Los contratiempos no frenan el destacado lugar que Carlos III quiere para la reina Camilla
Han sido meses complicados para la Familia Real británica y lo serán hasta que la princesa de Gales, Kate Middleton, esté plenamente recuperada y formando parte activa de la agenda institucional. Sin embargo, a pesar de los continuos cambios de planes, algunos por la propia salud de Carlos III y otros por la agenda política de un país que tiene elecciones generales el 4 de julio, el soberano ha conseguido recuperar algunas tradiciones que tenía pendientes y lo ha hecho con el respaldo de las “piezas” principales de su monarquía, incluido el príncipe Guillermo. Los pesos pesados de la Casa Windsor se han trasladado a Escocia para celebrar la Semana del Holyrood, que ha incluido un nuevo homenaje del rey a su esposa, la reina Camilla.
Comencemos explicando que esta semana, que normalmente se celebra entre junio y julio, es una tradición del soberano británico en tierras escocesas. Allí, en el palacio de Holyrood, principal residencia de los monarcas de Escocia desde el siglo XVI, el monarca recibe a personalidades o miembros destacados de la sociedad escocesa para celebrar su idiosincrasia, logros y vida en comunidad. Tradicionalmente esta semana comienza en la explanada del palacio con la Ceremonia de las Llaves, un gesto que simboliza el recibimiento de la rey en la ciudad de Edimburgo y que tuvo este martes con la presencia de la reina Camilla, que llevó un nuevo broche con simbología escocesa que había pertenecido a la reina María de Teck, y también de los duques de Edimburgo, que dado su título están llamados a tener una mayor presencia en las funciones institucionales que se celebren en Escocia.
Uno de los asuntos pendientes que tenía Carlos III era celebrar de forma oficial el nombramiento que él mismo hizo hace unos meses de la reina Camilla y el príncipe Eduardo como miembros de la Más Antigua y Más Noble Orden del Cardo, el honor de caballería más alto que el soberano británico puede otorgar en Escocia y que se materializa con un servicio religioso en la Catedral de St Giles, un acto similar al que se celebra en el Castillo de Windsor con la Noble Orden de la Jarretera y que el príncipe Guillermo no se ha perdido, un gesto que viene a indicar que, a diferencia de lo que sucedió a comienzo del año, los Windsor vuelven a remar todas a una.
En príncipe de Gales, que cuando está en Escocia usa su título de duque de Rothesay y fue investido caballero de la Orden del Cardo por su abuela, Isabel II, en el año 2012, llegó directamente para un acto que normalmente cuenta también con la presencia de la princesa Ana, que sigue recuperándose de la caída del caballo. Tras la breve ceremonia y una pequeña procesión, la Familia Real británica se retiró para un almuerzo privado en el Palacio de Holyrood. Un recordatorio fugaz de la toda la pompa y el brillo que conservan los Windsor.