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La 'Costa de los Cardenales': la ruta por bares de toda la vida de Madrid que vuelve a estar de moda

Madrid lleva fantaseando toda la vida con la idea de tener mar, playa o costa. En los años 30 se creó una playa artificial que estuvo vigente durante años y años, por ejemplo, y muchas zonas de Madrid han sido conocidas popularmente como costa. Es el caso de 'Costa Fleming', por ejemplo, una zona en los números pares de Castellana entre Santiago Bernabéu y Plaza de Castilla, famosa en los años 60 por su animado ambiente nocturno.

El bar Mazarino, de Eduardo Dato. Foto: Restaurante Mazarino
El bar Mazarino, de Eduardo Dato. Foto: Restaurante Mazarino

Otra de estas particulares 'costas' es la de los 'Cardenales' por la que transitan desde los años 70 intelectuales, empresarios, artistas y demás ilustres de la ciudad. Se llamó así por la coincidencia de tres bares con nombre de cardenal (Richelieu, Mazarino y Fleury) abiertos en la línea recta que forman las calles Eduardo Dato y Juan Bravo. Los tres siguen abiertos, aunque Fleury ha cambiado su nombre por el de Milford. Mazarino (Eduardo Dato, 13) amagó con su cierre el verano pasado aunque finalmente fue 'rescatado' por el Grupo Café de París, con varios locales en Madrid.

Los nuevos propietarios de Mazarino han mantenido su carismática decoración, con aire de club inglés, con una tupida moqueta en el suelo, su famosa escalera tallada y clásico mobiliario, siempre presidido por una imponente barra y el retrato del Cardenal y diplomático que le otorga el nombre. Aquí hay aparcacoches y limpiabotas, señas de identidad de un Madrid clásico que no pasa de moda. En 2006 el local sufrió un incendio y parte de la reforma ha consistido en volver al aspecto que tenía Mazarino antes de esa fecha.

El 'steak tartar' de Mazarino. Foto: Restaurante Mazarino
El 'steak tartar' de Mazarino. Foto: Restaurante Mazarino

En sus mesas no es raro ver a grupo de jóvenes que seguramente nacieron en los 80 o en los 90, cuando Mazarino ya llevaba unos años dando guerra. Pablo Caruncho, actual director de Mazarino, considera que el secreto para atraer a nuevas generaciones es que "los clásicos nunca pasan de moda, y que un buen servicio es siempre de agradecer, tengas la edad que tengas. Ocurre lo mismo con los sitios confortables en los que pasar horas o las terrazas al sol".

En este clásico de la 'Costa de los Cardenales' también se come, claro. Son apuestas seguras, según Caruncho, "el solomillo, también en montado, las anchoas o los calamares para compartir, las gambas, la merluza, el 'steak tartar' y el escalope. Y el menú de mediodía también tiene mucho éxito". Además, se han adaptado a los tiempos que corren con versiones veganas de algunos de sus platos, como la hamburguesa. En el apartado de los postres se apuesta por lo clásico, con opciones como la tarta de queso Ibarrola o el tocinillo de cielo.

El solomillo de Mazarino. Foto: Restaurante Mazarino
El solomillo de Mazarino. Foto: Restaurante Mazarino

Los otros dos faros de esta madrileñísima 'costa' también mantienen su brillo. En Richelieu (Eduardo Dato, 11) funciona una fórmula ciertamente parecida a la de Mazarino: interior clásico, con decoración en madera y butacas cómodas, y una terraza siempre de bote en bote que aprovecha al máximo la anchura de Eduardo Dato. Aperitivo, cócteles clásicos y apuestas por platos clásicos en la carta. En Milford (Juan Bravo, 7), un poco más arriba, prevalece el estilo de pub inglés, con una enorme lámpara colgando en el centro del local, del piso de arriba al de abajo. Para comer, sándwiches, ensaladilla rusa, croquetas... El interior tiene encanto pero seguramente lo que más tire de su clientela sea su bien acondicionada terraza. Como Caruncho resume: "Pensamos que el artificio de estos tiempos que corren es pasajero y que al final las cosas sencillas y bien hechas perduran". Ese es el secreto de que en la 'Costa de los Cardenales' aún se sigue navegando pese a las inclemencias del paso del tiempo. Y con el viento de cara.

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