Este viernes se dio a conocer la causa de la muerte del actor estadounidense Ryan O’Neal, que falleció el 8 de diciembre pasado, a los 82 años. Según el certificado de defunción, que fue publicado por The Blast y replicado por los principales medios estadounidenses, el protagonista de Historia de amor sufrió una insuficiencia cardíaca congestiva luego de padecer una miocardiopatía durante años.

El certificado también revela que, al momento de morir, estaba hospitalizado en el Centro de Salud Providence Saint John’s en Santa Mónica, California, y que sus restos descansan en Pierce Brothers Westwood Village Memorial Park & Mortuary, en la localidad de Westwood, de ese estado.

La insuficiencia cardíaca congestiva es una afección en la cual el corazón ya no puede bombear sangre rica en oxígeno al resto del cuerpo de forma eficiente. A medida que el corazón se debilita, la sangre comienza a retroceder y a forzar el líquido a través de las paredes capilares, lo que resulta en una acumulación de líquido en los apéndices y órganos.

Las palabras de su hijo

La noticia del fallecimiento de O’Neal fue dada a conocer por su hijo, Patrick, a través de un extenso y sentido texto que compartió en su cuenta Instagram. “Como ser humano, mi padre fue muy generoso. Y la persona más divertida en cualquier lugar. Fue claramente el más guapo, y también el más encantador. Una combinación letal. Le encantaba hacer reír a la gente, era prácticamente su objetivo. Sin importar la situación, cada vez que había una broma allí estaba. Realmente quería hacernos reír a todos”, lo definió.

Y agregó: “Esto es lo más difícil que he tenido que decir, pero aquí vamos. Mi papá ha fallecido hoy, con su amoroso equipo a su lado, apoyándolo y amándolo como él haría con nosotros”.

O’Neal se convirtió definitivamente en estrella en 1970, cuando logró imponerse entre 500 aspirantes y ganó el papel protagónico de Historia de amor (Love Story). Millones de personas en todo el mundo presenciaron en la pantalla el relato de un romance juvenil que tenía todo para ser feliz y eterno, y, en cambio, terminó de la peor manera. O’Neal y su compañera Ali MacGraw pasaron en un segundo de casi desconocidos a famosos. Todas las puertas se abrieron de inmediato para ellos, empezando por la del Oscar. La única nominación de toda su carrera la obtuvo por aquel film.

En ese momento, O’Neal tenía 30 años y dos matrimonios a cuestas, uno ya terminado en divorcio con la actriz Joanna Moore y otro que iba en ese mismo camino, con su colega Leigh Taylor-Young. De la primera unión nació Tatum O’Neal, la primera de sus cuatro hijos. Tan precoz resultó Tatum al seguir los pasos paternos que a los 10 años se convirtió en la actriz más joven en ganar un Oscar por su papel en la comedia Luna de papel (1973), que hizo junto a su padre, de nuevo a las órdenes de Bogdanovich.

En esa misma década del 70, fue convocado por Stanley Kubrick para protagonizar Barry Lyndon. En el medio hubo más comedias ligeras como El ladrón que vino a cenar, Dos vaqueros errantes y Pelea de fondo, en este caso junto a Barbra Streisand. Esa década llena de grandes augurios para O’Neal se cerró con otro de sus mejores papeles en Driver (1978), de Walter Hill, junto a Bruce Dern e Isabelle Adjani.

La carrera posterior de O’Neal tuvo algunos escasos momentos atractivos cuando en los 80 volvió a mostrar su destreza para la comedia en Socios, Irreconciliables diferencias y El cielo se equivocó. Pero de allí en adelante su nombre estuvo más asociado a episodios de su vida personal y familiar que a un recorrido artístico que empezó a andar a los tumbos.

O’Neal encontró el amor de su vida en otra gran estrella, Farrah Fawcett. Vivieron juntos más de dos décadas y tuvieron un hijo, Redmond, que terminaría arrestado junto con su padre por posesión y consumo de drogas en 2008. No fue este el único episodio resonante que tuvo al actor como protagonista. Otro de sus hijos, Griffin (el segundo que tuvo con Moore) llegó a acusarlo de haberlo iniciado en las drogas a los 11 años. Tatum, a su vez, se casaría más tarde con el tenista John McEnroe y mantuvo durante casi un cuarto de siglo un largo distanciamiento con su padre.