Charlene de Mónaco, en la mira por el origen de sus hijos

CIUDAD DE MÉXICO, agosto 18 (EL UNIVERSAL).- En diciembre de 2014, Charlene y Alberto de Mónaco le dieron la bienvenida a sus primogénitos: Gabriella y Jacques, los mellizos que llegaron a complementar la familia que llevaban años intentando formar. Este nacimiento implicó también que el príncipe pondría en la línea de sucesión a sus herederos, asegurando así que se continuara con el legado de la corona.

Aún con la importancia de los pequeños en la monarquía monegasca, todavía existen un par de dudas acerca de la forma en que fueron concebidos, especialmente desde que salió a la luz una versión que puso en duda la maternidad de Charlene. Se trata de una serie de llamativas declaraciones que una persona cercana a la realeza hizo del tema.

De acuerdo con los dichos de Christa Mayrhofer-Dukor, prima de la princesa de Mónaco que fueron recopilados por diversos medios internacionales, los gemelos Jacques y Gabriella habrían sido concebidos mediante un proceso especializado de fertilización in vitro. Es decir, contrario a lo que siempre han tratado de aparentar, los niños no llegaron de "manera natural", sino que el matrimonio de Charlene y Alberto tuvo que recurrir a la ciencia para poder tener hijos.

Si bien esto no tiene nada de extraordinario y no debería poner en duda los sentimientos de la pareja por sus primogénitos, a quienes se sabe, adoran y consideran su prioridad, reavivó las especulaciones que desde siempre han rondado a la historia de Charlene y Alberto, especialmente aquellas respecto a que en realidad nunca han sido tan felices como siempre pretenden hacer creer.

Además de esta fuerte revelación que rompió con todo lo que el matrimonio real había tratado de aparentar a lo largo de estos años, igualmente se dio a conocer que previo a que Charlene de Mónaco recibiera la noticia de que finalmente sería mamá de dos niños sanos, estaba sumida en una profunda tristeza. Esto debido a que aparentemente habría sufrido un aborto, episodio que resultó sumamente doloroso para los dos, ya que independientemente de sus obligaciones reales, sí anhelaban experimentar el mundo de la paternidad.

De modo que, tras esta pérdida, los príncipes de Mónaco temieron nunca poder cumplir este sueño, lo que a su vez significaba que no podían garantizarle a la corona que tendrían sucesores. Por lo que se decidieron a buscar alternativas médicas y científicas para concebir, entre ellas la fertilización que resultó en el nacimiento de los mellizos, que con apenas 10 años, han encantado en sus apariciones públicas por el carisma natural que poseen.