El caso de Ricardo O’Farrill y su red de apoyo: cómo ser un lugar seguro para tu amigo en momentos de crisis

Ilustración: Andrea Paredes | @driu.paredes
Ilustración: Andrea Paredes | @driu.paredes

El país entero lo vio: Ricardo O’Farrill utilizó sus redes sociales para hacer señalamientos contra sus compañeros comediantes en un live en Instagram que duró horas. Además de las acusaciones y revelaciones que hizo (como que Daniel Sosa y Mauricio Nieto drogaron con MDMA y sin consentimiento a una mujer), el comportamiento del standupero captó la atención: de pronto errático en su discurso, a veces eufórico, por ratos molesto.

Las alarmas se encendieron no sólo para sus seguidores, también para su familia y amigos.

“Ábrele la puerta a Diego”, “Chumel te está tocando”, “hazle caso a tu mamá”. Los comentarios durante las numerosas transmisiones en vivo que hizo el standupero llegaban a oleadas: la red de apoyo O’Farrill se hizo presente porque, en palabras de su propia mamá, “lo veían muy mal”.

El martes por la tarde, sin dar más detalles, se comunicó “a toda la audiencia de Ricardo que su familia y un equipo cercano de profesionales estamos cuidando de él y se encuentra bien. Muchas gracias por todas las muestras de apoyo, cariño y preocupación”.

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Formar una red de apoyo para la vida diaria, si se vive o no con alguna neurodivergencia, es primordial para cualquier humano. Somos animales sociales con una necesidad de pertenencia, de capacidad de expresión, de seguridad. 

Y el caso de Ricardo O’Farrill refleja la importancia de una red de apoyo emocional

“Es un conjunto de relaciones que cada une de nosotres debemos construir. Estas personas que nombramos red de apoyo nos regalan soporte, seguridad, bienestar, claridad, compañía y, a veces también, pueden ser cosas materiales”, nos explica la psicóloga Cecilia Bravo, especializada en justicia corporal y social.

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Estas personas son como un “salvavidas” a quienes podemos recurrir de una forma no profesional cuando tenemos algún momento de crisis.

Son esas personas que, además de contenernos, nos acompañan, sostienen e impulsan emocionalmente, pero ¡ojo! no son el reemplazo de la ayuda profesional, como psicólogas o psiquiatras.

Este grupo de gente cubre una necesidad social inherente a cualquier persona: nos da sentido de pertenencia a una comunidad y funge también como un regulador de nuestra función social en el entorno en el que nos movemos.

“Si hablamos de un punto de vista del desarrollo, la pertenencia a una red social, a un grupo de apoyo, favorece el desarrollo de los procesos cognitivos, de los sistemas de lenguaje, tu capacidad para expresar ideas, comprender también a otras personas, desarrollo de funciones más superiores, como la empatía”, explica la psicóloga clínica Tania Gómez en entrevista.

Y el soporte es de ida y vuelta…

Cecilia explica que ser red de apoyo es como un trabajo en equipo: se teje desde un lugar de confianza, seguridad y bienestar y así como las personas cercanas a ti están disponibles si las necesitas en algún momento, tú también vas a estarlo para ellas.

“La principal forma de crear una red de apoyo es desde la confianza y, con base en eso, es como regar una plantita: es importante que nosotres dejemos tejida esa red de apoyo y no permitamos que se deshaga ni se destruya, también es nuestra responsabilidad conservarla”, dice.

Y es que pertenecer a este grupo te ayudará a cubrir necesidades emocionales, instrumentales, materiales y sociales, pero debe haber una doble participación. O como dice la psicóloga Tania Gomez: que tú también seas proveedor para tu entorno social, “que puedas fungir como un elemento que también permita que estas personas cubran ciertas necesidades”.

Si este intercambio no es parejo se forman relaciones tóxicas. Es decir, cuando solo una persona tiene el rol de receptor, sin proveer a las demás de apoyo, entonces ejerce un “papel parasitario”.

“Es importante que tú también sepas que tú vas a ser un participante activo en la cobertura de las necesidades de otros, y que te coloques en un papel de que, cuando lo necesites, también sepas recibir ese apoyo”, dice la experta.

En esa reflexión de que es una relación recíproca, también debemos hacer una especie de autoevaluación e identificar y monitorear en qué momento de nuestra vida nos encontramos para “poder identificar qué necesidades emocionales, instrumentales, materiales y sociales tengo en mi vida presente para identificar grupos en los que puedas encontrar cierta recepción”.

Cómo ser un lugar seguro cuando alguien a quien amo atraviesa una crisis

Primero lo primero: Ceci Bravo recomienda que valoremos y reflexionemos sobre por qué es importante para una persona -sea nuestra amiga, hermano, papá, prima- que seamos parte de su soporte.

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Y ahora sí, vámonos por partes.

Conócete y pregúntate: ¿qué puedo aportar?

Algunas personas somos buenas para escuchar, otras para acompañar, otras damos un apoyo más social, otras más instrumental o material, lo que debemos entender de nosotras mismas es ¿qué tipo de apoyo podemos proveer?

Por ejemplo, tal vez alguien de tu red atraviesa por un período depresivo, pero sabes que tu capacidad de escuchar o dar consejo no es La Mejor, peeero sí que sabes ser compañía y ayudas a esta persona a salir un ratito de casa o, ¿qué tal que eres buenaza para ordenar? Bueno, entonces puedes ir a su casa y cocinar algo para esta persona, ordenar un poquito su cuarto o animarle para que se eche un regaderazo (las personas con cuadros depresivos muchas veces no son capaces ni de lavarse los dientes).

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“Aquí lo importante es que puedas identificar qué tipo de necesidad puedes cubrir tú”, recomienda Tania.

Es como un “examen” a ti misma de qué capacidad y habilidades tienes en términos de brindar contención emocional, o apoyos instrumentales, o sociales, “no todos vamos a participar de la misma manera”.

Conoce su diagnóstico.

También necesitamos conocer si la persona que queremos mucho tiene alguna neurodivergencia o alguna enfermedad física y preguntarle -sin miedo, con confianza y, súper importante, cuando no esté en una situación de crisis– cuál es su diagnóstico e investigarlo, además de preguntarle qué le funciona y qué no cuando atraviese un momento difícil.

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“Nosotres no podemos asumir qué es lo que la otra persona necesita si no no lo ha comunicado”, dice Cecilia Bravo.

Pero es una crisis de alguna neurodivergencia… ¿¡qué hago?!

Ceci recomienda recordarle otros momentos en los que ha logrado salir de esas crisis, repetirle con cariño que no está sola y que estás ahí para acompañarle. También puedes hacerle notar que hay muchos escenarios diferentes y que, aunque en ese momento es difícil, hay distintas soluciones para tomar un camino que les ayudará.

“Como red de apoyo ese es nuestro trabajo: el acompañamiento y de pronto también podemos ser ese puente para llegar a su red de apoyo profesional y estar ahí para la persona”, dice Cecilia.

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Conoce dónde vive.

Parece algo obvio, pero nunca está demás: necesitamos saber dónde vive esa persona porque es complicado ser parte de una red de apoyo emocional si no tenemos su información básica.

“En ocasiones habrá que ir y estar con esa persona físicamente, en otras ocasiones una llamada puede ser un acompañamiento, un mensaje también puede serlo, pero tenemos que conocer bien a la persona, sus necesidades y las situaciones que pudiera estar atravesando”, concluye Cecilia Bravo.

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