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Las consecuencias que tendrá la salida de los duques de Sussex de Frogmore Cottage

Carlos III tiene un objetivo: reducir la mastodóntica monarquía británica y hacerla más austera y cercana a los ciudadanos. Eso pasa inevitablemente por atomizar el núcleo duro, rebajar presupuestos y evitar que existan residencias reales vacías la mayor parte del año. Son decisiones populares para la opinión pública, pero difíciles de encajar para los miembros de la familia afectados. El último movimiento en esta dirección ha sido el desalojo de los duques de Sussex de Frogmore Cottage para ubicar allí al príncipe Andrés, que vive actualmente en Royal Lodge, una vivienda más grande también en Windsor. El malestar para los implicados es previsible, pero ¿qué consecuencias acarreará esta decisión más allá del posible agravio?

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Adiós a su 'lugar seguro'

El príncipe Harry y Meghan Markle no se han pronunciado aún, aunque su portavoz en Estados Unidos ha confirmado la información y Omid Scobie, periodista cercano a la pareja, ha asegurado que es una "crueldad" dejarles sin "su lugar seguro" en Reino Unido. Si algo preocupa a la pareja desde su mudanza a Estados Unidos es la protección de su familia. Tanto, que el Duque inició una batalla legal contra el Ministerio de Interior británico para que le restablezca el nivel de seguridad del que gozan los miembros de la realeza cada vez que él, su mujer o sus hijos se encuentren en el país. De momento, el litigio sigue su curso y perder su residencia allí, situada en los terrenos del castillo de Windsor y por tanto con las máximas medidas de seguridad, podría condicionar su asistencia a la coronación de su padre en mayo, a pesar de que todo apunta a que podrán disponer de la vivienda hasta principios de verano.

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Los duques de Sussex
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Los duques de Sussex disponen de protección privada, pero para Harry es insuficiente ya que su equipo no tiene acceso a la información de los servicios de inteligencia del país y esta circunstancia ya hizo que en el pasado afirmase no sentirse seguro en Reino Unido. Aunque no cabe duda de que sí existe voluntad, su alojamiento, en esta y en otras ocasiones , no supondría un problema, es el pulso que el hijo menor de Carlos de Inglaterra mantiene con el Estado -a nivel judicial-, con Buckingham -en el plano institucional-, y con su familia - en el personal, el que podría condicionarle. De no asistir a la coronación, el príncipe Harry reforzaría su postura y su mensaje, aunque supondría volar un nuevo puente en su ya maltrecha relación con los Windsor.

En cualquier caso, la consecuencia más inminente es que el duque de Sussex dejará de ser elegible para ser uno de los consejeros de Estado del Rey, con competencias para representarle en su ausencia ya que uno de los requisitos imprescidibles es tener residencia en el Reino Unido. Su nueva vida en Estados Unidos ya le impedía ejercer esta función, por lo que Carlos III añadió a finales de año nombró al príncipe Eduardo y a la princesa Ana consejeros de Estado. El duque de York, que también formaba parte de este selecto grupo, sí reside en el país pero está retirado de la vida pública. Los medios británicos apuntan a él como el nuevo inquilino de Frogmore Cottage.

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Al final este movimiento arrincona aún más a los dos miembros que, por diferentes razones, han abandonado sus funciones reales. Harry y Meghan se quedan sin su campamento base en Reino Unido y el príncipe Andrés deberá dejar Royal Lodge, una residencia mucho más grande (y, por supuesto cara) para mudarse a la vivienda de cinco habitaciones que tanto le gustaba a su sobrino. Según el Daily Mail, fuentes de su entorno aseguran que para el hermano de Carlos III este cambio es "una degradación". Lo cierto es que su asignación en la distribución de los fondos privados es ahora menor en línea con el propósito del Rey de 'adelgazar' la monarquía.