, y en radio siempre privilegio la conversación a la discusión. Me gusta el concepto de tertulia donde uno se va enganchando con el otro y va enriqueciendo al otro y le va metiendo sus propios aportes. La radio nocturna es, en ese sentido, un fenómeno extraordinario. Te permite estos lujos. En tiempos modernos, por la velocidad del día, la conversación tiende a apagarse.
- ¿Tiene una fórmula en particular para su obra periodística?
- Sí. Me tomo todo con mucho compromiso. Teniendo siempre en cuenta que debo agregar valor. Para mí la columna semanal de LA NACION forma parte de mi obra literaria, es un ensayo al que le dedico un trabajo desmesurado. Quiero conectar la biblioteca con la calle y buscar analogías para iluminar lo que creo que pasa. Y para eso, tengo que leer y leer, y seguir leyendo.
- ¿Pensándolo bien diario va a continuar?
-Sí, va a continuar, solo que ahora tendrá 6 días al aire. Seis programas, si contamos esta nueva versión de sábado que voy a conducir. Porque sigue de lunes a viernes de 21 a 23 con el mismo equipo, que es muy particular, donde está Adriana “La Negra” Verón, junto con tres escritores: Miguel Wiñazki, Marcelo Birmajer y Gonzalo Garcés. Nunca imaginé que una mesa de escritores iba a funcionar tan bien ni que nos haríamos amigos. Creí que íbamos a hundir el rating y un día nos iban a dar una patada en el trasero. Pero no pasó ni una cosa ni la otra. Es un equipo que vale oro. Y ahí estará cada noche, como siempre, pero conducido por Gonzalo Sánchez, que ya fue parte del programa y es una persona muy querida por nuestros oyentes.
- Muchos priorizan televisión diaria ante la radio...
-Me propusieron, pero no es para mí. Sé que da mucho dinero, pero mi ambición pasa por otro lado. Y soy muy ambicioso. Quiero escribir algo bueno y luego volver a intentarlo. Quiero tocar la campana. Vamos a ver si me da el talento y la vida para algo que con lo que ya soñaba a los 12 años. Logré, estando en la trinchera, escribir 15 libros, pero yo quería ser como Julio Verne: ir por los 70 (risas). Quiero decirte que tampoco renuncio a ser un “escritor de periódicos”, como dicen los españoles. Porque los diarios me dieron la gran oportunidad de experimentar con la literatura -novela policial en La Razón y cuentos de amor, aguafuertes sentimentales, relatos épicos, perfiles cinematográficos, narraciones históricas y ensayo político en La Nación- y eso me encanta y lo hago con la misma dedicación que pongo para una novela. Pero para todo esto necesito más tiempo, estudio, sosiego, meditación.
- ¿Cómo está hoy la radio AM? Hay quienes le daban corta vida…
-Para nada, la AM ha refutado esa profecía, lo mismo que los diarios, aunque tuvieron que recrearse a sí mismos. Nada desaparece, todo se combina y reformula. Así pasó en su momento con la televisión y con el cine. Iban a desaparecer, pero siguen vivos y de otra manera. La radio encaja perfectamente en la era del multitasking, donde todos quieren estar haciendo al menos dos cosas al mismo tiempo. A mí me escuchan mientras vuelven en el auto a casa, mientras hacen gimnasia, mientras cocinan, mientras cenan. Ese río permanente que nos acompaña, esa compañía es irremplazable, ¿no?
- ¿Qué espera para el país en un año de elecciones?
Espero que sean elecciones limpias, que cambie el rumbo y que dejemos de caer. Sospecho que estamos ante un punto de inflexión, pero hay muchas fuerzas invisibles para que nada cambie en la Argentina. Hay muchos poderes aclimatados a esta dramática mediocridad.