Esta colaboración entre una mexicana y una europea nos brinda un drama muy especial sobre los desaparecidos
Las películas y las series televisivas relacionadas al fenómeno del narcotráfico en México son incontables. Vaya, existe incluso un show que se llama “Narcos: México”. Pero es menos habitual encontrar producciones narradas desde la perspectiva de las víctimas.
Eso es lo que sucede justamente con “La Civil”, una coproducción mexicana, rumana y belga completamente hablada en español y filmada en el país vecino que, además de contar con unos productores de lujo -entre los que se encuentran los hermanos Dardenne (“Two Days, One Night”), Cristian Mungiu (“4 Months, 3 Weeks and 2 Days”) y Michel Franco (“Después de Lucía”)-, tiene la particularidad de estar comandada por una directora y coguionista rumano-belga, Teodora Mihai, y de tener como protagonista a Cielo, la madre de una adolescente desaparecida que es brillantemente interpretada por la experimentada actriz Arcelia Ramírez.
Empeñados en saber lo que llevó a Mihai a interesarse en la temática central de una cinta que se puede ver desde hoy en el Laemmle Royal y en el Laemmle Glendale, además de otras salas a nivel nacional, nos comunicamos con ella a través de una sesión de Zoom que nos enlazó con la ciudad belga de Gante -donde ella vive- y que nos permitió, en primer lugar, descubrir el impecable nivel de español que maneja.
“Empecé a hablarlo a los 16 años, cuando estudiaba en una escuela de San Francisco, California, donde tenía muchos compañeros latinos”, fue lo primero que nos dijo la cineasta, educada posteriormente en Sarah Lawrence College, una universidad privada de Nueva York. “En realidad, tengo talento para los idiomas. Hablo seis: rumano, español, holandés, inglés, italiano y francés”.
Mientras nos decía esto, recibimos el imprevisto saludo -también en nuestra lengua- de la hija de 5 años de nuestra entrevistada, que, por su parte, habla ya tres idiomas, aparentemente de manera fluida.
Pero el verdadero origen de “La Civil” tiene que ver con un viaje que la misma Mihai hizo a Tamaulipas. “En el 2014, cuando estaba de visita por allá y decidí salir a pasear, me dijeron que regresara antes de la 7 de la noche, porque las cosas se ponían peligrosas después de esa hora”, recordó. “Eso fue una cachetada para mí, porque me di cuenta de lo mal que estaba la situación para los ciudadanos normales [en esos lugares]”.
“En ese momento, yo estaba trabajando en un documental sobre adolescentes rumanas que se encuentran en otra realidad social difícil, pero me llamó mucho la atención hacer algo que mostrara lo que significa crecer en la frontera con Estados Unidos dentro de un contexto en el que sales en la mañana y no sabes si vas a regresar en la noche”, declaró.
Cambio de formato
La idea inicial de Mihai era desarrollar el concepto a través del formato documental y desde la perspectiva de los niños de la región afectada. Sin embargo, durante los dos años y medio de investigación que desarrolló, conoció a Miriam Rodríguez, una mujer de Tamaulipas que persiguió a los asesinos de su hija a lo largo y ancho de México, realizando incluso labores detectivescas, y que logró que una decena de criminales fueran encarcelados antes de ser asesinada por tres de ellos en 2017.
“El encuentro con Miriam fue tan impactante que decidí cambiar el punto de vista del relato para adoptar el de una madre en búsqueda”, retomó la directora. “Le pedí permiso para grabarla día a día con el fin de hacer un documental observacional, pero después de dos semanas, no dimos cuenta tanto del peligro que existía al hacer eso como de la dificultad que había para captar la realidad con el equipo tan pequeño que teníamos, conformado por cuatro personas”.
“Eso motivó el pase a la ficción, que además de no poner en riesgo a nadie, me daba la posibilidad de tratar el tema de manera metafórica, sin ubicar por ejemplo la historia en una locación específica”, añadió.
Arcelia Ramírez se enteró de la existencia del proyecto gracias a un correo electrónico de Mihai que le pareció muy hermoso, aunque lo que la llevó definitivamente a aceptar la propuesta fue la lectura del guion. “Fue un golpe al espíritu, al estómago, al corazón, porque era uno de los másn poderosos que he leído, y el personaje que se me ofrecía es uno de los más extraordinarios que he tenido en mis manos”, nos dijo la actriz en una entrevista separada, mediante una conexión telefónica con Ciudad de México, donde se encuentra grabando una serie televisiva.
“Se trataba de un privilegio enorme y de una responsabilidad tremenda, porque implicaba darle vida a estas heroínas que, por desgracia, son cada vez más numerosas en este país”, agregó.
La construcción del personaje
Las primeras conversaciones extensas entre Mihai y Ramírez tuvieron que realizarse de manera virtual debido a la inesperada llegada de la pandemia, que pospuso la filmación más de una vez. “Finalmente, Teodora pudo venir a México, y a partir de ahí, nos vimos todos los días para hablar de Cielo, de cada escena de la película y de cada uno de los matices que esta podría tener”, detalló la actriz. “Hicimos un análisis de texto muy exhaustivo”.
Mihai le pidió a Ramírez que construyera al personaje a partir de su imaginación, del guion y de la información que ella misma le proporcionara, sin brindarle acceso a la investigación que había desarrollado en torno a la figura de Rodríguez. “Esto no es la vida de Miriam, por lo que ese no era el camino”, precisó la intérprete. “Miriam estaba buscando a los asesinos de su hija, mientras que Cielo no, porque piensa que ella está todavía viva”.
“Además, Teodora no me dio la escena final, sino que esperó hasta el último día de rodaje para ofrecérmela y para llevarla a cabo”, agregó. “Quería que yo reaccionara en el momento, para reflejar esa incertidumbre que sucede con las madres, porque lo que más las tortura es no saber [lo que ha pasado con sus seres queridos]”.
Obviamente, al vivir en México y al estar constantemente expuesta a las noticias relacionadas al fenómeno que se narra en la cinta, Ramírez contaba ya con herramientas valiosas que le permitían acercarse al personaje. “Es una realidad que vivimos todos los días, que nos duele y que nos preocupa”, reconoció. “Me parecía importante aportar un granito de arena para robustecer la reflexión, para que hubiera un material que explotara en las entrañas del espectador, para crear conciencia y para convocar a las personas que tienen participación en la vida pública y son responsables de la construcción de un sistema de justicia que ayude realmente a las víctimas”.
Cuando llegó el momento de elegir al reparto, Mihai estaba consciente de la necesidad de encontrar a la persona adecuada para la interpretación de un personaje que aparece en todas las escenas de la película y que lleva en sus espaldas el peso narrativo de la historia.
“Yo sabía que iba a necesitar no solo a una actriz de gran talento, sino también a una que tuviera mucha experiencia y una gran disciplina”, admitió. “Tenía a Arcelia en el radar desde mi adolescencia por su participación en ‘Como agua para chocolate’ [la recordada cinta de Alfonso Arau]; me había encantado [verla allí], pese a que tenía un papel chiquito, además de ser la narradora”.
“25 años después, cuando me tocaba encontrar a la actriz [de ‘La Civil’], tres personas del ambiente del cine me la mencionaron, y al empezar a leer sobre ella, me di cuenta de la gran carrera que había desarrollado”, contó.
Cruce de géneros
“La Civil” es el primer largometraje de ficción de Mihai, quien, anteriormente, había dirigido “Waiting for August” (2014), un largometraje documental sobre una adolescente rumana que tiene que encargarse de sus seis hermanos.
Para escribir el guion del presente filme, la cineasta contactó a Habacuc Antonio De Rosario, un escritor mexicoamericano que vive actualmente en Bélgica, pero que se crio en Reynosa, México, por lo que conocía bien la realidad de la zona. De Rosario no había escrito nunca un guion, aunque había publicado ya dos novelas.
“Tuvimos que procesar mucha información, porque con toda la investigación que yo había hecho, era difícil saber por dónde empezar”, recordó la artista. “Por otro lado, cuando filmo, no lo hago con la idea de imitar a nadie ni veo ciertas películas para inspirarme; tengo mis ídolos y mis mentores, sobre todo dentro de la tradición del New Wave rumano, lo que explica la presencia de los Dardenne y de Mungiu en ‘La Civil’. Pero esas influencias brotan sin darme cuenta”.
“Lo que sí me llama la atención es utilizar las fronteras que existen entre el documental y la ficción”, precisó. “‘Waiting for August’ hubiera debido ser una ficción, pero terminó siendo un documental porque encontré a una familia tan perfecta que lo único que tenía que hacer prácticamente era seguirla con la cámara. En ese caso, usé muchos recursos de la ficción, y en ‘La Civil’, el estilo es muy documentalista. Creo que cada historia encuentra su formato, y lo que hago yo es contar historias, no definirme por géneros”.
Más allá de las referencias que pueda tener Mihai, “La Civil” se vincula con otras cintas recientes de autoría femenina que han tocado temáticas semejantes, como ha sido el caso de “Noche de fuego” (dirigida y coescrita por la mexicana-salvadoreña Tatiana Huezo) y “Sin señas particulares” (dirigida y coescrita por la mexicana Fernanda Valadez).
Aquí, tenemos en la pantalla a una mujer que se enfrenta valientemente a unos delincuentes y que, por ello, responde realmente a ese sentido de empoderamiento que se ha venido usando de manera tan gratuita en los últimos tiempos, lo que no puede resultar gratuito cuando se considera que el trabajo proviene de una mente igualmente femenina.
“Me gusta abordar historias protagonizadas por mujeres que se encuentran en situaciones que las obligan a hacer cosas excepcionales”, reconoció Mihai. “Pero no me gusta que mis personajes estén en blanco y negro; la misma Cielo es víctima, pero llega un punto en la que se vuelve casi una perpetradora”.
“El mensaje por ahí es que, una vez que uno es tocado por la violencia, el riesgo mayor es el de volverse violento, el de convertirse en parte del mismo círculo vicioso debido a las circunstancias, la apatía, la corrupción y la falta de interés de la sociedad por apoyar al individuo”, pronunció.
Audacias e inseguridades
“La Civil” se filmó en Durango. Pese a los problemas económicos que atraviesa, este es uno de los estados fronterizos menos afectados por la violencia que se retrata en el filme. “En ese sentido, hubo mucha seguridad”, nos dijo Ramírez. “Nunca sentí miedo alguno por asuntos vinculados al crimen organizado”.
Los problemas logísticos se dieron por otro lado, porque el rodaje se hizo durante noviembre y diciembre de 2020, es decir, cuando el mundo lidiaba con los embates más severos del Covid-19 y no existían todavía las vacunas, lo que planteó retos adicionales para la actriz, quien tenía que enfrentarse a los desafíos de una interpretación particularmente dura.
“Yo desayunaba lo mismo todos los días, hacía yoga, caminaba y procuraba no comer con todo el mundo, porque no podía enfermarme, debido a que salía en todas las escenas y eso hubiera detenido por completo el rodaje”, precisó. “Teníamos un presupuesto muy ajustado; todo el dinero era europeo. No hubo apoyo del gobierno [central], aunque el estado de Durango sí ayudó”.
En el Festival de Cannes de 2021, además de ser celebrada por la audiencia con un aplauso de pie que se extendió por 8 minutos, “La Civil” recibió el Premio a la Audacia, lo que le parece a Ramírez absolutamente razonable en vista de los esfuerzos que se hicieron para sacar adelante el proyecto.
“Hablar de este tema, hacerlo de esta manera y lograrlo en la situación de riesgo en la que estábamos lo justifica”, dictaminó. “Hubo mucha determinación en su realización, y muchas de las personas involucradas tenían historias personales relacionadas a lo que estábamos contando”.
Para la actriz que ha trabajado dos veces con el eminente Arturo Ripstein (en las cintas “Así es la vida” y “Las razones del corazón”), el hecho de que “La Civil” haya sido creada por una extranjera permite el descubrimiento de una mirada más vasta sobre el fenómeno mostrado que la que se ha tenido habitualmente.
“Hay muchas películas mexicanas que abordan este tema, y todas aportan una visión distinta que hay que tener en cuenta; pero la complejidad que plantea Teodora, con todas las instancias del infierno a las que se enfrenta Cielo, y que incluyen su vínculo con el ejército, muestran una perspectiva que no se limita o un solo lugar o una sola época”, nos dijo.
“Además, Cielo no es únicamente una mujer que está buscando a su hija, sino que se está buscando a sí misma, que está tratando de librarse del machismo que la rodea y de la sombra del marido que la acaba de abandonar”, agregó. “Jamás pensó tener la fuerza y la determinación necesarias para enfrentarse a la terrible situación que la aqueja, pero, en el camino, fue descubriendo que podía hacerlo”.
Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.