Los científicos Manel Esteller y Joan Macip nos hablan de las claves de la longevidad

Todos queremos vivir más años. Siempre y cuando los vivamos bien. Esta también es la aspiración de muchos científicos, que buscan la manera de alargar la vida pero con calidad. Dos de ellos son los doctores Manel Esteller y Salvador Macip. Ambos abordan la posibilidad de manipular el envejecimiento y plasman sus reflexiones, las investigaciones recientes sobre longevidad y si podremos tomar una píldora que nos haga envejecer más lento en su libro 'El secreto de la vida eterna. Todo lo que sabemos para vivir más y mejor' (Ed. Grijalbo). Con ellos hemos hablado para que nos expliquen, precisamente, qué debemos hacer.

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¿Cuáles son los avances que se han producido en longevidad?

Hace ya algunos años que comprendemos bastante sobre las causas del envejecimiento. Las bases de este proceso están bastante claras, aunque aún existen lagunas que necesitamos llenar. Esto nos permite comenzar a pensar en cómo manipular el envejecimiento. Actualmente, en el ámbito de la investigación, estamos logrando prolongar la vida de mamíferos, como los ratones, que presentan un proceso de envejecimiento similar al nuestro. Estamos explorando cómo podemos aplicar todo este conocimiento en humanos.

¿Cuál será nuestra esperanza de vida dentro de unos años?

La esperanza de vida ha ido aumentando progresivamente en el último siglo y medio, y sigue haciéndolo de manera constante, aunque lenta. Esto nos lleva a prever que continuará subiendo a este ritmo. Sin embargo, el gran factor incierto es si seremos capaces de desarrollar fármacos antienvejecimiento en las próximas décadas. Si logramos este avance, todas las predicciones actuales podrían quedar obsoletas, ya que esto cambiaría el panorama completamente. Si descubrimos y conseguimos implementar algún tipo de fármaco que permita envejecer mejor, podríamos ver a más personas alcanzando los 100 años en buen estado de salud, lo cual elevaría significativamente la media de vida. ¿Cuál será el límite? ¿100, 120, 130 años? Es difícil saberlo. No obstante, creo que la tendencia continuará al alza, especialmente si logramos una posible disrupción con la introducción de fármacos antienvejecimiento.

¿De qué fármacos estaríamos hablando? ¿Hay alguno en la actualidad?

Hay muchos fármacos que actualmente podrían tener un efecto antienvejecimiento. Aún no hay ninguno que se haya demostrado que funcione en humanos, aunque sí en animales y en cultivos celulares. También en muchos modelos de experimentos en laboratorio, pero aún no en la vida real. Por ejemplo, los senolíticos son fármacos que eliminan las células viejas. Se discute también sobre la metformina y el resveratrol, entre otros posibles fármacos que se denominan xenomórficos. Todo esto, junto a la telomerasa, una enzima que alarga los telómeros, o la reprogramación celular, son fármacos que actualmente están en estudio y que han mostrado resultados preliminares muy positivos y esperanzadores en animales. Si alguno de ellos llegara a demostrarse que es útil en humanos, ya lo veremos, pero estamos en proceso.

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¿Cuál es el papel de la genética en la longevidad?

Indudablemente, existe un porcentaje de la longevidad que está determinado por los genes que heredamos de nuestros padres. Esto es evidente, ya que frecuentemente se observa que los centenarios suelen pertenecer a las mismas familias. Por ejemplo, si alguien alcanza los 100 años, es común que sus hijos o sus padres también hayan vivido hasta edades avanzadas. Sin embargo, calcular qué porcentaje corresponde a la genética y cuánto al entorno es complicado; podría ser 50-50, o quizás 30-70, variando según la opinión de diferentes expertos. En la actualidad, es importante entender qué genes específicos influyen en la longevidad. Aunque ya tenemos algunas hipótesis y posibles marcadores genéticos, aún no podemos determinar o predecir con certeza quién vivirá más tiempo solo basándonos en su código genético

Y, ¿qué nos pueden decir de la epigenética?

La epigenética es una rama de la biología que estudia cómo los comportamientos y el ambiente pueden causar cambios que afectan la manera en que los genes funcionan. Todo lo que no es genética puede tener un efecto epigenético; es decir, sin cambiar los genes, la modificación química de estos genes que proviene del entorno, sin ser heredada, también influye. La epigenética se ha estudiado ampliamente en relación con el envejecimiento y sabemos que los relojes epigenéticos, por ejemplo, son un tipo de marcador que nos indica la edad biológica de nuestras células. Su precisión puede variar y actualmente es tema de discusión. Existen varios de estos relojes epigenéticos, pero por el momento, son el tipo de experimento y el marcador más fiable y claro que tenemos para determinar la edad real de nuestras células. En el futuro, esto también podría servirnos para diseñar fármacos que modulen el envejecimiento.

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Sabemos cómo nos afecta la dieta y la importancia de hacer ejercicio físico, algo que depende de nosotros pero, ¿y el estrés? ¿Cómo nos afecta?

El estrés también es un factor que tiene un impacto significativo, especialmente, cuando es prolongado. La vida moderna a menudo conduce al estrés, lo cual puede desencadenar la liberación de una serie de hormonas que promueven la inflamación. Esta inflamación es una parte del proceso de envejecimiento y puede contribuir al deterioro. Por otro lado, aunque vivir una vida completamente libre de estrés no garantiza alcanzar los 100 años, es cierto que moderar el estrés puede tener un efecto positivo al evitar el exceso de inflamación asociado con situaciones de estrés crónico.

¿Qué hábitos son los más nocivos?

Una mala alimentación, caracterizada por dietas ricas en grasas saturadas, excesos de proteínas animales y alcohol, junto con una falta de vitaminas provenientes de proteínas y vegetales, es claramente perjudicial para la salud. Asimismo, el tabaquismo y el sedentarismo son hábitos nocivos. Sabemos bien que tanto el fumar como la falta de actividad física son claramente malos para la salud.

¿Qué papel juega el ejercicio en la promoción de una vida más larga y saludable?

Sabemos que hacer un ejercicio moderado constante es protector en muchas enfermedades, pero no tan solo evita problemas como cáncer o o reduce el cáncer o enfermedades cardiovasculares, sino que también reduce los procesos propios del envejecimiento. Hay una relación con la inflamación que es propia del envejecimiento. Etcétera que el ejercicio permite modularla. Vemos que el ejercicio, por ejemplo, permite la recuperación más rápida de los pacientes de edad avanzada en los hospitales. Aún no entendemos todos los procesos biológicos, pero está claro que tiene un efecto positivo.

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¿Qué nos pueden decir de las zonas azules? ¿Es cierto que en esos lugares viven más?

Las zonas azules son un concepto que se ha popularizado en gran medida por el marketing. Es cierto que existen áreas en el planeta donde se concentran más centenarios de lo habitual, denominadas 'zonas azules'. Sin embargo, este fenómeno es más difuso y variable de lo que sugieren algunos libros o documentales. No tenemos certeza absoluta sobre las causas, aunque existe una evidente relación genética; ciertos genes en familias específicas contribuyen a una alta incidencia de longevidad en esas zonas. Además, cuando estas familias cambian, emigran o disminuyen en número, la característica de 'zona azul' de un lugar también puede alterarse.

Estas zonas suelen tener características comunes: son mayoritariamente rurales, no industrializadas, y compuestas por pequeñas poblaciones de pescadores o campesinos que llevan una vida activa y mantienen dietas frugales, alejadas de los excesos de las sociedades modernas. Esto resuena con el conocimiento actual sobre cómo envejecer de manera saludable: mantener una buena alimentación, realizar ejercicio regularmente y tener un entorno social enriquecedor que fomente el deseo de vivir.

Insistimos en el ejercicio ya que es una parte esencial de esta fórmula para una vida prolongada y saludable. Sabemos que la actividad física moderada y constante no solo ayuda a prevenir problemas como el cáncer y enfermedades cardiovasculares, sino que también modula los procesos asociados al envejecimiento, tales como la inflamación. Observamos que el ejercicio facilita una recuperación más rápida de los pacientes de edad avanzada en los hospitales. Aunque aún no comprendemos completamente todos los procesos biológicos implicados, está claro que el ejercicio tiene un efecto positivo general en la salud.

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¿Qué importancia tienen las relaciones sociales y el apoyo emocional en la promoción de la longevidad?

Tener un entorno social rico y saludable es esencial. Las relaciones sociales son fundamentales para un envejecimiento saludable y también impactan en la longevidad. Esto representa un desafío en las sociedades modernas occidentales, donde a menudo no sabemos qué hacer con las personas mayores. Contrariamente a lo que sucede en las 'zonas azules', donde se valora la vejez, en nuestra sociedad, aunque todos deseamos llegar a viejos, no sabemos cómo integrar adecuadamente a los ancianos. Este es un problema serio, ya que la falta de ganas de vivir y la ausencia de motivos para seguir adelante son algunos de los factores que más deterioran la calidad de vida en la vejez. Por lo tanto, antes de considerar soluciones farmacológicas para el envejecimiento, es crucial abordar estos problemas sociales y fortalecer el apoyo emocional y social, asegurando que las personas mayores se sientan activas y parte de la comunidad.

¿Qué consejos prácticos pueden seguir las personas para mejorar su longevidad y calidad de vida?

En estos momentos, una cosa está muy clara: no debemos escuchar a quienes afirman tener la solución mágica para vivir 100 años. No existen pócimas mágicas, ni ejercicios especiales, ni nada actualmente comprobado que reduzca el envejecimiento a nivel celular, biológico o molecular. Es posible que en el futuro descubramos métodos efectivos, como ya hemos observado en animales, y que podamos controlar el envejecimiento de alguna manera, pero por ahora no tenemos esas herramientas. Por lo tanto, lo único que sabemos que realmente funciona, como siempre hemos dicho, es llevar una vida sana en todos sus aspectos: comer con moderación, seguir una dieta mediterránea, evitar tóxicos como el tabaco y el alcohol, y protegernos del exceso de sol, que también acelera el envejecimiento de la piel. Además, es crucial mantener un entorno social activo y el deseo de vivir y mejorar la calidad de vida. La calidad de la atención sanitaria y el contexto socioeconómico, sin duda, juegan un papel importante en la supervivencia. Y, por supuesto, la suerte también cuenta. Nacer con buenos genes y tener la fortuna de no sufrir enfermedades graves o accidentes importantes son factores que no podemos ignorar.

En cuanto a lo que no debemos hacer, en estos momentos está muy claro. Lo que no tenemos que hacer es escuchar la gente que dice que tiene la solución para vivir 100 años. Ni idea de las mágicas, ni hay ejercicios mágicos ni hay nada en estos momentos que tengamos demostrado que reduce el envejecimiento a nivel celular, biológico, molecular, etcétera. Lo habrá en el futuro, seguro, porque lo hemos descubierto, como decíamos antes, en animales. Por lo tanto, habrá maneras de controlar el envejecimiento Más o menos, pero de momento no. Por tanto, lo único que sabemos que funciona es lo que hemos repetido siempre y lo que hemos dicho antes es seguir una vida sana en todos los aspectos, en comer sin excesos, con una dieta mediterránea, evitar tóxicos como el tabaco, el alcohol, incluso el sol con exceso de sol, también produce envejecimiento en la piel, etcétera y mantener un entorno social activo y con ganas de seguir viviendo y de mejorar la calidad de vida. Esto una buena atención sanitaria, obviamente, y el factor socioeconómico juega un papel, sin duda en la supervivencia. Y tener suerte, claro. Obviamente haber nacido con buenos genes y tener suerte de no tener ninguna enfermedad grave o no tener ningún accidente grave.

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Por último, ¿cuáles son los principales desafíos éticos y sociales a los que nos enfrentamos cuando hablamos de longevidad?

Todo este posible progreso a partir de los fármacos antienvejecimiento y las estrategias para combatir el envejecimiento nos abre, sin duda, una serie de nuevas perspectivas éticas que representan retos importantes a considerar pronto. ¿Quién tendrá acceso a estos fármacos? ¿Quién podrá beneficiarse de las estrategias antienvejecimiento? Como ocurre con todos los avances científicos, inicialmente solo una parte de la población, generalmente la más rica, tiene acceso a estos desarrollos. Esto es algo que probablemente veremos, ya que los países occidentales tendrán acceso a estos fármacos antes que el resto del mundo. Eventualmente, se espera que su uso se generalice, pero mientras tanto, podemos estar contribuyendo a crear una humanidad a dos velocidades: aquella que puede vivir cómodamente hasta los 100 años y aquella que, en algunos lugares, como en ciertos países de África, sigue teniendo una esperanza de vida de solo 50 años debido a enfermedades infecciosas. Por lo tanto, enfrentamos retos significativos que debemos resolver como sociedad. Además, ¿de qué sirve llegar a los 100 años si no sabemos qué hacer con las personas de esa edad? No podemos simplemente pensar en jubilarnos a los 68 y pasar 30 años sin hacer nada productivo. Así, nadie desearía vivir hasta los 100, especialmente si todavía están activos y tienen la energía, fuerza y deseo de seguir realizando actividades. Hay muchas cuestiones que debemos replantear y pensar conforme avancemos en el desarrollo de terapias potenciales contra el envejecimiento.