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Celina del Villar: una telenovela bastó para decidir que la actuación no era lo suyo

MEXICO CITY, MEXICO - JUNE 28: Benny Ibarra Jr and his wife Celina del Villar pose for photos during the presentation of the book
Celina del Villar y su esposo Benny Ibarra durante la presentación del libro Adolescencia, oportunidad y reto en junio de 2022 (Foto: Medios y Media/Getty Images).

Zapatero a tus zapatos, cada uno debe ocuparse de sus asuntos, de su profesión y opinar solo de lo que entiende, y esa fue una de las lecciones más importantes que descubrió la modelo Celina del Villar en los inicios de su carrera cuando se aventuró brevemente en el mundo de la actuación poco más de tres décadas atrás.

Celina del Villar, quien además es conductora, deportista y speaker, inició su carrera a los 16 años, recorriendo las pasarelas más importantes de Latinoamérica, Europa y Asia. Fue modelo en revistas como Vogue, Viceversa, Women’s Health y más.

Mientras comenzaba en el mundo del modelaje, conoció al amor de su vida: Benny Ibarra, ex-Timbiriche e hijo de la cantante Julissa. "La historia es muy sencilla: yo empecé a salir con Benny en un verano, mientras él estaba en México —porque estudiaba en Boston—, vino, lo conocí, empecé a salir con él, en algún momento fui a su casa (donde vivía con su madre) y así, sin más, sin preguntarme qué hacía, a qué me dedicaba, si yo era escritora-secretaria-pintora-actriz-o-qué, (Julissa) me ofreció hacer la audición para una novela y yo, como el Borras, me dejé ir, ¿por qué no?".

El proyecto al que la pionera del rock en español la invitó fue Dulce desafío, producida por ella en 1988 y donde aparecieron noveles estrellas como Adela Noriega y Angélica Rivera, además de Chantal Andere, Fefi Mauri, Angélica zorrilla, Paola Ochoa, y un sinfín de etcéteras.

La historia se centraba en una joven que se enamora de su profesor, unos años mayor que ella, pero quien además se convierte en una heroína del internado donde estudia. Una historia típica de jóvenes y rebeldes que desafían a sus padres hasta conseguir su atención.

Del Villar llegó al casting solo con las indicaciones que la madre de su entonces novio le dio y con sus parlamentos aprendidos de memoria. "Cuando llegué a Televisa, por primera vez pisé Televisa en mi vida, me aterré cuando me pusieron el apuntador que yo ni siquiera sabía de qué iba, y entonces lo que hice fue apagarlo y entonces solté los diálogos y me dijeron 'quedaste'. Nunca había tomado una clase de actuación, nunca había estado enfrente de una cámara. Me dijeron 'va, es una novela donde se va a tratar de un colegio de puras niñas, el cast está conformado con esto', dije 'esto va a estar muy divertido'".

Pronto aprendió que su arrojo inicial no iba a ir por buen camino. "Todo se fue organizando como para que yo dijera 'esto es exactamente lo que no quiero hacer'", se sincera Celina en una plática con Mara Patricia Castañeda.

Que jamás hubiese actuado en su vida era una de las causas, pero también quién dirigía, el cineasta Arturo Risptein (El castillo de la pureza, Lecumberri, El imperio de la fortuna), quien para entonces ya había ganado 8 Arieles. Dulce desafío se trataba también de la primera telenovela bajo su dirección y fue un gran reto para él, cuenta Del Villar.

"Tuve la gran fortuna y desfortuna, lo confieso, de haber sido dirigida por Ripstein y digo desfortuna porque, como sabemos, el señor Arturo Ripstein, el gran director, venía de cine y entonces para él hacer televisión le empezó a costar mucho trabajo por el ritmo y por la velocidad con la que se trabaja y porque él quería hacer tres tomas distintas con tres cámaras y en televisión no te lo permiten", dice.

Otro golpe para mermar su confianza fue la salida de Julissa a la mitad del proyecto, "entra el señor Eugenio Cobo, y entonces me quedo todavía más desprotegida, ya no estaba arropada por alguien, que además nos teníamos mucho cariño y tal, y entonces no la pasé nada bien, la verdad es que no la pasé nada bien. Por un lado sí súperdivertido, locaciones en Puebla, pero en cuanto llegábamos a la locación, yo empezaba a temblar y me daba mucho nervio y no la pasé bien".

"Tenía de dos: o meterme a estudiar actuación y seguir por ahí, o afianzar mi carrera como modelo que me apasionaba". Poco antes de cumplir 20 años, Celina entendió que las pasarelas y las editoriales eran lo que amaba, y a pesar de que en aquellos años el modelaje aún no era tan aclamado, al menos en México, era su camino a seguir.

"Quizá yo conscientemente sabía que no iba a ganar lo que se gana como actriz y menos como actriz de telenovelas, y que la moda en México no era lo que es ahora y no es a nivel mundial un primer mundo, pero me gusta, y entonces siendo fiel a mí, a mis gustos, a lo que yo creía, a lo que sentía que era buena para eso, decidí irme por esa línea y creo que no me equivoqué. Estoy segura que no me equivoqué", acepta con emoción.

Tras una pausa en su carrera para enfocarse en sus hijos, "me retiré pensando en ser una mamá de tiempo completo", la modelo ha vido un segundo aire poco después de cumplir los 50 años (ahora tiene 54). "Con esta apertura que se ha dado en la moda y en muchos otros oficios y profesiones, de colores de piel, tallas, estaturas, pesos y edad, empecé a hacer cosas. Ahora me llaman para hacer campañas sobre todo de eso, para demostrar que la moda es mucho más incluyente que antes".

Además, en distintas ocasiones también ha compartido pasarela con su hija María que ha seguido sus pasos.

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