Christina Aguilera y Nelly Furtado cierran festival Emblema
CIUDAD DE MÉXICO, mayo 19 (EL UNIVERSAL).- No se podían escuchar, pero los pasos fuertes con los que Nelly Furtado caminaba en el escenario, se sentían como un golpe en el pecho, uno tras otro, con tacones altos, firmes como las piernas de la cantante.
La música de la canadiense era un acompañamiento, una excusa, un complemento de su movimiento de caderas, su voz llenaba la curva 4 del Autódromo, pero lo que mantenía la atención de los fans eran los movimientos de la cantante.
El escenario era un lienzo sobre el que dibujaba con sus movimientos, a veces suaves a veces más agresivos, atrevidos. Después de 14 años Nelly regresa a México, pero el tiempo parece no haber hecho estragos en ella, libre se desplaza y los ojos de los 72 mil fans la miran.
La gente no canta solo mira, y con un movimiento un giro o una vuelta sorpresiva, se provocaron los aplausos los gritos las risas de sorpresa por ver tan ágil a Nelly a los 45 años.
“Promiscuos”, “Maneater”, “Say It Rigth”, fueron las canciones con las que el público perdió por un momento el foco de la hipnotizante Nelly sobre el escenario y disfrutaron cantando, bailando, moviendo los brazos, agradeciendo con gritos.
Por el contrario, Christina Aguilera, en el escenario principal, se refugió detrás de sus lentes oscuros, fue más indiferente, hizo lo justo para llamar la atención de su público.
Bailó junto a su elenco de jazzistas, y fue más lenta al caminar, su voz fue la que dominó el show, abrir los ojos incluso no fue una prioridad para quienes asistieron a ver a la estadounidense, pues cerraban los ojos para concentrarse en disfrutar la música.
Pronto se quitó los lentes y empezó a coquetear, mostrando su cuerpo, bailando disfrutando la noche en el Tecate Emblema, abandonó su vestido rojo y debajo solo un body negro la protegía dejando ver su sensualidad.
Sonriente, con su cabello largo, largo y rubio que le llegaba hasta las caderas, continuó con la fiesta a pesar de salir veinte minutos tarde a su concierto. Tiempo que no fue necesario reponer pues el público se entregó a ella cuando al finalizar levantó la bandera de México.