CRÍTICAS. Melissa Barrera contra los vampiros, Pie Grande en la intimidad y más estrenos en los cines

Esta semana, el género fantástico se impone en la cartelera local, representado por dos títulos que merecen verse por razones distintas. Pero los recintos oscuros le dan también cabida a un documental que se conecta de manera cercana con una realidad que inquieta al mundo entero en los días actuales.

ABIGAIL

Directores: Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett

Reparto: Melissa Barrera, Dan Stevens, Alisha Weir

Género: Terror sobrenatural

La polémica desatada por las publicaciones sobre Israel que hizo en las redes sociales provocaron su expulsión de la saga de “Scream”, pero, por fortuna para los fans del terror, Melissa Barrera se mantiene en Hollywood haciendo películas del género que superan lo que se puede esperar del ‘mainstream’, como lo prueba ahora “Abigail”, disponible desde esta noche en los cines estadounidenses.

No estamos insinuando tampoco que la cinta sea una obra maestra; pero se trata de un trabajo intenso, bien filmado y absolutamente entretenido con el que cualquier fan de los sustos fuertes debería pasar un buen rato, a no ser que pertenezca a las filas de quienes rechazan la incorporación del humor y de la ligereza en sus dosis habitual de espanto.

Sin deslumbrar con sus capacidades histriónicas, la encantadora y fiera Barrera resulta plenamente convincente en el papel de una mujer con un pasado definitivamente oscuro que es contratada al lado de cinco mercenarios adicionales para participar en el secuestro de una niña cuyo padre parece ser un hombre extremadamente acaudalado que debería pagar generosamente por la liberación de su descendiente.

Siguiendo esa ruta, “Abigail” empieza como un ‘thriller’ adulto con dosis de comedia y de acción y se convierte de repente en algo muy distinto, como sucedía con “From Dusk till Dawn” (1996) de Robert Rodriguez. En ese sentido, el espíritu que maneja no se siente completamente original, porque se conecta también en más de un modo con “Ready Or Not” (2019), con la que comparte sobre todo la ubicación mayoritaria del relato en una mansión antigua.

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Lo más curioso aquí es que los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett fueron no solo los realizadores de las dos entregas de “Scream” protagonizadas por Barrera, sino también los encargados de “Ready Or Not”, lo que podría llevar a decir que se están imitando a sí mismos.

Sea como sea, “Abigail” es una producción delirante (lo decimos con cariño) en la que abundan los momentos sorpresivos, las referencias cinéfilas y, por supuesto, las escenas de ‘gore’, lo que abre la posibilidad de que se produzca un feliz encuentro en las salas entre los seguidores del cine comercial y los adeptos a vertientes más duras.

No todo es ideal. El relato daba perfectamente para una cinta más corta, por lo que hay algunos momentos innecesarios; y no nos convence del todo la labor de la pequeña Alisha Weir (“Matilda the Musical”), quien desempeña maravillosamente sus numerosas secuencias en movimiento, pero que no logra darle profundidad a un personaje que resultaba ciertamente complicado.

Más allá de lo dicho, este es uno de esos divertimentos que no nos molestaría ver en más de una ocasión, y podría de hecho convertirse en una pieza esencial del horror cinematográfico hecho para las masas.

SASQUATCH SUNSET

Directores: David Zellner y Nathan Zellner

Reparto: Riley Keough, Jesse Eisenberg, Christophe Zajac-Denek

Género: Comedia surrealista

Si uno llegara a ver esta película sin tener idea alguna de su argumento ni saber su título, podría pensar en los primeros minutos que la historia que presenta, protagonizada por un grupo errante de humanoides peludos, es una compañera espiritual directa de “Quest for Fire” (1981), la clásica cinta francesa sobre cavernícolas. Pero lo cierto es que, como su nombre lo indica, “Sasquatch Sunset” toma como referencia directa un popular mito estadounidense.

Pese a ello, tiene mucha más relación con el trabajo de Jean-Jacques Annaud que con la comedia fantástica “Harry and the Hendersons” (1987) o con la cinta de terror “Willow Creek” (2013), en el sentido de que se encuentra completamente contada desde la perspectiva de unos Pies Grandes de aspecto y de conducta decididamente primitivos que no pueden hablar pero que, sin embargo, cuentan con personalidades desarrolladas y definidas.

En ese sentido, los ‘sasquatch’ de los hermanos David y Nathan Zellner (“Damsel”) no son bestias salvajes, sino que forman parte de una pequeña tribu nómada que intenta sobrevivir en las profundidades del bosque californiano y que tiene una conexión particular con la Naturaleza, de carácter no siempre violento. Son feos y malolientes, sí, y se dejan llevar frecuentemente por sus desenfrenados instintos sexuales, pero emplean códigos básicos de comunicación, poseen un marcado sentido de la solidaridad y manejan incluso rudimentos de la construcción.

Para dejarlo en claro, “Sasquatch Sunset” es una película rara, llena de momentos que pueden ser intolerables para ciertos espectadores y que involucran diversas situaciones escatológicas. Pero se encuentra brillantemente filmada (la fotografía de Mike Gioulakis, quien ha trabajado con M. Night Shyamalan y Jordan Peele, es extraordinaria), mantiene de manera constante el interés, ostenta un trabajo de prótesis de primer nivel y es completamente distinta a cualquier cosa que se pueda encontrar en la cartelera actual.

MOURNING IN LOD

Directora: Hilla Medalia

Género: Documental

La terrible y compleja situación que se vive actualmente en el Oriente Medio debería incentivar la apreciación de trabajos que se conecten de algún modo con el mismo conflicto, como es el caso de “Mourning in Lore”, un largometraje documental que se estrena este viernes de manera limitada en Los Ángeles y Nueva York y que

no toca obviamente el momento presente, pero que ofrece en cambio luces sobre sus raíces y, lo que es más interesante, busca la posibilidad de una reconciliación entre bandos que no se odian necesariamente a muerte, como parece determinarlo la narrativa convencional.

Inicialmente, el filme -que se desarrolla en Lod, una ciudad israelí en la que conviven árabes y judíos- parece reforzar la impresión habitual, porque nos presenta primero el caso de Musa, un árabe que fue asesinado a tiros en la calle por un grupo de colonos judíos e, inmediatamente después, el de Yigal, un judío que perdió la vida luego de ser alcanzado por una enorme piedra lanzada contra su vehículo durante una protesta árabe por la muerte de Musa.

Sin embargo, poco a poco, las historias reales que se cuentan a través de los familiares de los dos fallecidos van uniéndose para conducirnos hasta conclusiones inesperadas que involucran también lo sucedido posteriormente con una tercera familia -esta vez palestina y cristiana- que se vio insólitamente beneficiada por una donación de órganos que termina siendo tan real como simbólica.

El pasado de Musa y el de Yigal son mostrados a través de grabaciones caseras de video que, en el caso del primero, son mucho más escasas. Aunque esto podría ser un obstáculo para la generación de empatía, la participación activa de todos los demás a lo largo del filme (empezando por las esposas de los fallecidos) es tan generosa y conmovedora que no puede dejar a ningún espectador indiferente.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.