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Ciudad de México, 21 feb (EFE).- "Éramos 200 y estábamos a la de Dios y a la de nosotros”, confiesa este viernes a EFE el venezolano Pedro Pagola sobre su travesía por la selva de Darién para arribar a México y después Estados Unidos, cuya historia es uno de los testimonios que recoge la serie documental ‘Fugitivos’, dirigida por su compatriota José Luis Beneyto. En 2019, Pedro Pagola hizo por primera vez su maleta para emigrar “como cualquier otro” a Ecuador, cuando las manifestaciones en Venezuela contra el gobierno de Nicolás Maduro estaban al rojo vivo debido a la crisis presidencial. “Ahí comenzó mi travesía, aprendí muchas cosas y conocí muchas personas”, relata para encontrarse con sus recuerdos en las puertas del Darién, la frontera natural entre Colombia y Panamá que tan solo el año pasado provocó la muerte de al menos 55 personas que intentaban llegar a Norteamérica, según las autoridades panameñas. ‘Fugitivos’, disponible en el canal de Creatures, nace para narrar estas verdades, argumenta Beneyto en la presentación de esta primera temporada en la capital mexicana. “Porque hay una necesidad del venezolano de contar nuestras historias. Los medios de comunicación y los políticos han sido maleables, se han manejado de acuerdo a sus intereses y sentimos que no se ha contado la verdad”, asegura. Cruzar las aguas y la violenta tierra del Darién Esta verdad también vive en las entrañas de Darién, donde hay muchas rutas para cruzar, aunque Pedro y “el grupo de los 200”, como él le llama a esa familia temporal conformada por jóvenes, niños, adultos mayores y mujeres, entraron en lancha hacia Capurganá (costa del Caribe colombiano). “Subimos las primeras tres lomas, y cuando llegamos entre la división de Colombia y Panamá los guías nos dijeron que era de bajada y ya ahí no tendríamos guías, ahí estábamos a la de Dios”, afirma. Al bajar, continúa, “empiezas a ver la realidad”, escuchas historias de a quienes “han robado, niñas que han violado, mujeres que han abusado y tocado”, y es que, según estimaciones de Médicos Sin Fronteras, en el Tapón del Darién ocurre un acto de violencia sexual cada tres horas y media. Una vida en México Las primeras grandes oleadas migratorias entre México y Venezuela se remontan a 2003, con el paro petrolero, detalla la guionista venezolana Claudia Lepage. “Se paró la industria petrolera y todos los sectores, entonces ese año fue una estampida”, apostilla. Pagola pertenece a una migración más reciente, la que cruza el río Suchiate, que divide Guatemala y México, un país donde actualmente los venezolanos son cerca de una cuarta parte de la migración irregular. “Cuando llegamos ahí (México), es como cuando niño llegas a la escuela por primera vez, quieres saber todo, preguntas y preguntas y nadie te da respuesta”, dice, al recordar a sus hermanas que residen en Estados Unidos, pues fueron ellas las que le explicaron cómo migrar, y ahora “están con el suspenso de que las embarquen”. Ante la revocación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para migrantes de Venezuela, Haití, Cuba y Nicaragua del gobierno de Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald Trump, Pedro reconoce que todo se “está retrasando” y que se está “deportando” a la gente. Sin embargo, admite que “no hay de otra” y que él y algunos otros venezolanos “se quedarán en México hasta que se les dé la oportunidad de hacer su vida”. “Veo más factible quedarme aquí en México que regresar a Venezuela, si se me da la oportunidad de arreglar mis papeles acá la tomaría para poder tener mejor ingreso”, sostiene. En un sentimiento mutuo hacia su país Pedro Pagola y José Luis Beneyto coinciden en el anhelo de volver a casa, una donde “la democracia, la armonía y la paz coexistan”. (c) Agencia EFE