CRÍTICAS. Tom Hanks con ayuda mexicana, Gerard Butler como héroe de los cielos y más estrenos en salas

La cartelera se reactiva tras el paso de la tormenta y la llegada de varias producciones de interés que involucran a uno de los actores más queridos de Hollywood, a un intérprete especialmente efectivo en los terrenos de la acción y a dos producciones de alto valor cinematográfico. A continuación, los detalles.

A MAN CALLED OTTO

Director: Marc Forster

Reparto: Tom Hanks, Mariana Treviño, Rachel Keller

Género: Drama / Comedia

Pese a que se estrenó en salas selectas a fines de 2022, “A Man Called Otto” recibe desde este jueves un lanzamiento nacional mucho más amplio, lo que permitirá la difusión masiva de una película que, en medio de sus desbordes de sentimentalismo, se encuentra muy bien actuada, tiene varios momentos logrados y, por supuesto, ofrece la oportunidad de ver nuevamente a uno de los grandes consentidos de Hollywood.

Nos referimos a Tom Hanks, quien además de ser una de las figuras más respetadas del cine estadounidense, sigue siendo un intérprete de amplio registro, lo que le permite ponerse sin problemas en la piel de Otto, el viudo gruñón pero decente que surgió de una novela sueca bajo el nombre de Ove y que apareció ya en una cinta igualmente sueca del 2015.

Con el traslado a los Estados Unidos -más precisamente, a Pittsburgh-, la historia (dirigida ahora con solvencia por Marc Forster, realizador de “Monster’s Ball” y “Quantum of Solace”) cambia a la vecina iraní del protagonista por una mexicana llamada Marisol, y se la encomienda a la gran Mariana Treviño (“Club de Cuervos”), cuya vitalidad extrema contrasta saludablemente con el nivel de antipatía intencional generado por un Hanks que, de todos modos, se las arregla para no resultar desagradable.

Lamentablemente, el guion de David Magee (“Finding Neverland”) se empeña en resaltar los instantes emotivos con una serie de ‘flashbacks’ innecesarios y carentes de sutileza que le quitan categoría a la propuesta, más allá de que se trate de una estrategia presente en el filme original. Sea como sea, y por fortuna, estamos ante una cinta que no cae mal en medio de los tiempos tan necesitados de esperanza que atravesamos.

PLANE

Director: Jean-François Richet

Reparto: Gerard Butler, Mike Colter, Yoson An

Género: Acción / Thriller

Aunque no es necesariamente mencionado por sus habilidades histriónicas, Gerard Butler está lejos de ser un mal actor, y cuando hace lo que mejor sabe hacer -es decir, el cine comercial de acción con elementos de ‘thriller’-, los resultados pueden llegar a ser particularmente convincentes.

Eso es justamente lo que sucede con “Plane”, una cinta de que se puede ver desde esta noche en los cines y que, más allá de su esperada sencillez -evidente desde el nombre que lleva-, ofrece amplias cuotas de entretenimiento, escenas realmente trepidantes y momentos cargados de tensión mientras narra la historia de un avión de pasajeros que sufre un catastrófico desperfecto eléctrico en pleno vuelo, lo que obliga a su capitán Brodie Torrance (Butler) a efectuar un aterrizaje forzoso en medio de una jungla cercana a Filipinas.

En realidad, toda la primera parte de la película, en la que se narran los antecedentes del accidente, se presenta lo que sucede con este y se nos lleva al paraje inhóspito donde desciende la nave, nos lleva a imaginar que este será un drama de supervivencia, lo que hubiera sido interesante en vista de lo bien que le fue a Butler al ponerse en la piel de un ser humano común y corriente en “Greenland”; pero inmediatamente después, la revelación de que Torrance tiene experiencia de combate, de que la zona en la que se encuentran está tomada por milicias rebeldes y de que el pasajero acusado de asesinato que tiene ahora a su lado es un exmarine dan claramente a entender que el asunto recorrerá los cauces habituales.

Y pasa eso, a través de un relato que recuerda las correrías de Rambo y que termina siendo sumamente predecible, aunque hay que agradecer al director francés Jean-François Richet (“Blood Father”) por el buen manejo de las secuencias en movimiento y por una intensa pelea cuerpo a cuerpo que está impecablemente filmada.

NO BEARS

Director: Jafar Panahi

Reparto: Jafar Panahi, Naser Hashemi, Vahid Mobasri

Género: Drama

“No Bears”, que se podrá ver desde mañana en el Laemmle Royale, es no solo un excelente filme, sino un gran acto de heroicidad. Se trata del noveno largometraje de Jafar Panahi (“The White Balloon”), uno de los cineastas iraníes más aclamados de todos los tiempos; pero este no es un agregado más a su vasta filmografía, sino un trabajo narrativo que fue realizado en secreto debido a la condena gubernamental que dictamina que su creador no puede hacer películas debido a sus postura contrarias al régimen.

En “No Bears”, Panahi -que se encontraba ya bajo arresto domiciliario, pero que fue finalmente detenido en julio de 2022 y condenado a seis años de prisión- interpreta una versión de sí mismo que, ante la imposibilidad de salir del país, llega a un pueblo al lado de la frontera con Turquía con la finalidad de dirigir de manera remota su nueva película, que se está rodando en la nación vecina.

Una vez allí, luego de fotografiar supuestamente a una pareja ‘prohibida’, Panahi -el de la cinta- se enfrenta sin quererlo a una serie de tradiciones y de imposiciones familiares que no comparte, así como al drama ‘real’ protagonizado por la pareja protagónica de la cinta que se encuentra filmando y que está buscando escapar de la región con pasaportes falsos, tal y como lo hacen los personajes que interpreta. En el segundo caso, la responsabilidad del realizador es mucho mayor, lo que resulta particularmente interesante en vista de que Panahi -el verdadero= no pretende mostrar a su alter ego como un sujeto de ética impecable.

Evidentemente, “No Bears”, que ganó el Premio Especial del Jurado en la edición más reciente del Festival de Venecia, no fue la apuesta de su país para el Oscar (la elegida, “World War III”, no terminó en la lista de preseleccionadas); pero es sin duda alguna una de las mejores películas de los últimos tiempos, respaldada por un empleo de diferentes técnicas visuales (desde la tendencia documental hasta la implementación del lenguaje cinematográfico más clásico) que desafía las condiciones restrictivas de su realización y por un nivel de sinceridad que permite un acercamiento insólito a las circunstancias de vida en un país actualmente sumergido en una vorágine de turbulencia social.

SAINT OMER

Directora: Alice Diop

Reparto: Kayije Kagame, Guslagie Malanda, Valérie Dréville

Género: Drama

Tras haber sido pre nominada al Oscar en la categoría de Mejor Película Internacional como representante de Francia, llega finalmente a las salas locales “Saint Omer”, una cinta apasionante, dura y propositiva que plantea temáticas complejas tomando como base real el caso de Fabienne Kabou, una joven inmigrante senegalesa que fue juzgada criminalmente por el asesinato de su hija de 15 meses.

La directora y coguionista Alice Diop, una francesa de ascendencia senegalesa, asistió a las sesiones de la corte y quedó fuertemente impresionada por lo que vio en ellas, lo que la llevó a dejar su práctica habitual como autora de documentales para darle vida a un largometraje con actores y numerosos aspectos de ficción que recrea no solo la experiencia de Kabou (transformada aquí en una mujer llamada Laurence Coly y brillantemente interpretada por Guslagie Malanga), sino también lo que ella vivió al ser una persona conectada a la misma cultura que se encontraba además embarazada y que tenía conflictos con su madre, como los tenía también la acusada.

De ese modo, “Saint Omer” -donde la presencia femenina es sumamente generosa- tiene inevitables referencias al género documental, sobre todo en las largas escenas que se desarrollan durante el juicio, y en las que hay muchísimos diálogos; pero estas mismas se encuentran sometidas a interesantes decisiones visuales, y una vez que dejamos ese entorno, Diop nos mete de lleno en las experiencias y la mente de Rama (Kayije Kagame), la sensible novelista y profesora de literatura que funciona como su alter ego y cuyo punto de vista resulta esencial para la comprensión emocional de lo que se cuenta.

SKINAMARINK

Director: Kyle Edward Ball

Reparto: Lucas Paul, Dali Rose Tetreault

Género: Terror

Si eres fanático del terror y rechazas instintivamente cualquier cosa que venga del ‘mainstream’, te conviene dejar de lado a “M3GAN” -que reseñamos aquí- y darle una oportunidad a “Skinamarink”, una perturbadora propuesta experimental de género que se encuentra ya disponible en salas selectas como anticipo de su lanzamiento posterior -todavía sin fecha- en Shudder.

La ópera prima del director y guionista Kyle Edward Ball, que maneja un ‘look’ propio de un cassette de VHS sin pertenecer por ello al rubro del “material encontrado”, ha venido despertando curiosidad en la comunidad que disfruta del miedo desde su presentación en un par de festivales y la filtración a internet de una copia pirata que, según algunas fuentes, habría sido colocada allí por los mismos productores con la finalidad de generar expectativas ante una obra que, pese a su carácter definitivamente innovador, se encuentra prácticamente desprovista de atractivo comercial.

Y es que si bien el argumento proporcionado señala que la historia que se cuenta tiene al frente a dos hermanos pequeños (Kevin y Kaylee, interpretados por Lucas Paul y Dali Rose Treteault, de 4 y 6 años) que, luego de despertar en medio de la noche, descubren la ausencia inexplicable de sus padres y se enfrentan a la todavía más irracional desaparición de las puertas y las ventanas de la casa en la que viven, “Skinamarink” (cuyo presupuesto fue supuestamente de 15 mil dólares) no es precisamente una cinta de narrativa convencional ni de estética inmediatamente accesible, hasta el punto de que sus personajes aparecen normalmente fuera de cámara o retratados desde ángulos que impiden que los veamos claramente.

Todo esto llega amparado por un profundo sentido de la oscuridad que se impone no solo en el relato -porque, sí, hay un relato-, sino que se convierte incluso en parte esencial de una puesta en escena que nos permite vislumbrar aspectos limitados del encuadre, incrementando con ello el sentido de tensión y de peligro en una película lenta y escalofriante que se sostiene también en elaborados efectos de sonido -los diálogos son mínimos-, que se hace todavía más inquietante por el hecho de emplear el punto de vista de los niños y que lleva prácticamente impreso el título “de culto” en cada una de sus imágenes. Eso sí, debe ser vista en una sala para que la experiencia buscada adquiera realmente sentido; no esperes hasta el lanzamiento en plataforma.

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.