Chris Isaak rompe y restaña corazones en su reencuentro con Madrid en Noches del Botánico
Madrid, 22 jun (EFE).- Después de una larguísima ausencia de los escenarios madrileños Chris Isaak ha vuelto a ellos en el marco del bucólico Noches del Botánico, un guante para su estatus ratificado por una magnífica madurez como heredero de Roy Orbison y trovador de corazones heridos, muchos de los cuales los ha roto él esta noche.
Seis años hacía que el músico estadounidense no pisaba suelo español, desde su última actuación como parte del cartel del Azkena Festival de Vitoria, y más del doble -trece- que no recalaba en Madrid, entonces como parte de una extensa gira por el país.
Como el verano no parece el mejor contexto para dar rienda suelta a los villancicos de su disco más reciente ("Everybody Knows It's Christmas", 2022), ni existía otro trabajo con urgencia que promocionar, al frescor al raso del Real Jardín Botánico Alfonso XIII ha llegado con un repertorio de 90 minutos construido "desde el corazón", con algunos "riesgos" y muchos clásicos, incluidas las versiones de sus ídolos que ha hecho completamente suyas.
Su bajo ritmo de lanzamientos en la última etapa y por ende su menor presencia mediática, unido a su gusto creciente por el rock y el soul de sabor más añejo, han tenido una consecuencia notable en la media de edad de las cerca de 4.000 personas que casi han agotado todo el aforo: la voz de "Wicked Game", aquel éxito de 1991, se ha convertido en uno de los grandes olvidados de los más jóvenes y apenas podía verse a alguien menor de 40 años.
Que nadie se confunda, no obstante, pues en contraste con su gusto por un género musical al que se da por muerto en las listas comerciales desde hace tiempo, su directo (precedido aquí por el cantautor puertorriqueño Gabriel Ríos) rebosa humor, buen rollo y tanta vida como goza el propio músico, que a sus 65 veranos sigue luciendo facha de galán y rebelde sin causa, así como una garganta pródiga en falsetes brillantes y notas limpias.
A ello se suman las más de tres décadas junto a los cuatro músicos que lo acompañan en directo, una estrecha relación que se percibe tanto en la complicidad sobre el escenario como en los constantes chistes a cuenta de cosas como el vestuario blanco con incrustaciones brillantes al estilo de Elvis Presley que ha lucido.
"Antes de salir aquí estaba muerto de miedo. No he tocado en Madrid desde hace mucho y mi español es terrible. Solo sé decir: 'Pásame la mantequilla'. Pero cuando vi a todo el mundo sonriendo, quería darles las gracias. De no venir a apoyar la música en directo, yo estaría ahora vagando por las calles enfundado en este traje con el que solo puedes ser o un torero o un profesional del rock and roll", ha dicho entre las risas del público.
Ha sido poco después de arrancar muy puntual su tardía actuación madrileña, a las 22,30 horas, con el "American Boy" de su disco "Always Got Tonight" (2002), al que han tomado el relevo "Somebody's crying", otra de las imprescindibles de sus "shows", o "Don't Leave Me on My Own", con el que ha vuelto a ganarse a los asistentes con un paseo entre ellos.
Concentrados en el espectáculo, pocos se habrán dado cuenta en la noche despejada de este jueves que en ese momento surcaba el cielo de la capital una especie de tren etéreo, en realidad parte de los últimos satélites Starlink lanzados por la compañía de Elon Musk que previamente habían sido avistados en febrero.
Como coordinados, inmediatamente después y siguiendo la tradición de sus directos, no ha habido que esperar para disfrutar de un "Wicked Game" con el que ha demostrado que mantiene casi íntegra la intensidad de sus falsetes dolientes y que el tema conserva asimismo su magnetismo.
"Oh Pretty Woman", tan celebrada como si la tocara el propio Roy Orbison, le ha servido para cerrar por todo lo alto un primer bloque muy dinámico, al que ha sucedido otro más melancólico con toda la banda sentada al frente e integrada por temas como "Forever Blue", la necesaria "Two Hearts" o "Blue Spanish" (que ha confesado que compuso la primera vez que pisó España).
"La vida es demasiado corta: que no os dé corte mostrar amor", ha recomendado tras animar a las parejas a acurrucarse al calor de otra reinterpretación absorbida completamente por su ADN, "Can't Help Falling In Love" de Elvis.
Seguidamente, la cinemática "Blue Hotel" con todo su drama pasional inherente ha vuelto a poner al quinteto en pie rumbo ya hacia la conclusión del concierto, con otros hitos en ese tramo final como "San Francisco Days" o la sinuosa "Baby Did A Bad Bad Thing" en los que, como sorpresa, ha colado un tema en español: "La tumba será el final" de la banda mexicana Los Invasores de Nuevo León.
Ahora, tras romper y recomponer los corazones de los madrileños, Isaak pondrá rumbo este sábado al BBK Bilbao Music Legends Festival y, en julio, al Jardins de Pedralbes de Barcelona el día 12. Javier Herrero.
(c) Agencia EFE