El clon de Tyrone: un lúdico ejercicio de humor y estilo con ecos del blaxploitation de los años 70

El clon de Tyrone: un lúdico ejercicio de humor y estilo con ecos del blaxploitation de los años 70
El clon de Tyrone: un lúdico ejercicio de humor y estilo con ecos del blaxploitation de los años 70

El clon de Tyrone (They Cloned Tyrone, Estados Unidos, 2023). Dirección: Juel Taylor. Guion: Juel Taylor, Tony Rettenmaier. Fotografía: Ken Seng. Edición: Saira Haider. Elenco: John Boyega, Jamie Foxx, Tyonah Parris, Kiefer Sutherland, J. Alphonse Nicholson. Duración: 122 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.

Luego de la explosión del “black terror” con ¡Huye! (2017), la moda de repensar el horror y el policial desde la larga lucha racial de los Estados Unidos fue hundiéndose en algunos traspiés. Experiencias como Candyman (2021), con guion y producción del mismo Jordan Peele, o la ambiciosa serie Lovecraft Country que combinaba el ingenio de Misha Green, la ambición de Peele productor, la literatura de Matt Ruff y el universo de H. P. Lovecraft, avisaban los peligros de esa pretendida trascendencia. Decir mucho y de manera grandilocuente convertía a las series y películas en artefactos de denuncia algo oportunista, sin carnadura en la ficción ni magnetismo en los personajes que, con el correr de algunos meses, languidecían como ejemplos de un subgénero muerto antes de madurar.

Sin embargo, algunos parecieron no rendirse, Peele levantó la puntería con Nope (2022), una de las mejores películas del año pasado, y Netflix finalmente estrenó El clon de Tyrone, divertido cruce entre el blaxploitation y la sci-fi paranoica que tenía guardado desde hace dos años. La película asume el espíritu de la crítica racial sin pretensiones ni solemnidades, luciendo una estética heredera del neo noir de los 70, de colores opacos y constantes penumbras, y un humor que combina la sátira social con el absurdo. Dirigida por Juel Taylor, El clon de Tyrone reúne citas a Foxy Brown (1974) con Pam Greer, y a la olvidada El hombre sin sombra (2000) de Paul Verhoeven –que se convierte en un mantra para los personajes-, al igual que referencias a la detective adolescente Nancy Drew y al universo inexplicable de Los expedientes secretos X, pero consigue revitalizar con humor y buen ritmo el hoy tan desgastado reino del policial que ha impregnado a todo el streaming.

El clon de Tyrone
El clon de Tyrone

La historia es la de Fontaine (John Boyega), un dealer del barrio ficticio de El Glen que un día como tantos otros decide ir a cobrar una deuda a Slick Charles (Jamie Foxx), un brilloso proxeneta que administra su “negocio” desde el motel Royal. Luego de su rutina de disputas con competidores, raspaditas sin premio y la dosis diaria de alcohol, Fontaine golpea la puerta del Royal, amedrenta a Slick por el dinero adeudado, y sale airoso a la noche que lo espera. Pero allí también le aguarda la venganza de su adversario Isaac (J. Alphonse Nicholson) y una balacera que lo deja tendido en el auto. Después de lo que parece una muerte segura y el consiguiente sueño eterno, Fontaine se despierta en su cama como siempre. Vuelve a deambular por el barrio, comprar la bebida y la raspadita, tocar la puerta en el motel Royal. Lo que se anuncia como un extraño loop temporal al estilo de Hechizo del tiempo o la serie Muñeca rusa, concluye en el descubrimiento de un extraño proyecto secreto que tiene como objetivo clonar a los habitantes negros del vecindario.

El clon de Tyrone
El clon de Tyrone

El secreto que se esconde en las profundidades de una gran casona y en otros enclaves del misterioso El Glen es la coartada perfecta para la estética anacrónica que define a la película, ambientada en un tiempo que evoca a los años 70 en los autos, los peinados afro, la decoración de los bares y el mundo de fiolos y prostitutas, pero que al mismo tiempo incluye celulares, hip-hop y referencias históricas al presente para conseguir una amalgama casi onírica. La encrucijada de Fontaine no será solamente la revelación de quién es verdaderamente y de dónde provienen sus dilemas morales, sino su rol en el precario equilibrio que parece definir al barrio y por ende a los Estados Unidos como marco más amplio. Consciente de los ecos todavía vigentes del “Black Lives Matter”, la película presenta un universo donde las limitaciones y condicionamientos son vistas desde una identidad siempre asediada por el poder de los blancos.

El clon de Tyrone
El clon de Tyrone

Pero lo que distingue a El clon de Tyrone es sin lugar a dudas el humor de su tríada protagonista, sobre todo Jamie Foxx y la extraordinaria Yo-Yo (Teyonah Parris), una trabajadora sexual que inicialmente acompaña a Fontaine y al reacio Slick en la pesquisa por el verdadero mago detrás de la cortina, para luego revelarse como una agente astuta y sofisticada de la investigación. La textura sucia, rugosa y casi palpable de la imagen sobre las calles, en el motel o en los diversos antros en los que se dirime la acción, contrasta con los ascéticos escenarios sumergidos bajo la ciudad, signados por los colores chillones del cine de ciencia ficción clásico, territorio de la verdadera toma de decisiones. A medida que el secreto se revela y que el atractivo universo se hace familiar a los ojos del espectador, la película decae un poco en el ritmo pero sin perder el as de la manga que significa descubrir qué hay detrás del lugar que ocupamos en la sociedad.