Como dos chicas de 23 y 27 años sacan al rock argentino de su estado vegetativo con un sonido furioso, auténtico y muy de época
Disco: Super Premium Ultra. Canciones: “RA”, “Fax”, “DTBD”, “Paco”, “Supersónico”, “Such A Witch”, “Sangre buena”, “Suerte”, “El Hit”. Discográfica: Virgin Records Argentina. Nuestra opinión: Muy bueno.
Una cosa buena de la cuarentena: Dum Chica. No es una técnica para hacer pan casero, vale aclarar, sino la banda de dos chicas, Lucila Storino, de 27 años, y Juana Inés Gallardo, de 23, que emergieron del encierro forzoso con un flamígero espíritu punk, la emergencia under de tocar mucho y en cualquier circunstancia y una atípica formación de voz, bajo y batería. Sus canciones furiosas y magnéticas erizaría los pelos de cualquier incauto acostumbrado al sonido clásico y vegetativo del rock actual.
Entonces, ¿revive el rock? Suena aventurado, pero su disco Super Premium Ultra, que sale el 5 de septiembre, representa quizá la piedra fundacional de una nueva era musical. Con el género urbano eclipsando todo (trap, reggaetón, RKT y sus sucedáneos) empezó a hablarse, demasiado rápido, tal vez, de la muerte del rock como sustancia de representación juvenil. Al parecer, no era tan fácil matarlo, porque lo de Dum Chica no sólo es un reflejo de lo que ocurre en la Argentina con bandas como Buenos Vampiros, Mujer Cebra, Nenagenix y Winona Riders, entre muchas otras, sino también de la avalancha británica con formaciones como Fontaines DC, Idles, Shame, Squid, Wunderhorse. Es que el trap, como fenómeno global, en ocasiones suele exagerarse a través de un machaque permanente de marketing sobre todo de las figuras norteamericanas y latinas.
Que el disco de Dum Chica haya sido editado por Virgin Records Argentina, subsello de Universal, afianza más la especulación de que existe una apuesta de la industria de la música por renovar una grilla superpoblada de sonidos de pistas, autotune, letras hipersexualizadas y bases prefabricadas. Además, es de imaginar que el mainstream observó ciertos movimientos, escenas emergentes post pandemia entre los sub 25 (lo que se denominó “el nuevo under”) que influyeron en ampliar el horizonte. Sumado, hay que decirlo, al aumento de la venta de discos de vinilos (obviamente por fuera de lo que imponen los algoritmos de Spotify) y las visitas de bandas casi desconocidas que llenan espacios entre medianos y grandes.
Incluso podría adivinarse que algo ocurre con este trasvasamiento si uno le presta atención al último álbum de Dillom (la gran estrella del momento). Dillom suena a un rock de músicos sesionistas, con una clara intención de alcanzar las fibras del género declarado “muerto” con un resultado apenas performático y sobreactuado. Ironía o no, Santiago De Simone, que trabajó con Dillom estuvo atrás de la producción, grabación y mezcla del disco de Dum Chica. “Nosotras nunca indagamos mucho en el trap, la verdad. Fue una respuesta a querer hacer la música que escuchamos, la música con la que nos criamos. Y bueno, creo que el rock tiene una energía y una descarga que otros géneros no tienen. Y viniendo de una pandemia, la quietud, me parece que fue una buena respuesta”, explicó Gallardo, la más pequeña de esta pequeña agrupación que suena como si fueran 20. Esa música a la que hace referencia son Iggy Pop, Patty Smith, Sumo, Los Ratones Paranóicos, Loquero, Fun People y la ahora, justificadamente banda de culto, Dios.
Desde el primer tema “Ra” hasta el noveno “El Hit”, Super Premium Ultra va directo al hueso. Unos gritos y onomatopeyas de Lucila anticipan una tormenta de bajo distorsionado que podría despeinar a un fan de Black Sabbath. “Hoy vi la luz y todo se volvió oscuro” repite en “Ra” la cantante como un mantra y una forma de decir antimelódica con látigos vocales como si fueran navajas afiladas. En una primera escucha sorprende que en el disco no haya guitarras y, en realidad, no se extrañan nada. Juana, profesora de piano, expande las cuatro cuerdas del bajo a niveles galácticos, pero sin exagerar virtuosismo. En definitiva, la cultura rock es emotividad y autenticidad y, Dum Chica, no busca alterar el alma de un género que transformó la cultura popular mundial en los últimos 80 años. A lo largo del álbum aparecen reminiscencias de la oscuridad de Joy Division, el noise de Sonic Youth, la desfachatez de Sumo y la apelación física del punk. También un poco de Primus y de Red Hot Chili Peppers, aunque estas referencias seguramente no le gustarán a las Dum Chica.
Aunque pareciera lo contrario, el rock argentino transita por su mejor momento: “una nueva edad de oro”. Pero hay que aclarar también que si el público masivo no lo percibe es porque las formas de producción, distribución y difusión cambiaron drásticamente. Los que suelen afirmar lo contrario, podría intuirse, ya están fuera de estos circuitos efervescentes y aguardan el próximo festival hipersponsoreado y comercialmente curado, para autoafirmarse en eso de “ya no pasa nada nuevo”. En este sentido, Super Premium Ultra, no es música para escuchar, sino para experimentar -sus recitales dan fe de esta afirmación-.
Los puntos menos sólidos del disco, sin embargo, aparecen con la falta de climas como factor sorpresa, que podrían potenciar aún más los arrebatos de sonido. También cierta economía lírica –que en la banda insigne Dios, abundaba- lo cual torna algo monótono el desarrollo de los temas. Por lo demás, Dum Chica, ya está entre nosotros para patear algunos trastes que se habían vestido con mucha prisa para ir al velatorio del rock.