Christophe Krywonis: se alejó de la tele, se hizo una cirugía bariátrica, bajó 50 kilos, cambió su vida y se volvió a enamorar
Hace unos meses abrió Mon Poulet, un restaurante rotisería inspirado en la cocina francesa que es un éxito en el bajo Belgrano. Además, Christophe Krywonis vuelve a la televisión para ser uno de los jurados de Bake off, que se verá en Telefe a partir de septiembre. Fueron años de cambios en los que decidió alejarse un poco de la pantalla chica, hacerse una operación bariátrica y bajar 50 kilos, y volver a enamorarse. De todo eso habla con LA NACIÓN, y también de la pica entre la Argentina y Francia, ¿de qué lado está?
-Durante muchos años tuviste un restaurante y lo cerraste, ¿qué te hizo volver a apostar?
-Abrimos Mon Poulet el 5 de marzo pasado. Fue un momento de audacia e inconsciencia (risas). Lo que sí me movió es el amor por mi trabajo. Claramente es algo que necesitaba hacer para sentirme de nuevo en conexión con lo que más amo, que es cocinar y atender. Y aquí está el resultado. Aproveché mi popularidad y mi accesibilidad para hacer un producto popular y accesible que es el pollo al spiedo a leña. Mi hija Zoe, que es chef, trabaja conmigo, y Lola pintó un mural y la decoración.
-¿Es una cocina francesa informal?
-Sí. Me pregunté cómo soy yo con la gente, y en general soy bastante accesible. Y popular. Y el pollo es algo accesible y popular en Francia y acá también, y es una proteína animal de menor costo y que se vende bien. Usamos pollo de exportación que no está inyectado con agua ni con nada, de calidad. Lo pagamos más caro, pero es más chiquito, 900 gramos, y con eso compenso los costos. Lo exportan de Medio Oriente. También hay woks, tartas, sándwiches, postres.
-¿Y cuál es el secreto de ese pollo al spiedo?
-Las brasas y la leña. Porque las brasas dan el calor y el quebracho colorado, el aroma clásico.
-En estos cinco meses desde la apertura, ¿te arrepentiste de haber hecho la inversión?
-No. Me jugué a todo o nada. Puse todos mis ahorros de una vida en la Argentina. Este año festejo mis 35 años aquí, por lo tanto hubo altos y bajos pero siempre con una escala hacia arriba. Y apostar en gastronomía está muy bien. La ecuación es un éxito.
-Llevás más años en la Argentina que en Francia, ¿qué sentís con la pica que tenemos con los franceses y se agudizó en el Mundial de Qatar y siguió en la Copa América y en los Juegos Olímpicos?
-No me meto mucho. Puedo decir que silbaron el himno francés también y que dijeron que somos todos hijos de africanos, en forma despectiva. Pero no entro en esa polémica porque salió de la cancha y la hicieron viral y fue un error. Y lo tomé como tal, como un error. Tengo un respeto inmenso por la Selección Argentina y admiración por lo que hicieron en el Mundial y en la Copa América. Brillante. Lo demás son incidentes en un recorrido donde hay pelotudos tanto del lado argentino como del francés como para meterse en esa. Creo que la nobleza de la victoria argentina no se mancha y que está bueno marcar ese pequeño traspié como un error y pasar a otra historia. Y yo lo tomé como tal.
-Cuando juegan Argentina-Francia, ¿para quién hinchás?
-Para Francia, que no queden dudas. Pero lo que pasa fuera de la cancha, es otra cosa. Y repito, el brillo de la Argentina es intocable y en Francia es visto como tal. Después, las ofensas y los cantos también se entienden porque son del ámbito del fútbol y si no se viralizaba en redes estaba todo bien. Lo que sucede en una cancha es parte del show. Es la pasión. Yo no soy apasionado, pero me gusta ver los partidos. E hincho para la Argentina cuando no juega contra Francia. La Copa América la festejé como todos los argentinos.
-Toda tu familia está en Francia, ¿volvés seguido?
-Sí, estuve ahora. Y fue un viaje muy lindo, pero estuve muy feliz de volver a casa, que es la Argentina . En Francia está mi madre, mi hermana, sobrinos, pero mis hijas son argentinas y mis nietos también.
-Hace unos años dijiste que bajabas la persiana para el amor, pero volviste a enamorarte de una psicóloga, Melody Hein. ¿Cómo se conocieron?
-Es verdad que dije eso alguna vez, pero apareció ella y estoy muy feliz. Es muy reservada y no le gusta la exposición así que es una decisión no hablar de mi vida privada. Fui a Francia con ella, conoció a mi familia y estamos muy bien. Y viví un lindo reencuentro con mis amigos del jardín de infantes.
-¿Volvés a la tele?
-Sí, con Bake Off que ya había hecho. Volvemos a grabar en pocas semanas y salimos al aire en septiembre. Sé que la conducción es de Wanda Nara, y los jurados Maru Botana, Damián Betular y yo. Y entiendo que hay participantes famosos, pero no sé quiénes son porque no conozco a nadie; me da mucha curiosidad.
-¿Por qué estuviste alejado unos años de la tele?
-Alejarme fue una decisión importante, pero lo necesitaba. Me había operado poco tiempo antes de grabar Bake off en 2019 y cuando me ofrecieron hacer MasterChef en 2020 estaba en una encrucijada personal de cambio de vida y estaba adaptándome a mi nuevo cuerpo después de la operación bariátrica. También cambió mi forma de ver las cosas y la pandemia me hizo replantear muchas otras. Fue una retirada momentánea que me vino bien para refocalizar mi vida personal porque gracias a eso conocí a mi mujer; hay que decirlo. Y también volví a mis raíces, a hacer mi trabajo de cocinero que es mi pasión porque cocino desde los 15 años en forma profesional.
-Y ahora cambiaste de opinión. También debe haber una razón...
-Sí, es un buen momento, pero de todas maneras seguí ligado con Telefe y el año pasado hice Parrilleros, y hubo otros proyectos que no se dieron. Tengo una gran alegría con este regreso. Espero pasarla bien con Damián y Maru, a quienes conozco y me llevo muy bien. Y a Wanda no la conozco personalmente, pero sé que es la hermana de Zaira, a quien conozco un poquito. Estamos felices de este reencuentro con Damián, ya hemos hablado por teléfono.
-¿Vas a ser el jurado villano?
-No soy villano, soy Christophe. Soy exigente, no soy villano. Intento ser lo más justo posible. Sé que es una pretensión grande, pero intento ser objetivo y buen maestro.
-¿Ves otros programas de cocina?
-No miro televisión y no estoy muy al tanto, salvo por lo que veo en redes sociales y me gusta que a todos les vaya bien. Decidí no tener televisión y algunos dicen que me escondo de la realidad, pero si la realidad es ver cómo afanan y si el dólar sube diez pesos o baja cinco, para qué me voy a amargar.
-Vas a tener días movidos entre la tele y el restaurante.
-Sí, porque Mon Poulet está abierto de lunes a lunes y yo estoy todos los días. Y cuando esté grabando, después voy a venir acá. Van a ser semanas largas e intensas y si bien Mon Poulet es un éxito, hay que estar encima siempre. Igual tengo un muy buen socio que es del palo, dueño de un local que se llama La Madonnina, en Nuñez, y es muy profesional. Un socio ideal.
-¿Cocinás en tu local?
-Claro, siempre hay que ajustar las cosas.
-Hace unos años te hiciste una operación bariátrica, ¿fue difícil tomar la decisión?
-Si, muy difícil. Tanto que me tomé como seis años, entre idas y vueltas. Hasta que estuve a un paso del coma diabético y siempre tuve conciencia de que si pasaba algo con la diabetes me tenía que operar. Tuve un pico de glucemia de 450, es grave y mortal, y dije: “Ya está”.
-Tuviste que llegar a un límite...
-Sí y fue por miedo, pero tuve la suerte de caer en un equipo médico muy bueno, que además es muy intuitivo en la forma de tratar después de la operación. En primera instancia no me quisieron operar porque no estaba preparado psicológicamente.
-¿Hiciste terapia para prepararte?
-Sí, me operaron en febrero de 2019
-¿En qué te cambió la vida?
-En todo. El ánimo, la energía, la forma de moverme, quiero hacer más cosas, volví a tener ganas de caminar y recorrer ciudades. Y puedo atarme los cordones sin hacer acrobacias, o sentarme en el asiento de un avión y usar el cinturón de seguridad sin pedir la extensión. Quizá es ridículo para algunos, pero son cosas horribles que vive el gordo y muchos no saben.
-¿Cuántos kilos bajaste?
-50 kilos. Estoy en 100 y me siento bien. Si puedo bajar a 98, mejor.
-¿Cómo es tu rutina hoy?
-Hago caminatas, ejercicio y en cuanto a la comida es simple porque es como un vaso y si lo llenás de más, desborda. Y me ha pasado. No me excedo. Lo que más he comido hasta hace poco, porque es fácil de digerir, es azúcar. La carne, en cambio, cuesta más. Como de todo, más equilibrado en cantidad y calidad. No me prohíbo nada, ni el alcohol. Tomo mucho líquido, es importante y a veces me obligo . No quiero volver a engordar, estoy muy bien. En París caminaba 20 mil pasos por día y estaba muy a gusto. No es mi ciudad, pero sí la capital de mi país.
-Este año cumplís 35 en la Argentina, ¿cómo fue que recalaste aquí?
-Estaba trabajando en Martinica, me encontré con un amigo uruguayo, Martín Pittaluga, y me preguntó si estaba interesado en venir a trabajar a la Argentina y fui a Las leñas, al restaurante de Francis Mallmann. Fue una muy grata experiencia con el pueblo, la gente, los paisajes. Después fui a Uruguay, volví a Francia y a los tres meses regresé y me quedé para siempre.
-Muchos argentinos se van a vivir a Europa y vos venís... Es raro, ¿no?
-Se van, pero muchos vuelven. Puedo asegurar que mi calidad de vida es mejor acá que en Francia. Soy un laburante y todo lo que tengo lo disfruto en la Argentina. A Francia voy a comer quesos que no encuentro acá u otros productos tradicionales.
-¿Y nunca pensaste en volver?
-El otro día me lo preguntó mi mamá y no, no podría volver a vivir en Francia. El marido de mi sobrina, a quien no conocía porque pasé mucho tiempo sin ir, me dijo que de toda la familia soy el único con una forma de ser diferente. Le dije que viniera a la Argentina e iba a entender por qué. Allá son mucho más formales, más cerrados. Vivimos una situación crítica en la Argentina y a nivel mundial, pero la gente sigue siendo generosa, noble y estoy convencido de que se puede pasarla bien. Hay miseria y mucha y eso es triste, pasa mucha gente a pedir comida. Yo me pegué unos palos tremendos, pero seguí adelante.