La otra chica negra, la serie que conjuga un gran misterio con una devastadora incertidumbre

Una escena de la serie La otra chica negra, una de las grandes producciones del año
Una escena de la serie La otra chica negra, una de las grandes producciones del año

La otra chica negra (The Other Black Girl, Estados Unidos/2023). Creadoras: Zakiya Dalila Harris, Rashida Jones. Elenco: Sinclair Daniel, Ashleigh Murray, Bellamy Young, Eric Mc Cormarck, Brittany Ademubola, Cassi Maddox, Garcelle Beauvais, Hunter Parrish, Karina Willis. Disponible en: Star+. Nuestra opinión: muy buena.

En la primera escena de La otra chica negra una mujer asustada sube a uno de los vagones del subte, a última hora del día. Estamos en 1988 y el transporte neoyorquino está plagado de grafitis, suciedad y caras de alarma y sospecha. La mujer es Kendra Rae Phillips (Casi Maddox), la única editora de piel negra que tendrá Wagner Books. En la amplia galería de la editorial, su fotografía enmarcada y solitaria entre tantas de hombres blancos será la prueba que lo confirme. Y su alarido de terror acompañado de las luces intermitentes del subterráneo será el último indicio que se tenga de ella. En el presente, Nella Rogers (Sinclair Daniel) languidece en las mismas oficinas de Warner Books como la asistente de una de las editoras de la firma, la estrella Vera Parini (Bellami Young). Sus días se hacen largos, sus tareas se multiplican, el reconocimiento a su talento se demora. Pero la imagen sonriente de Kendra Rae Phillips le ofrece un horizonte, una meta posible: ser la segunda editora de piel negra de Warner Books. Por ahora es la única empleada negra, situación que está a punto de cambiar.

Basada en la exitosa novela de Zakiya Dalila Harris -adaptada por la misma autora en colaboración con la actriz y guionista Rashida Jones-, La otra chica negra explora desde lo que podríamos llamar una comedia negra los vericuetos del mundo editorial neoyorquino, signado por privilegios de una elite blanca y masculina, regido por el éxito de los best sellers y por una impronta de falsa diversidad que asoma como pátina de corrección política. Y la mirada de Harris se impone desde un doble juego que combina la sátira con el terror, implantando un misterio en el pasado -la enigmática desaparición de Kendra Rae Phillips- y situando en el presente un nuevo interrogante: ¿es la nueva empleada negra de Wagner Books una verdadera aliada para Nella? ¿No podría ser una feroz competidora escondida bajo la simpatía generacional?

Los interrogantes de la intriga se entremezclan con una aguda lectura del mercado editorial, territorio en el que se despliega un humor efectivo, aunque no demasiado ácido. Abrumada por las exigencias de su jefa y por la tiranía del autor más vendido de la editorial, quien prepara una nueva novela con un personaje negro algo “problemático” en su construcción, Nella recibe con beneplácito la llegada de Hazel-May McCall (Ashleigh Murray), una chica cool de Harlem, que se viste con onda, es propositiva, trae bagels para desayunar y de la noche a la mañana tiene a toda la oficina a sus pies. A Nella también, hasta que una zancadilla en una reunión de ejecutivos la pone al descubierto. Le dice a Nella que va a respaldarla en sus comentarios críticos al autor venerado por los negocios, pero luego se deshace en elogios. ¿Es esa su estrategia, divide y reinarás? ¿Puede que Hazel no sea la compinche feminista esperada sino una enemiga agazapada tras una falsa sororidad?

Sinclair Daniel y Ashleigh Murray en La otra chica negra
Sinclair Daniel y Ashleigh Murray en La otra chica negra

Ese presente desconcertante para Nella se adhiere a destellos de un pasado que parece regresar. La novela que hizo célebre a Kendra Rae Phillips y que le dio su lugar como editora fue Corazón ardiente, un hit de la narrativa negra que escribió Diana Gordon (Shakirah DeMesier/Garcelle Beauvais). Kendra y Diana eran amigas. Pero algo ocurrió en su relación que hoy parece silenciado. El regreso de ese misterio asoma en forma de advertencias anónimas, visiones fantasmales, y el retorno efectivo de aquella escritora al cumplirse el aniversario de su publicación. Entonces, la tensión entre Nella y Hazel, las dos chicas negras de Wagner, no solo representa la disputa entre dos formas de afrontar un entorno hostil -Nella siempre a la defensiva, entre culposa y ofendida; Hazel con sonrisas y ropa de colores, seduciendo a los privilegiados para conquistar su lugar-, sino también la pregunta sobre la complejidad de la alianzas, que involucran mucho más que la ilusión de afinidad por el color de piel. Es claro, tal como lo ha citado la propia Harris, que las influencias de La otra chica negra están más cerca de Las mujeres perfectas de Ira Levin y ¡Huye! de Jordan Peele que de una versión racial de Upstairs/Downstairs, signada por las tensiones del clase entre el arriba y el bajo.

Acá la lucha no se da de frente sino que se intuye sigilosa fuera del campo de batalla y la difusa comprensión de qué es real y qué es fruto de la paranoia de Nella contribuye a crear un estado de devastadora incertidumbre. La otra chica negra consigue dirimir esas reflexiones con astucia y misterio, sin decidirse a explotar un género sobre otro, convencida de que poner en discusión un mundo con reglas institucionalizadas como el editorial permite verlo de otra manera. Como una pesadilla o como la farsa que se esconde bajo su representación.