CRÍTICAS. Una sirenita desafiante, una adolescente vengativa y más estrenos en salas
El fin de semana del Día de los Caídos no tiene tanto vuelo comercial como se podría esperar, ya que, fuera de cierta superproducción controvertida que atravesara una verdadera prueba de fuego en la taquilla, los estrenos mantienen un perfil bajo en esos términos que, por supuesto, no tienen que ver con la calidad de sus contenidos, como podrás notarlo si lees las siguientes líneas.
THE LITTLE MERMAID
Director: Rob Marshall
Reparto: Halle Bailey, Jonah Hauer-King, Daveed Diggs
Género: Fantasía / Musical
OK, OK; en la emblemática cinta animada de 1989, La Sirenita -o Ariel, si prefieren- era pelirroja y tenía ojos azules. Y en el cuento original del danés Hans Christian Andersen, era blanca y pálida, mientras que sus ojos eran del mismo color. Pero estamos hablando de una historia de fantasía sobre un ser mitológico que, debido a su enorme popularidad, ha sido celebrada por toda clase de audiencias, lo que la vuelve susceptible a modificaciones que, efectivamente, desentonan de manera intencional con sus fuentes narrativas, pero que no deberían despertar ni por asomo los reclamos airados que hemos visto en los últimos meses.
Yo, particularmente, estaba ya bastante grande cuando se estrenó la primera versión de Disney, por lo que no siento ningún apego particular por ella, aunque reconozco los encantos de sus dibujos hechos a mano antes de que se iniciara la era digital, las virtudes presentes en su sencillo relato y la vivacidad de algunas de sus canciones.
Por ese lado, tal y como ha sucedido con las reinvenciones recientes de "The Lion King", "The Jungle Book", "Dumbo" y "Pinocchio", la interpretación actual (que me resisto a llamar ‘de carne y hueso’, y que toma lugar en un paraje ficticio de El Caribe) recibe con los abrazos abiertos a la tecnología moderna para retocar o fabricar completamente un número indeterminado de las imágenes que presenta, aunque, para bien y para mal, logra ser plenamente fiel a la historia de fines de los ‘80 (que no seguía exactamente al cuento de Andersen) mientras agrega algunos detalles interesantes que refuerzan la perspectiva ambientalista, respaldan la diversidad o se dirigen discretamente a los adultos.
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En ese sentido, y más allá de las agotadoras discusiones raciales (y racistas), este filme será gozado o descartado en la medida en que se tolere o se rechace el uso masivo de la CGI, como sucedió también con la reciente “Avatar: The Way of Water” (2022). La megaproducción de James Cameron fue incuestionablemente superior, claro, pero esta logra también de algún modo crear un universo submarino que podrá ser muy poco realista, pero que no se encuentra desprovisto de encantos visuales.
Por ese lado, no hay que desestimar las virtudes del director Rob Marshall (“Chicago”, “Nine”, “Into the Woods”), quien tiene una amplia experiencia en el asunto de los musicales y que nos brinda varios momentos de incuestionable belleza cinematográfica, incluso cuando se encuentra metido en lo más profundo del artificio.
Por lo general, los personajes siguen siendo vistosos y llamativos, y eso incluye, por supuesto, a Halle Bailey -la afroamericana que interpreta a Ariel-, pero también al español Javier Bardem -quien supera cualquier expectativa al ponerse en la piel del Rey Tritón- y a la estadounidense de ascendencia china y surcoreana Awkafina -quien no pasa nunca desapercibida pese a que no muestra su verdadero físico, ya que le da voz a una versión computarizada del ave Scottle que rechace durante su primera aparición, pero que terminó por convencerme, a diferencia de otras de las criaturas generadas por computadoras que aparecen por ahí-.
THE WRATH OF BECKY
Directores: Matt Angel, Suzanne Coote
Reparto: Lulu Wilson, Seann William Scott, Denise Burse
Género: Acción
Debido a la pandemia, “Becky” (2020) fue estrenada en autocinemas y en Video On Demand de manera simultánea, sin poder pasar por las salas de rigor, lo que afectó sin duda su alcance pero no impidió que se convirtiera en uno de los títulos favoritos del sector de la audiencia que favorece ese cine de acción independiente que coquetea con el terror debido a su abundante empleo de la violencia.
“Becky”, que era ciertamente una cinta emocionante y terriblemente entretenida para los espectadores que no se horrorizan de inmediato ante esta clase de propuestas, tenía la particularidad de mostrar en el rol protagónico a una niña de 13 años -interpretada por la impresionante Lulu Wilson, entonces de la misma edad-. Luego del ataque perpetrado por unos neonazis contra su familia, ella misma se dedicaba a exterminar con gusto a los criminales empleando unos métodos de ejecución tan brutales como hilarantes.
Con Covid o sin él, la buena fortuna de la empresa ha permitido la realización de una secuela, “The Wrath of Becky”, que se acaba de lanzar de manera generosa en salas nacionales (no solo en los “cines selectos” a los que se limitan habitualmente estas propuestas) y que, sin tener obviamente el sentido de sorpresa de su antecesora, prolonga de manera creativa lo que se había visto en la entrega inaugural.
Ahora, Becky tiene 16 años, y luego de escapar de un hogar de adopción que resultaba demasiado tranquilo para su temperamento, encuentra refugio en la casa de una mujer mayor que no le hace muchas preguntas y que le permite usar el bosque aledaño para unas sesiones de entrenamiento de combate que no tendrían nada que envidiarle a las de Rambo. Por supuesto, este ambiente idílico se verá súbitamente interrumpido con la llegada de otros intrusos violentos curiosamente emparentados con nuestra realidad: unos supremacistas blancos que planean asesinar a una senadora latina e iniciar una insurrección contra el gobierno central.
Pese a encontrarse en manos creativas completamente diferentes (hay tanto cambio de directores como de escritores), esta segunda entrega mantiene el estilo de su antecesora y amplifica sus alcances visuales. Esto quiere decir que no deja de lado el aspecto excesivo de las acciones que se muestran, pero también que adopta una puesta en escena más elaborada con la finalidad de mostrar la evolución de un personaje que merece ya ser icónico, y que en este caso, cuenta con su propia voz en off, lleva en su mochila una copia de “True Grit” y ha encontrado maneras más sofisticadas de librarse de la gente indeseable.
LA VACA QUE CANTÓ UNA CANCIÓN HACIA EL FUTURO
Directora: Francisca Alegría
Reparto: Leonor Varela, Mía Maestro, Alfredo Castro
Género: Drama
El cine sudamericano no llega de manera precisamente frecuente a las salas comerciales de Los Ángeles, por lo que sorprende que los últimos días hayan sido testigos del lanzamiento de dos propuestas procedentes del mismo país, Chile. La primera fue “Chile ‘76”, que se estrenó hace dos semanas, y la segunda es “La vaca cantó una canción hacia el futuro” (“The Cow Who Sang a Song Into the Future”), que se presenta desde este viernes de manera igualmente limitada (en el Landmark Nuart Theatre y en el Laemmle Glendale) pero de todos modos significativa.
“Chile ‘76”, que fue dirigida y escrita por una mujer, trataba el asunto ya muchas veces visto de la dictadura militar desde la perspectiva novedosa de una dama religiosa de clase acomodada. “La vaca”, por su lado, recorre terrenos temáticos completamente distintos, pero sigue siendo una cinta profundamente original y guiada por talento femenino, tanto en lo que corresponde a los roles protagónicos ante la cámara como al área creativa. Además de tener al frente a una directora, Francisca Alegría, cuenta con un guión escrito por ella misma en colaboración con Fernanda Urrejola (una conocida actriz chilena) y Manuela Infante.
Desde el comienzo, el filme plantea claramente su intención ecológica al mostrarnos los devastadores efectos de la contaminación ambiental y la negligencia de los responsables del desastre producido en el río de un apacible pueblo. Sin embargo, exhibe también claramente su vocación por las alegorías y el realismo mágico al vincular a la Naturaleza afectada con una extraña mujer silente que ha regresado supuestamente a la vida tras muchos años de haber desaparecido, pero que, tal y como es presentada, parece tener que ver más con la energía de una Tierra doliente que con cualquier ser humano.
“La vaca” tiene muchos momentos sinceramente poéticos y abiertos a la interpretación, entre los que se encuentran las tomas que muestran a las vacas y los becerros en la granja lechera de la zona rural donde se desarrolla todo. Pero toca tierra durante las escenas que nos presentan a la familia de Magdalena (Mía Maestro), la ‘resucitada’, y que incluye a su hija Cecilia (Leonor Varela), a su esposo Enrique (Alfredo Castro) y a su nieto adolescente (Enzo Ferrada Rosati), quien intenta mantener su identidad transgénero frente a una madre conservadora.
Hay también una banda sonora imponente, creada por el francés Pierre Desprats -pero con letras en español-, y aunque el conjunto entero padece de una falta de cohesión que le quita contundencia, lo que hace Maestro -una reconocida actriz argentina de amplia trayectoria- sin pronunciar palabra alguna es una auténtica maravilla.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.