Crítica de The Quiet Girl: luminosa mirada sobre las familias electivas

The Quiet Girl, estreno del jueves 17
The Quiet Girl, estreno del jueves 17

The Quiet Girl (Irlanda/2022) Dirección: Colm Bairéad. Guion: Colm Bairéad basado en el libro de Claire Keegan. Fotografía: Kate McCullough. Edición: John Murphy, Música: Stephen Rennicks. Elenco: Catherine Clinch, Carrie Crowley, Andrew Bennett, Michael Patric, Kate Nic Chonaonaigh, Carolyn Bracken, Joan Sheeny. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Z Films. Duración: 95 minutos. Nuestra opinión: excelente

Debe anotarse que esta sensible, delicada y sutil realización de Colm Bairéad basa su historia en un libro de igual calidad titulado Tres luces, de Claire Keegan, felizmente editado en nuestro país. En la divergencia de títulos también radica cierta diferenciación de enfoque que permite la pormenorizada descripción del ambiente rural irlandés de comienzos de los años 80 en el libro frente a la concentrada mirada al sentimiento de una niña que tiene una existencia casi miserable merced a una familia que no le brinda el más mínimo gesto de cariño y contención.

Así el objetivo del realizador, en esta –su ópera prima para el cine en el territorio de la ficción– es remarcar esa sensación de orfandad pero con una descripción que en la novela, o nouvelle por su corta extensión, focaliza su punto de vista desde la niña protagonista llamada Cáit, frente al extraordinario clima en el cual Bairéad la sumerge en su película (merced a un inteligente manejo de la fotografía y la puesta de cámara en derredor de esa niña asustadiza y casi ausente). Lo consigue en la casa natal con una corta distancia focal de la cámara que mantiene así el centro de atención en Cáit ante lo difuso, oscuro y opresivo de su entorno; y que cambia al llegar a la casa de los parientes que aceptan tenerla una temporada hasta que su madre de a luz: y en ese ambiente mutan los colores, espacialidad y claridad. Todo lo diáfano se vuelve luminoso en la casa de los Kinsella, aunque también esconda un secreto que va siendo sugerido lentamente en el relato hasta una revelación casi accidental pero no por eso menos contundente.

Las diferencias de tratamiento hacen que Bairéad respete profundamente el espíritu de la novela con una acertada lectura emocional sobre la soledad y respetando al dedillo los diálogos fundamentales que dan curso a la acción aunque abandona el costado social que el texto presenta y que hizo también famoso al cine irlandés de la mano de Jim Sheridan o Neil Jordan.

The Quiet Girl consigue ser fiel a Tres luces pero respetando también su autonomía como obra de arte diferenciada de la mano de una cautivante ternura, que nunca cae en el sentimentalismo de trazo grueso y resulta además de una exploración del sentimiento infantil en una aguda reflexión sobre la soledad y también sobre la familia ¿La familia fundamental es la que procrea sin más o la que cobija sin diferencias? Esa reflexión sobre la naturaleza del amor filial cincelada con emoción pero sin emotividad, con sensibilidad pero sin sensiblería e incluso con amabilidad, pero sin remarcar el drama sino la génesis íntima de la transformación del dolor en esperanza, convierten a The Quiet Girl en una película intelectual pero no ascética. Lo consigue con todo lo señalado hasta aquí añadiendo un sólido elenco donde la niña Catherine Clinch es el relato mismo, con su diáfana mirada, sus temores iniciales y su progresivo apego a aquellos padres no surgidos de la biología pero sí de un inmenso corazón.