CRÍTICAS. Un 'Scream' muy latino, una comedia deportiva diferente y más estrenos en salas
Se perfila otra tormenta en el horizonte, lo que puede llevar a muchos a quedarse en casa; además, el gran evento fílmico del fin de semana es definitivamente el Oscar. Pero eso no quiere decir que las salas de cine vayan a estar vacías, sobre todo cuando se considera que la audiencia tendrá a su disposición la nueva entrega de una celebrada franquicia.
SCREAM VI
Directores: Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett
Reparto: Melissa Barrera, Jenna Ortega, Courtney Cox
Género: Terror / Slasher
Tras ver la segunda entrega del renacimiento de esta saga en manos distintas a las de sus creadores originales, estamos en condiciones de decir que Wes Craven, quien dirigió las cuatro primeras películas, no debería estar revolcándose en su tumba, sino celebrando desde el Más Allá el modo respetuoso y a la vez innovador que sus sucesores han encontrado para mantener no solo intacto el legado de la misma franquicia, sino también para llevarlo a nuevas alturas.
Y es que “Scream VI” no es solo una dignísima secuela directa de la “Scream” de 2022 (que se llamaba así por cuestiones de marketing, pero era en realidad “Scream V”), sino un trabajo incluso más creativo y emocionante que la cinta anterior, en el que funcionan tanto los momentos de violencia típicos del ‘slasher’ como las escenas dramáticas y las pinceladas de humor que han distinguido desde el inicio a la serie fílmica de terror autorreferencial iniciada en 1996.
En lo que respecta a nuestra comunidad, la película resulta también relevante en el sentido de que vuelve a darle los roles protagónicos a dos latinas: la mexicana Melissa Barrera (“In the Heights”) y la descendiente de mexicanos y boricuas Jenna Ortega (“Wednesday”). Ellas interpretan una vez más a Sam y a Tara, dos hermanas asediadas por el implacable “Ghostface” (distinguido por un disfraz usado por diferentes asesinos) que, en esta ocasión, obtienen desarrollos dramáticos incluso mayores y resultan completamente convincentes, más allá de que algunas de las escenas en las que participan desafíen la verosimilitud.
“Scream VI” juega una carta particularmente arriesgada al convertirse en el primer filme de la saga que se aleja del pueblo californiano ficticio de Woodsboro para ubicarse en Nueva York (lo que puede hacer que algunos fans se sientan fuera de lugar, pero sirve para darle un aire fresco a una historia que pedía a gritos un ambiente distinto) y al permitir la reaparición de la reportera Gale Wheaters (nuevamente interpretada por Courtney Cox) pese a que el otro personaje emblemático que quedaba, Sidney Prescott (Neve Campbell), brilla por su ausencia debido a que la actriz a cargo no logró concretar el acuerdo económico que buscaba con los productores.
Esto último es ciertamente problemático y no encuentra una explicación razonable en el guion de James Vanderbilt y Guy Busick. Afortunadamente, los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillet (que hicieron también la “Scream” del año pasado y que impresionaron anteriormente con la estupenda “Ready Or Not”) nos mantienen lo suficientemente entretenidos, asustados y hasta conmovidos (porque esta tiene que ser la entrega más lograda en el plano emocional) para que pasemos por alto las imperfecciones, y revitalizan también las cosas con una puesta en escena particularmente elaborada que les permite incrementar considerablemente el suspenso, amplificar los arranques de ‘gore’ y darle intensidad a las escenas de acción más fastuosas que se han exhibido hasta ahora en la franquicia.
CHAMPIONS
Director: Bobby Farrelly
Reparto: Woody Harrelson, Kaitlin Olson, Cheech Marin
Género: Comedia dramática deportiva
En el 2018, la audiencia española se entregó por completo a “Campeones”, una comedia local inspirada en la historia real de un equipo de baloncesto integrado por personas con discapacidad intelectual que, sin ser una obra maestra, se encontraba bien realizada, tenía tantas cuotas logradas de humor como de drama y, por supuesto, colocaba en los papeles correspondientes a individuos afectados por estas condiciones.
“Campeones” llegó incluso a ser la apuesta de su país en la contienda del Oscar, y aunque no fue nominada, aseguró con ello la posibilidad de un ‘remake’ hollywoodense que llega desde esta noche a las pantallas de Estados Unidos y que, sin ser realmente brillante, se deja ver con gusto y permite también el lucimiento de actores no profesionales e individuos sin experiencia alguna en la actuación que pertenecen a la comunidad representada.
En este caso, el papel del entrenador de ligas menores que acepta a regañadientes dirigir al equipo de principiantes de un centro comunitario (llamado aquí The Friends) por un mandato de la corte luego de meterse en problemas debido a su conducta agresiva y su alcoholismo se llama Marcus y es interpretado por Woody Harrelson, lo que resulta completamente razonable en vista de que estamos hablando del intérprete de títulos tan diversos como “Natural Born Killers”, “Zombieland”, “Rampart” y “Triangle of Sadness”, los mismos que lo han llevado a demostrar su habilidad para ponerse tanto en la piel de personajes absolutamente despiadados como para representar a sujetos encantadores y complejos.
Harrelson es un gran actor que no ha perdido su carisma, y hace las cosas bien en este filme, pero, curiosamente, se muestra demasiado blando incluso en los momentos menos amables del protagonista, a diferencia de Javier Gutiérrez, el actor original, que resultaba mucho más convincente por ese lado. En ese sentido, esta adaptación tiene menos garra y es menos divertida que la europea, lo que llama la atención en vista de que su director, Bobby Farrelly, es el mismo tipo que hizo al lado de su hermano Peter comedias tan desenfadadas y arriesgadas como “Dumb and Dumber” y “There’s Something About Mary”.
Aquí, Bobby se comporta con una moderación que resulta comprensible en vista de la temática tratada y de los cambios de mentalidad que se han producido en los últimos años, pero que le quita contundencia al relato, aunque esto no lleva a la ruina a una cinta que no decepciona como producto de entretenimiento y que resulta de por sí valiosa debido a la visibilidad que le da a una comunidad que es frecuentemente ignorada.
UNICORN WARS
Director: Alberto Vázquez
Género: Fantasía / Animación
Pese al nombre que lleva, “Unicorn Wars” (que se podrá ver desde mañana en salas selectas) es una película protagonizada por osos. Pero no por osos realistas y/o ‘cocainómanos’, sino por la versión edulcorada de los mismos y plasmada en series infantiles y juguetes de peluche. Bueno, al menos en apariencia, porque, una vez que empieza a correr la sangre, nos damos cuenta de que esto no está hecho precisamente para los pequeños.
Se trata, en realidad, de un largometraje animado para adultos de origen español en el que tanto estas criaturas como los unicornios, esos personajes de fantasía que han sido constantemente presentados como entes absolutamente benévolos, se encuentran en una interminable guerra sin cuartel cuyos encuentros son mostrados con una predilección por el ‘gore’ que puede llegar a recordar lo que se veía en la controvertida serie “Happy Tree Friends”.
El nivel gráfico del filme justifica las comparaciones, pero es importante destacar que, lejos de limitarse a presentar una serie de escenas ultraviolentas, el director y guionista Alberto Vázquez, que es también autor de cómics, desarrolla una historia que incurre ocasionalmente en faltas de ritmo y cuyos personajes son frecuentemente excesivos, pero que, en determinado momento, se convierte en un impresionante alegato antibélico que recuerda a los grandes títulos de acción real sobre el mismo tema.
THE MAGIC FLUTE
Director: Florian Sigl
Reparto: Jack Wolfe, F. Murray Abraham, Niamh McCormack
Género: Fantasía / Musical
Digan lo que digan los puristas, adaptar obras clásicas de manera arriesgada para que estas puedan conectarse de algún modo con la juventud actual no es siempre una pésima idea. Y eso es básicamente lo que le otorga interés, al menos de manera inicial, a “The Magic Flute”, una nueva adaptación fílmica de la memorable ópera de Wolfgang Amadeus Mozart que ha sido llevada ya al mismo medio por directores de la talla de Ingmar Bergman y Kenneth Branagh.
En esta versión alemana con diálogos en inglés, la pieza se convierte en excusa para la presentación de una historia con aparentes ecos a Harry Potter que nos traslada a una lujosa escuela de música en los Alpes austriacos donde no hay magia ni escobas voladoras, pero sí un portal que lleva al adolescente británico Tim Walker (Jack Wolfe) hasta una dimensión fantástica en la que todo el mundo se muestra dispuesto a entonar súbitamente fragmentos de la ópera.
La primera parte del filme que se estrena este viernes en salas selectas, anclada en la escuela y centrada tanto en la complicada relación del recién llegado Tim con quienes lo rodean ahora -incluyendo al exigente rector Longbow, interpretado convincentemente por el estupendo F. Murray Abraham, y a la misteriosa jovencita Sophie, encomendada a una correcta Niamh McCormack-, funciona adecuadamente dentro de los parámetros de la ficción para adultos jóvenes (YA).
No convence del mismo modo lo que sucede en la otra dimensión, y no por la ausencia de voces adecuadas -hay momentos particularmente llamativos durante la interpretación de las arias-, sino por la falta de una puesta en escena creativa por parte del director debutante Florian Sigl y por el empleo de unos efectos digitales que decepcionan, pese a que uno de los productores de la película es Roland Emmerich, director de espectáculos hollywoodenses como “Independence Day” y la “Godzilla” de 1998.
Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.