Crítica. Caetano Veloso en esencia y con un concierto compacto, coherente y sólido
Concierto: Gira Meu Coco. Artistas: Caetano Veloso (voz, guitarra, dirección general), Alberto Continentino (bajo), Lucas Nunes (guitarras, dirección musical), Rodrigo Tavares (teclados), Thiaguinho de Serrinha (percusión) y Kainã do Jêje (batería, percusión). Lugar: Movistar Arena. Telonero: Rodrigo Abrevaya. Nuestra calificación: muy bueno.
Es difícil, o casi imposible, analizar una actuación del bahiano Caetano Veloso como la de un artista cualquiera. Es que este hombre nacido en Santo Amaro da Purificação, que está a punto de cumplir sus 81 años y sigue moviéndose y bailando como un mimbre, delgado y con una garganta que no ha perdido un ápice de su frescura, está en el panteón más alto de los artistas populares de nuestro continente. Entonces, cuando el piso es tan alto, cuando muchas de sus canciones son emblemas del repertorio latinoamericano, cuando le puso letra y música a tantísimos colegas, cuando nos enfrentamos a un artista que conoce el escenario y los tiempos del show como muy pocos, todo lo que pueda escribirse con espíritu crítico puede sonar hasta insolente.
Por el lado de la crónica, deberíamos decir que Caetano vino esta vez con un nuevo álbum bajo el brazo que se llama Meu Coco, que grabó con montones de artistas –entre ellos, con Jaques Morelenbaum que, curiosa y casualmente, está por estos días en Buenos Aires- y que lo está presentando con esta gira. Sin embargo, hubo apenas cuatro de los temas del nuevo trabajo entre los veintitantos que compusieron la lista. Vestido de impecable blanco –camisa, ambo y zapatillas- y respaldado por un quinteto pop con mucha percusión de samba, prefirió recorrer muy distintos momentos de su historia. Volvió a piezas más antiguas de su repertorio –”You Don’t Know Me”, “Trilhos urbanos”, “Avarandado”, “Muito Romântico”, “Itapuã”- e hizo algunas más cercanas en el tiempo. Homenajeó al escritor Augusto Campos con un recitado para el poema “O pulsar”. Hizo un largo y muy conmovedor discurso sobre Violeta Parra y Mercedes Sosa –con un manejo de los tiempos teatrales dignos del mejor actor- como previa para una versión en castellano emotiva pero algo desprolija de “Volver a los 17″. Y, naturalmente, se hizo gigante con algunos de sus clásicos, como “Sampa”, “Reconvexo”, “O Leãozinho” –aquella bellísima pieza de espíritu infantil que hiciera para el bajista Dadi Carvalho hace muchos años-, “Baby” –con la que recordó a su amiga Gal Costa, que la había hecho suya- o “Lua de São Jorge”. Pero no cedió a la tentación de hacer un show de hits, como quizá hubiera esperado parte de su público que, de todos modos, lo ovacionó con admiración reverencial desde el comienzo y hasta el último bis.
Si hubiera que sintetizar el estilo que atravesó todo un concierto compacto, coherente, sólido, con los altos y bajos que requiere cualquier espectáculo, diríamos que fue el pop/rock, que hasta incluyó algún solo de guitarra eléctrica bien rockero. Pero el samba, sobre todo, y la bossa nova fueron protagonistas fundamentales y no faltaron citas rítmicas al candombe uruguayo o a la chacarera argentina.
En algunas declaraciones púbicas, Veloso dejó traslucir que este tour con el que está recorriendo muchos lugares del mundo podría ser el último de su vida. Muy probablemente, esté sintiendo el peso de los años sobre su osamenta; es natural. Pero viéndolo cantar y moverse sobre el escenario, nadie podría suponer que lo que sucedió frente a un Movistar Arena repleto fue la despedida de este artista enorme .