Crítica Punk | Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya - El Inicio... y el final
Desde su debut en la década de los ochenta, el anime Saint Seiya supo cautivar al público de todo el mundo —de manera notoria en Latinoamérica— con su narración épica, personajes memorables y una animación cautivadora. Como una de las más queridas caricaturas de los niños de los noventa, con una base de fieles fans antes los cuales responder, la reciente adaptación live-action de Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya - El Inicio (5%) ha dejado a la gran mayoría de sus seguidores decepcionados por un gran número de factores.
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Y es que, en el ámbito de las adaptaciones cinematográficas, trasladar el fantástico mundo del manga y el anime a la acción real ha demostrado ser una tarea desalentadora para sus fans. Este nuevo desacierto, deja mucho que desear a pesar de su fabulosa premisa y su elenco con estrellas de renombre, atrapadas en una confusión con respecto a su identidad y un guión que deslució por sus deficiencias.
El sueño de un mangaka se desvanece
El autor de Saint Seiya, el mangaka Masami Kurumada , siempre manifestó su deseo de adaptar su obra a una cinta de live action, pero fue hasta el 2016 cuando Toei Animation reveló al fin que dicha adaptación estaba en desarrollo. Más tarde, en mayo de 2017, se confirmó a Tomasz Baginski como director. Inicialmente, estaba planeada como una coproducción con Sony Pictures y la compañía china A Really Good Film Company, aunque posteriormente esta última se retiró del proyecto.
El guión original fue adaptado por Josh Campbell —Avenida Cloverfield 10 (90%) y La Liga Extraordinaria (17%)— y Matt Stuecken, con posteriores adiciones de Kiel Murray —Raya y El Último Dragón (97%). Finalmente, el elenco principal fue anunciado en septiembre de 2021 e incluyó a Mackenyu, Madison Iseman, Sean Bean, Diego Tinoco, Famke Janssen, Nick Stahl y Mark Dacascos. La filmación se llevó a cabo entre julio y septiembre de 2021 en Hungría y Croacia, con el afamado Andy Cheng a cargo de la coordinación de las peleas y las acrobacias.
Si bien existieron algunas dudas respecto a la adaptación de un anime con este nivel de popularidad, el punto de partida no parecía ser tan malo. La historia que todos conocemos, se centra en un joven huérfano llamado Seiya, quien descubre que su destino está entrelazado con el de una joven que encarna a la Diosa Atenea. Para cumplir su papel de protector y salvador del mundo, Seiya debe enfrentar su pasado y convertirse en un Caballero del Zodíaco. La premisa, a priori prometedora, parecía apegarse a lo cánones de su historia, pero nada podría haber estado más alejado de la realidad.
Una vez con un director a la cabeza del proyecto, esta película demoró en debutar, e incluso antes experimentó notables retrasos para comenzar a filmarse, con una aprobación del estudio dada desde 2017 y el inicio de rodaje en septiembre de 2021. Y es verdad, no podemos dejar de lado el factor pandemia, pero aun tomando eso en cuenta muchas otras producciones entregaron filmes que al menos lucieron finalizados al tiempo de su estreno en la pantalla grande. Tomaremos esta como una ominosa primera señal de lo que se avecinaba.
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Batallas épicas en medio de la decepción
Uno de los pocos aspectos positivos en términos generales de la película fueron las coreografías dirigidas por Chang, ya bien conocido por su trabajo con Jackie Chan y éxitos de taquilla recientes como Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (95%). Estas tienen especial mérito teniendo en cuenta que tuvieron que enfrentarse a un trabajo de edición que en muy buena parte fue responsable del despropósito de la cinta.
Mientras las piezas que arman la narración fallan al aglutinar en un todo con cierto grado de coherencia, de manera aislada y sin demasiado peso en la historia, las peleas nos muestran de lo que este experto en combate es capaz. Si bien la cinta no tenía demasiado que vender en sus avances, sin duda el enfrentamiento entre Seiya y Nero —Ikki— era el mejor atractivo que estos pudieron mostrar.
En contraste con un CGI evidentemente realizado con corto en presupuesto y a contrarreloj, algunos de sus elementos visuales son dignos de un imaginario y estética de anime de alta calidad, y una presentación temática que ocasionalmente brilla brindando momentos de respiro en medio de sus defectos. Las armaduras de caballero, si bien alejadas de los diseños originales, destacan como aspectos visuales con la inclusión de las llaves, aunque paradójicamente se perciben como desaprovechadas en su propia mitología.
Muy en particular, el entrenamiento de montaña de Seiya y su mentora, impresiona por su estética alejada de cierta manera del anime, y como único elemento en todo el filme que parece encontrar una visión propia para reflejar. En este escenario, la presencia de Marin de Águila brilla al igual que su contraparte animada —pese a lo que parece ser una desafortunada peluca.
Deshonor a tu canon
Partiendo del hecho de que este guión parecía carecer de rumbo y corazón, un rotundo antónimo a la historia del Caballero de Pegaso y sus amigos que triunfaron en México en los noventa, también existieron errores puntuales pero evidentes en la elección de elenco. Mientras, Sean, Tinoco, Janssen y Dacascos realizan un esfuerzo digno de los caballeros de Athena, con un guión que los limita, este se las arregla para dejar sin lugar a interpretaciones sobresalientes.
Quizás uno de los defectos más evidentes de la adaptación live-action sea la mala caracterización de los personajes principales. Estos, que en su fuente se convirtieron en íconos por ser complejos y llenos de matices, han sido reducidos a parodias con personalidades superficiales. Durante grandes lapsos de la cinta, el empeño por destruir a personajes que tenían un gran significado en los corazones de los fans de todo el mundo pareciera deliberado.
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Es así como el caso de Madison Eastman y Mackenyu, la profundidad limitada de la adaptación de sus personajes pone en evidencia algunas de sus carencias interpretativas. Gran responsabilidad yace en el hecho de que esta película se enfoca, de manera simplista tanto como evidente, en un inicio que no termina de arrancar, tomando así lo peor de las personalidades de los personajes apenas vista en el primer par de episodios del anime. Misma que nada tienen que ver con lo que han representado estos personajes a lo largo de los años para su fandom, reducidos a dos jóvenes caprichosos, destinados a salvar al mundo.
Esta cuestión es especialmente problemática en el papel de Seiya, pues la audiencia no sólo debe empatizar con él, sino que en un contexto óptimo, este personaje es el epítome de la inspiración y la motivación en la épica. Algo que sencillamente no existe en el trabajo del actor que ahora da vida a Zoro en la serie de Netflix, One Piece (90%).
Una vez más, la torpeza y ruptura del guión con su propio canon, convierten su escritura en un cursi intento de occidentalizar la historia. Perdiendo numerosas oportunidades de involucrar a la audiencia a través de una narración visual en lugar de depender del diálogo expositivo. Desde su esquina del ring, la dirección de la película carece de coherencia, lo que deja a los espectadores confundidos acerca de la intención de los realizadores y preguntándose si este era un proyecto finalizado listo para presentarse ante la audiencia —la respuesta es un rotundo no.
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Y aún con un modesto presupuesto de US$ 60 millones, pareciera que su un elenco compuesto con ciertos actores y actrices de gran nombre terminó rápidamente con el margen de maniobra de producción. Esta mala gestión de recursos tuvo así como resultado un CGI decepcionante —tristemente común en nuestros días—, y en consecuencia algunas escenas de acción que se sienten apresuradas o simplemente en estado de postproducción.
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Después de estos errores catastróficos, y de ser considerada por muchos críticos como la peor película del año, esta apenas pudo recaudar en taquilla poco menos de US$ 7 millones. Tras estrenarse en cines en Latinoamérica el 27 de abril de 2023, en Japón el 28 de abril y en Estados Unidos el 12 de mayo, la decisión de desviarse significativamente de su material original a esta adaptación del manga Saint Seiya traicionó todas las expectativas de sus fans más leales, y generando un desinterés en el público masivo.
En pleno 2023, donde muchas de las narrativas asiáticas —con todos sus matices regionales—, al igual que productos culturales tales como los idols, los doramas y la forma tan particular del shipping en los fandoms del Sudeste Asiático, han sabido cruzar fronteras con gran éxito. Por tal motivo resulta incomprensible que la industria del entretenimiento estadounidense intente escudarse bajo el supuesto de que “el público no entenderá la premisa de una historia” o que “los personajes necesitan occidentalizarse”.
La falta de fidelidad a la trama original y la omisión de puntos importantes en esta, así como el desarrollo de sus personajes, simplemente no tiene razón de ser, con lo que se priva a la adaptación de la profundidad emocional presente en la serie original. Resulta irónico cómo este aspecto pudiera haber sido la salvación de un proyecto que careció de calidad en casi todos sus aspectos.
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Al permanecer empecinada en utilizar personajes caucásicos, del diseño de personajes, la ambientación y la reescritura de ciertos elementos ha acabado por comprometer la identidad única y el encanto de la serie. Dada la naturaleza de la relación entre Mitsumasa Kido y Saori —Sienna en esta versión—, parecía una elección fácil y lógica el integrar al elenco a una actriz que pudiera encarnar a un personaje de la cultura japonesa.
Como estocada final para esta adaptación, debido a las bajas calificaciones de la crítica y el boca a boca del fandom, la película no ha logrado atraer a nuevos espectadores que pudieran haber estado interesados en explorar el mundo de Los Caballeros del Zodiaco. Los cambios para simplificar la trama y su mala ejecución han resultado en la muerte prematura de la potencial de la franquicia que tanto nos anunció esta película.
Más allá de las consecuencias inmediatas, el efecto negativo de esta adaptación se extiende a la industria del anime en su conjunto. La incapacidad de Hollywood para comprender y honrar el material original de una querida serie de anime perpetúa aún más la noción de que sus adaptaciones están condenadas al fracaso. Incluso con éxitos recientes como el mismo Monkey D. Luffy y su tripulación, esto puede desalentar futuras colaboraciones y obstaculizar el crecimiento del anime en la industria del entretenimiento global.
En este sentido, resulta crucial que Hollywood realice un empeño significativo en su enfoque hacia las adaptaciones de anime. Más allá de respetar el material original como regla de oro, el éxito de una serie de anime radica en hacer eco de la profundidad de su narración y la conexión que los fans tienen con sus personajes. Cualquier adaptación deberá olvidarse por completo de dejar de lado los elementos esenciales del canon, ya que ignorarlos sólo sirve para alienar a la base de fans existente.
La forma más simple y efectiva de lograr esto, sería reconocer el anime como una forma de arte completa, que no necesita de agregados o modificaciones para ser aceptadas por el formato cinematográfico. Sólo así se tendría una oportunidad de mimetizarse con los estilos de narración, temas y técnicas artísticas tan particulares de la animación japonesa sin necesidad de romper con ellas. Si bien trasladar a la pantalla de forma íntegra lo logrado por la animación seguirá siendo inalcanzable, su espíritu podrá quedar intacto mediante la creatividad bien dirigida.
A la par, comprendiendo el atractivo global del anime, su forma de trascender fronteras durante las últimas décadas y la manera en que esta hace eco con las audiencias de diferentes culturas y orígenes en todo el mundo, pensar en una audiencia global diversa al tiempo de su adaptación resultará vital. Si bien los fans más fieles aún pueden optar por experimentarlo en su lanzamiento para VOD, lanzado el 27 de junio de 2023, seguida de una versión en Blu-ray y DVD el 11 de julio, para el público general que sienta algún grado de curiosidad por esta cinta, les advertimos que es un amargo sabor de boca que es mejor evitar.
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