Confirmado: el dinero no da la felicidad
Nos obsesiona la idea de alcanzar la felicidad plena, y para ello nos dejamos guiar por una máxima muy peligrosa: tener, tener y tener. Nunca es suficiente, siempre queremos más. ¿Es el dinero la clave para ser feliz (y estar sano)?
El objetivo en esta vida es ser feliz y disfrutar a tope del tiempo que tengamos, ¿cierto? Pero resulta que en la sociedad actual la felicidad se mide por el éxito que tengamos y, a su vez, éste está asociado a tener más de todo. Y si no tenemos de todo somos unos desgraciados y unos fracasados.
¡Ahí le has dado! De esa percepción depende todo. El nivel de satisfacción de las personas con su propia vida influye más sobre la salud que las emociones que experimentan en su día a día. Esta es una de las principales conclusiones a las que llegó un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). El trabajo, apoyado por la OMS, se basó en testimonios de personas con diferentes niveles de ingresos en nueve países.
Tras entrevistar a más de 50.000 personas de nueve países, investigadores del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) argumentan que la felicidad contribuye a tener un mejor estado de salud.
El estudio evaluó dos componentes de la felicidad:
La felicidad evaluada, cómo de satisfecha está una persona cuando piensa sobre su vida.
La felicidad experimentada, frecuencia e intensidad de las emociones positivas y negativas que siente una persona en su día a día.
Los resultados mostraron que la felicidad está relacionada con la salud tras controlar el efecto de otros factores como el sexo, la edad, el nivel educativo, el nivel de ingresos, el estado civil y el lugar de residencia.
El trabajo, publicado en Globalization and Health, también concluye que el nivel de satisfacción de las personas con su propia vida influye más sobre la salud que las emociones que experimentan en su día a día, y que las emociones negativas tienen un mayor peso sobre la salud que las emociones positivas.
Según los autores, una de las fortalezas del estudio es que fue realizado en países con diferentes niveles de ingresos.
“La mayoría de la evidencia disponible hasta el momento provenía de países de ingresos altos, principalmente europeos y de Estados Unidos, pero nosotros hemos encontrado que esta relación también se da en países de menores ingresos de Asia, África y América Latina. Esto es importante si tenemos en cuenta que el 85 por ciento de la población mundial vive en países de ingresos medios y bajos”, afirma Marta Miret, primera autora del artículo.
Por otro lado, según los investigadores, estos resultados ponen de manifiesto que para mejorar la salud de una población no sólo es necesario elaborar políticas sanitarias.
“También es importante realizar intervenciones que ayuden a que las personas se sientan más satisfechas con sus vidas y que pasen menos tiempo realizando actividades que les hacen experimentar menores niveles de felicidad, como disminuir el tiempo que dedican los ciudadanos a los desplazamientos. Esto implicaría que el sector sanitario puede colaborar con otros sectores como el sector cultural, de infraestructuras o de planificación urbana con el fin de contribuir a una mejor salud de la población”, afirma Miret.
Por el contrario, los economistas Eugenio Proto y Aldo Rustichini aseguran la gente tiende a ser más feliz en los países con ingresos superiores a la media. En particular, encontraron una correlación entre la satisfacción con la vida y el PIB per cápita, incluso cuando ajustaron los resultados por paridad de poder adquisitivo, pero que esta satisfacción de vida tenía un límite superior.
Los datos revelaron que el promedio de satisfacción con la vida alcanza un pico en los países que tienen un ingreso promedio anual de alrededor de 33.000 dólares (al rededor de 28.000 euros), y que después de eso, la satisfacción con la vida tiende a disminuir a medida que aumenta la riqueza.
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