CRÍTICAS. Una mano maldita, otra casa embrujada y más estrenos en cines y en 'streaming'
Aunque estamos en pleno verano, la cartelera de esta semana parece indicar que el Halloween se ha adelantado, ya que los dos estrenos más visibles se encuentran vinculados al género de terror. Pero eso no es un obstáculo para el lanzamiento de una propuesta dramática de corte social que no debería ser pasada por alto.
TALK TO ME
Directores: Danny Philippou y Michael Philippou
Reparto: Sophie Wilde, Alexandra Jensen, Joe Bird
Género: Terror sobrenatural
Pese a la inmensa popularidad obtenida por muchos de ellos, los ‘youtubers’ siguen siendo vistos con desdén por las mayoría de los cinéfilos, quienes consideran que estos creadores de contenidos audiovisuales para internet no tienen ni el talento visual ni la destreza narrativa que se requieren para encabezar un proyecto cinematográfico.
De hecho, aunque algunos de estos mismos ‘youtubers’ se han animado a dirigir películas que han sido exhibidas de manera más o menos amplia, el único que parece haber trascendido hasta el momento en la pantalla grande es Dan Trachtenberg, quien pasó de hacer reseñas en línea de videojuegos y películas a dirigir las aclamadas cintas de ciencia ficción y terror “10 Cloverfield Lane” (2010) y “Prey” (2006).
Pero tendrás que ver lo que ofrecen desde hoy los gemelos Danny Philippou y Michael Philippou, creadores del popular canal RackaRacka, para darte cuenta de la llegada incuestionable de dos nuevos talentos a la escena independiente del género. Y lo hacen con el respaldo de la compañía A24, que cumplió en este caso una labor de distribución y no de creación pero que, de todos modos, se siente como la casa perfecta para una propuesta cuyo nivel artístico y perturbador se conecta a la perfección con títulos de la talla de “Hereditary” (2018) y “Saint Maud” (2020).
“Talk to Me” nos presenta a unos adolescentes aburridos que, debido a su irresponsabilidad y su inmadurez, despiertan a fuerzas malévolas que van apoderándose poco a poco de ellos. Puestas así las cosas, parecería que nos encontramos ante uno de los típicos productos ‘de sustos’ que promueve Hollywood; pero el modo en que se cuenta la historia -para empezar, la posesión diabólica termina convertida en una adicción similar a la de las drogas- y la manera en que se filma el proceso marcan una gran diferencia.
La cámara reserva sus movimientos más osados para la segunda parte del relato, que nos mete de lleno en una experiencia subjetiva de tintes surrealistas; pero la mayor parte del metraje muestra la capacidad de los Phillipou para ponerse al servicio de sus personajes -dejando de lado los apuros propios de RackaRacka- y para la fabricación de un ambiente de tensión que resulta cada vez más apremiante.
Esto va de la mano con las intenciones del guión escrito por Danny Philippou y Bill Hinzman, que nos permite conocer de cerca a los personajes antes de que estos se vean envueltos en una serie cada vez más alarmante de sucesos sobrenaturales.
Además, es imposible evitar la sorpresa ante las sobresalientes actuaciones de los hasta ahora desconocidos Sophie Wilde y Joe Bird, quienes interpretan a la protagonista Mia, una joven profundamente marcada por la pérdida reciente de su madre, y a Riley, un chico todavía más joven que se lleva la peor parte como integrante de un juego que termina convirtiéndose en una espiral de violencia no apta para espectadores sensibles.
HAUNTED MANSION
Director: Justin Simien
Reparto: LaKeith Stanfield, Tiffany Owen Wilson, Danny DeVito
Género: Comedia de terror
Si eres mayor de edad, te gusta el cine de terror y quieres ver algo nuevo, tu única opción razonable durante este fin de semana es la película que comentamos arriba. Pero si tienes que encargarte de hijos pequeños, no te quedará más remedio que ir a ver “Haunted Mansion”, una producción de Disney que, en términos directos, presenta lo que ofrece, sobre todo si se tiene en cuenta que está basada en una atracción de parque temático.
Curiosamente, la misma atracción ha sido ya objeto de otro largometraje para la pantalla grande, estrenado hace veinte años y protagonizado por Eddie Murphy. Aquella cinta, que no hemos visto, obtuvo muy poco respaldo de la crítica, lo que nos lleva a suponer que la actual representa una mejoría, pese a la enorme decepción que causa enterarse de que el plan inicial implicaba el uso de un guión de Guillermo del Toro que fue de hecho escrito y entregado por el maestro mexicano, pero que fue rechazado por la compañía del ratón debido a que era muy siniestro para el público al que apuntaba el proyecto.
Este simple hecho nos hace mirar ya con desconfianza un trabajo que, de todos modos, prometía ser interesante debido a que el puesto de director fue colocado finalmente en las manos de Justin Simien, quien había comandado anteriormente “Dear White People” (2014) y “Hair” (2020), dos comedias negras de alto nivel que ofrecían miradas ciertamente novedades sobre la experiencia afroamericana (y que eran para adultos).
Sin embargo, a diferencia de lo que pasó con las obras citadas, Simien no escribió el guión de la nueva “Haunted Mansion”, encomendado en cambio a Katie Dippold, quien ha redactado las páginas más que decentes de “The Heat” (2013) y el ‘reboot’ de “Ghostbusters” (2016), pero que parece estar aquí en piloto automático mientras cuenta una historia que sirve mayormente como excusa para publicitar la citada atracción, de la que extrae incontables detalles y personajes.
Por el lado positivo, el filme cuenta con un reparto de estrellas cuya simple aparición generará reconocimiento inmediato entre los asistentes, y en el que se incluye al siempre grande Danny DeVito, aunque Jared Leto resulta seriamente desperdiciado como el villano principal ante la imposición de un rostro completamente fabricado de manera digital. Pero quien impresiona realmente con su conocido rango dramático es LaKeith Stanfield (“Judas and the Black Messiah”), a quien se le da afortunadamente la posibilidad de ponerse en la piel del único personaje complejo del relato, un astrofísico afectado por la pérdida de su mujer que se ve forzado a permanecer en una mansión encantada al lado de otros seres humanos.
WAR PONY
Directores: Riley Keough y Gina Gammell
Reparto: Jojo Bapteise Whiting, Ladainian Crazy Thunder, Jesse Schmockel
Género: Drama social
La presencia de la comunidad nativo americana en el cine de Hollywood ha sido tan escasa como tendenciosa. Más allá de que el publico general pueda tener todavía en mente la exhibición negativa de estos pueblos originarios en las películas hechas hace muchas décadas por el supremacista blanco John Wayne, sus integrantes han sido mostrados también a lo largo de la Historia de manera exageradamente benévola o como individuos necesitados de un ‘salvador blanco’, como fue el caso de “Dances with Wolves” (1990).
“War Pony”, que se estrena este viernes de manera simultánea en salas selectas y en Video On Demand, busca corregir de algún modo esta mirada, pese a que no ha sido dirigida por cineastas indígenas, sino por dos mujeres anglosajonas: Riley Keough, la hija de Lisa Marie Presley y nieta de Elvis Presley que era conocida hasta ahora como actriz, y Gina Gammell, una productora y realizadora de videos musicales y comerciales.
Keough y Gammel son también autoras del guión, pero lo escribieron en colaboración estrecha con Franklin Sioux Bob y Bill Reddy, dos nativo americanos a los que conocieron hace varios años por motivos de trabajo y cuyas experiencias de vida sirvieron de base para el desarrollo de la historia que aquí se cuenta.
Aunque el personal técnico de la cinta es esencialmente blanco, el reparto de “White Pony” es completamente indigena, lo que le brinda un enorme nivel de autenticidad a un trabajo que, para ser claros, no es un ‘western’ de época, sino un vibrante drama contemporáneo sobre dos lakotas que viven en la reserva de Pine Ridge ubicada en Dakota del Sur, donde se enfrentan a situaciones complicadas debido a la falta de oportunidades, la proliferación de las drogas y el alcohol y la disfuncionalidad de sus propias familias.
De ese modo, asistimos a las historias paralelas de Bill (Jojo Bapteise Whiting) y Matho (Ladainian Crazy Thunder). El primero es un joven de escasos recursos, pero amante de la buena vida, que trata de ser responsable e intenta conseguir un trabajo decente con la finalidad de mantener a los dos hijos que ya tiene, mientras que el segundo es un niño travieso que ha visto mucho más de lo que debería debido a que su padre es un adicto a la metanfetamina y él mismo se encuentra empeñado en actuar como un adulto sin serlo. Los dos personajes se enfrentan a situaciones desafiantes en medio de un entorno donde no faltan ni el abuso ni el racismo, aunque estos lleguen a veces convenientemente disfrazados.
Whiting y Crazy Thunder -ambos excelentes- no son actores, y esto, en lugar de ser un problema, le brinda a la cinta un sentido del realismo que no podría haberse logrado en el caso de contar con intérpretes profesionales. Por ese mismo lado, no hay que menospreciar la labor de Keough y Gammell, quienes manejan una pulida puesta en escena de carácter ‘indie’ pero de esmerada composición visual que refuerza esta impresión sin dejar de lado el aspecto artístico. Estamos ante una de las mejores películas de un 2023 que llega ya a su parte media.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.