Cancelaciones, despidos y acusaciones de antisemitismo: la guerra entre Israel y Gaza abre una grieta en Hollywood
LOS ANGELES.- Kanye West presentó esta semana un nuevo tema en una aparición sorpresa en un club nocturno de Dubái. El popular rapero, señalado desde hace tiempo por antisemitismo, puso kilómetros de distancia con la polémica para estrenar la canción, titulada “Vultures” (buitres). Su reaparición al otro lado del mundo es un síntoma más de su caída en desgracia en el epicentro de la industria del entretenimiento. La estrella del hip hop alabó exactamente hace un año a Hitler en una entrevista que le hizo Alex Jones, un ídolo de la ultraderecha norteamericana. La nueva canción muestra que no ha pasado página: “Cómo voy a ser antisemita si acabo de tener sexo con una judía”, rapea.
La guerra entre Israel y Gaza ha impactado también en el mundo artístico, especialmente en Hollywood. Las acusaciones de antisemitismo se han sucedido en la capital estadounidense del entretenimiento desde el 7 de octubre y algunas celebridades ya se están viendo afectadas. Susan Sarandon, una actriz de izquierdas que nunca se ha mordido la lengua opinando de política, se quedó sin agencia después de que United Talent Agency, que la representaba desde 2014, juzgara que había hecho comentarios contra los judíos en un mitin en Nueva York para exigir un alto el fuego.
La protagonista de Thelma & Louise y estrella de la reciente Blue Beetle afirmó que muchos judíos sentían temor de vivir estos tiempos en los Estados Unidos. “Están probando lo que es ser musulmán en este país”, aseguró la actriz. Muchos consideraron que Sarandon justificaba con esta frase los episodios de antisemitismo que se han vivido en las últimas semanas. Este sábado, la actriz atribuyó su frase a un “terrible error”. “La frase implicaba que los judíos no sabían que hasta hace poco los judíos no sabían que era ser perseguidos, cuando la verdad es todo lo contrario”, escribió en un comunicado.
El historiador Steven Carr observa con preocupación la situación, aunque admite con alivio que los tensos momentos que se viven ahora distan mucho de los días más negros de la caza de brujas de Hollywood. “El Comité de Actividades Antiamericanas de los años 40 y 50 arrastró ante el Congreso a numerosos escritores, directores y estrellas —muchos de ellos judíos— para testificar contra su voluntad e informar sobre amigos y colegas. Aquellas investigaciones derivaron en todo un sistema que destruyó carreras, forzó a algunos a abandonar el país e incluso provocó algunos suicidios. Convertir Hollywood en un objetivo por las creencias personales de los artistas es una característica de un aparato político que persigue”, señala el catedrático de la Universidad de Indiana.
Carr, autor de Hollywood and anti-semitism: A Cultural History Up to World War II (Hollywood y el antisemitismo: una historia cultural hasta la Segunda Guerra Mundial), considera que los recientes episodios han reavivado las acusaciones y el recelo contra la comunidad judía. “Afirmar que los judíos tienen el control de Hollywood ha sido siempre un viejo pretexto para convertirlos en un blanco simplemente por ser quienes son. Este tipo de acusaciones fueron la piedra angular del nazismo que llevó a despojar a los judíos de todos sus derechos hasta que derivó en el exterminio masivo”, señala por correo electrónico el historiador.
Mucho de esto se remonta al origen de Hollywood. La industria fue creada por una generación de judíos que llegaron de Europa. Carl Laemmle, nacido en Alemania, fundó Universal Pictures. El húngaro Adolph Zukor construyó lo que se convirtió en Paramount. Otro hijo de inmigrantes llegados de Hungría, William Fox, puso en marcha Fox Film Corporation. El estudio Warner Brothers fue puesto en marcha por los hijos de Benjamin Warner, un emigrante polaco que había sido, entre otros empleos, zapatero en Baltimore. El más famoso de toda aquella generación fue Louis B. Mayer, el gran patrón de la Metro-Goldwyn-Mayer. Nació en Rusia y adoptó el 4 de julio, día en que se celebra la independencia de Estados Unidos, para celebrar su renacimiento americano.
“Lo sorprendentemente similar entre estos judíos de Hollywood no es su origen común en Europa del Este. Lo que los unía era un pronunciado y absoluto rechazo por su pasado y, asimismo, una absoluta devoción por su nuevo país”, escribe Neal Gabler en An Empire of their Own, una historia de cómo estos hombres pusieron los cimientos de la industria. El autor subraya que el denominador común de los personajes mencionados era su “patrimonio de indigencia”. No tenían nada. El éxito del negocio en la década de los 20 del siglo pasado los convirtió en blanco de olas de antisemitismo promovidas por los evangélicos, que demandaban arrebatar de las manos “del diablo y de 500 judíos” la producción fílmica estadounidense.
Allison Josephs, una comunicadora que lucha por cambiar los estereotipos que hay sobre los judíos en Estados Unidos, cree que la comunidad judía debe seguir las enseñanzas del activismo afroamericano para desarticular los sesgos inconscientes. “Necesitamos educar al mundo sobre las ideas que se proyectan sobre nosotros. Los judíos, sin importar su fe ni el nivel de sus creencias religiosas, amamos la vida, la paz y buscamos justicia”, señala Josephs. Uno de sus proyectos, el Hollywood Bureau, ha sido destacado por publicaciones como Variety por su batalla para derribar los prejuicios.
Josephs, creadora también del blog Jew in the City, destaca cómo el antisemitismo ha aflorado en las redes sociales. “Cuando gente con tantos seguidores como las celebridades de Hollywood salpica acusaciones de que los judíos son asesinos de niños con sed de sangre, esto los pone en situación de peligro porque sus enemigos creen que lo merecen”, afirma.
La comunicadora considera que Hollywood ha dejado claro que ya hay líneas que no se pueden cruzar cuando se trata de minorías o grupos. “Cuando esto sucede hay consecuencias. El dolor de los judíos importa tanto como el de cualquier otro. Las celebridades pueden decir lo que quieran menos incitar a la violencia, pero debería haber consecuencias si dicen algo sexista, racista, homofóbico o antisemita”, añade.
Melissa Barrera, una actriz mexicana de 33 años, ha conocido recientemente esas consecuencias. La artista ha sido despedida de la séptima entrega de la serie de películas Scream después de una serie de publicaciones en Instagram, donde le siguen 1,5 millones de personas. Barrera calificó la campaña de Israel en Gaza de genocidio y limpieza étnica. Spylgass, la productora de las cintas de terror, comunicó el cese argumentando su cero tolerancia al antisemitismo o la incitación al odio de cualquier manera.
La actriz, que debutó en Hollywood con la serie Vida, respondió a su despido condenando todo tipo de expresiones de odio. “Todos en el mundo, sin importar su religión, raza, etnicidad, sexo u orientación sexual o nivel socioeconómico, merecen derechos humanos, dignidad y libertad”, aseguró en un comunicado. “El silencio no es una opción para mí”, puntualizó.
Jonathan Greenblat, uno de los líderes de la Liga Antidifamación judía, criticó abiertamente al Sindicato de Escritores de Hollywood, la organización que lideró la reciente y sonada huelga de guionistas, por no condenar a Hamás después del ataque. “Hollywood apoyó rápidamente al Black Lives Matter, como debía ser, al movimiento Time’s Up y otras muchas causas. No hay excusa para que no condenen a Hamás y exijan la liberación de los rehenes”, dijo Greenblat a Variety hace algunos días. Meredith Stiehm, una de las dirigentes del sindicato de escritores, confesó a finales de octubre a un grupo de guionistas que no hubo un posicionamiento público porque no existía consenso dentro de la organización.
Sarandon y Barrera son los rostros más visibles de lo que se teme sea un nuevo capítulo de la cultura de la cancelación en Estados Unidos. También han perdido sus representantes las autoras Saira Rao y Regina Jackson, activistas en contra del racismo que cargaron en las redes contra el sionismo. Maha Dakhil, la poderosa agente de Tom Cruise, tuvo que apartarse de Creative Artists Agency por sus opiniones políticas y asegurar que en Gaza se estaba cometiendo un genocidio. Ni siquiera la estrella de Misión: Imposible, uno de los hombres más influyentes de la industria, pudo salvar a su representante en los turbulentos tiempos que se viven en Hollywood.