Cristian Castro vive en Buenos Aires, tiene un amor secreto y pone en pausa las baladas para tocar heavy metal
Reapareció en la pantalla chica de la Argentina semanas atrás, cuando Marcelo Tinelli inauguró una nueva temporada de su ciclo Bailando 2023. Cristian Castro llegó peinado al viento con su cabellera teñida de celeste y un puñado de grandes éxitos. Para el público de redes sociales y pantallas on demand, había reaparecido antes, en el programa que Mario Pergolini conduce cada mañana en Vorterix. Allí presentó a su banda de heavy metal y habló de su vieja pasión por el rock más duro. Con su banda La Esfinge grabó un disco en 2014 y ahora, renovado con otros integrantes que reclutó en la Argentina, estrenará en el Teatro Vorterix la segunda entrega, el 27 y 28 de octubre.
Se lo ve muy activo. También se cruzó con Santiago Motorizado, cantante de El Mató a un Policía Motorizado, que versionó “No podrás” en el programa de Mex Urtizberea. Días después, cuando LA NACION tuvo acceso a las canciones del álbum, en un estudio de grabación de Buenos Aires, Cristian habló con nosotros de toda su actualidad y de su pasado reciente, de por qué elige la Argentina para vivir (se compró un departamento en Recoleta), de un amor “secreto” que tiene aquí, de la necesidad de estar “en el Sur”, de sus boxers azules en un show de Miranda! y de muchas cosas más, como aciertos profesionales y desaciertos amorosos. ¿Acaso las temporadas que pasa entre nosotros sean una cura para el amor? Ya veremos.
¿Pensás en el hecho de que a la gente le causa sorpresa cuando se entera de que también cantás heavy metal?
-Soy ecléctico. Hay algo bastante dual. Nací con la balada romántica de los setenta y de los ochenta. La balada también entraba en el rock. Sonaban como las de Manzanero, Julio Iglesias o Roberto Carlos. Todo sonaba muy bien en ese momento. También menciono a Juan Gabriel, José José, Palito (Ortega) o el mismo Sandro, a quien pude ver acá, en vivo. También escuché a Ricardito Marín en Grandes valores del tango. De muchos de ellos tomé la inspiración para ponerme un traje. Era un momento de glamour elegante. Había todavía mucha gente elegante, en los escenarios, en los programas de televisión. Y eso era parte de un romanticismo, además de la música. Además, mi referencia era de tríos y de mariachis, que vendría a ser nuestro tango. Crezco con eso y con la abuela al lado, durmiendo con ella. Hice mucha pareja con la abuela y ella fue la que me dio eso, lo romántico. Siempre visualicé todo en romántico. Ver a la maestra y decir: “Ojalá fuera mi novia”. O a una actriz que era compañera de mi madre.: “Qué minón”, decía. Mi mundo era apreciación del estado romántico como la cima de una persona. Más allá de que me gustaban muchas otras cosas, como la comida o el deporte.
-Fuiste eso que vimos, el cantante romántico de traje. Pero en un momento saliste de los estándares y te volviste impredecible. Recuerdo unos de tus shows en Buenos Aires, de hace más de dos décadas, cuando apareciste sobre el escenario vestido de preso. Eso no tenía nada que ver con el estándar del cantante romántico.
-E so es el verdadero instinto. Tenemos que tenerlo más allá de ordenarnos tanto. No sé si creo tanto en el artista ordenado. No sé si siento tristeza por él, más que cualquier otra cosa. Si no hay algún desorden me huele mal. Creo que no está bien calibrado. El artista ordenado que va al sentimiento de la carrera y del enfoque pierde su vida personal. Finalmente hablo de un artista de cualquier gama que no tiene una vida personal donde se muevan dramas, fragilidades, precipicios, tristezas, una herida mortal, fantasmas.
-¿Todo eso te pasó?
-Sí, seguramente. El sistema personal es muy importante. Que andes en moto y que te caigas. Yo hice fútbol americano y jugaba con chicos mayores. Me peleaba, tenía un ritmo muy personal. Nunca fui de pensar si me hago amigo del jefe o me junto con un millonario para quedar en un buen sitio o me den un Grammy. Nunca corre así la bola. La cancha real es el sentimentalismo, el visceralismo, el instinto. Claro, a veces es malo porque te lleva a cometer errores. Hay artistas que triunfaron en todo. Mis respetos, me encanta. Me gustaría ser ese artista. Tuvo padres, fue organizado, tuvo una esposa e hijos, todo en línea, grandes éxitos, increíble carrera.
-¿Pero?
- Me hubiera gustado eso. Pero no sé si lo preferiría. Me gustan mis carencias. Me gusta que puedo ser distinto. Si hubiese sido aquel mi destino, también hubiera sido afortunado. Pero me siento afortunado con lo que tengo. Trabajo con mis ideas. Un día aparezco de manera ridícula, vestido de calzoncillo, pero eso es porque se me hace que la onda de Miranda! da esas licencias [habla del show de Miranda donde apareció como invitado y se desvistió]. El sensualismo me fascina. Amo también lo sexual. La referencia romántica. Me parece interesantísimo todo el espectro del mundo gay. No me gusta ser una sola cosa.
-¿Lo planteás como una provocación artística, buscando un efecto?
-No quiero provocar. Lo veo todo como un fashion mío y punto. Si te copó, listo. Eso es todo lo que busco. Creo que, en el conjunto con Miranda! se miró bien. La gente se quiere traumatizar con cosas que no son traumáticas. Estamos sobreactuando siempre sobre cosas que ya se vivieron en el siglo XX .
-Pero luego las redes sociales estallan.
-Deberíamos abordar un sentimiento más siglo XXI. Todo lo que es pornografía, cuerpo, no debe ser un trauma, para nada. Deberíamos pasar a otros niveles. Del mismo modo creo que la marihuana, la cocaína, la heroína y todas las drogas están pasadísimas de moda. El cigarrillo es lo más antiguo que conozco. También pasa con la bebida. Ya bebimos todo ese vino, ¿para qué abrimos otra botella? ¿Vas a seguir fumando opio? Nos estamos repitiendo. No estamos dejando atrás los vicios chicos. Vámonos a otro lugar. A otra meditación. Estamos con ganas de sentir otras cosas. Tenemos que estar pasando a un sistema avanzado. Volviendo a lo romántico, con una fuerza tremenda. Increíble que haya tanta gente poco romántica con tanta fijación hacia el trabajo. Hay gente a la que le gusta mucho la plata.
-¿Cómo entra en todo esto La Esfinge, tu banda de metal, que está presentando su nuevo disco, después de casi diez años? En principio no tiene el perfil ni la proyección comercial que podría tener tu carrera como baladista.
-Por suerte te das cuenta de que no se necesita tanta plata para estar muy contento. Estoy contento de nacimiento. Por suerte tuve regalos tremendos que van más allá de la plata. Mi abuela, mi madre y mi padre. Esos fueron regalos. Luego tuve ilusión por los regalos de Navidad y a la tarde por un heladito. Además, me vi en una situación de música. En ese momento Kiss se había adueñado de todo, allá por 1980. Era “el” grupo, a pesar de que también estaban Led Zeppelin o Black Sabbath, empujando por el rock con una fuerza tremenda. El que más se visualizó en mi país y sorprendió fue Kiss. Nos despertó al glam. Uno decía: “Madre mía, son hombres, parecen mujeres. Mirá los tacones y las alas, el maquillaje. Luego se comienza con el teñido del pelo y llega Duran Duran. The Cure nos muestra lo gótico y un personaje tremendo. Nos muestras cómo ser dark. Y Soda Stereo, de algún modo, fue el The Cure de este país y también de México . Me impactaron Journey, Genesis, The Police. Me encantaban los españoles de Nacha Pop y La Unión, Los mexicanos de Caifanes, El Tri. De acá, Soda Stereo, Charly, Fito, Los Abuelos. Pero la gran patada, más allá de lo que amaba a Kiss, me la dio Mötley Crüe. Ahí me di cuenta de lo que estaba buscando. Era más agresivo. Más satanismo.
-Más allá de la sorpresa, en el fondo siempre se trata de canciones. La muerte aparece bastante en este proyecto. ¿Será que vas eligiendo la estética según lo que querés decir? Si es más romántico o luminoso es para el baladista, si es más oscuro es para La Esfinge.
-Bueno, justamente es así que me empiezo a perfilar. Cuando aparece Shout At The Devil de Mötley. También estaba Iron Maiden. Así me empiezo a interesar por la cosa oscura. Y en mi país aparece Santa Sabina. Ahí elijo ser eso. Por fin en mi país me dan una patada seria de lo que considero un concepto musical interesante con esoterismo, magia, mitología, noche, luna, misterio. Morrissey es muy depresivo también. Le canta a la güija, en “Ouija Board”. Y en “He perdonado a Jesús” aborda la frustración más humana que es por qué tenemos tanto para dar y no se puede. No es mi destino. La frustración de que las cosas no se dan. Queremos el amor ya.
-De tu vida privada se ha hablado tanto como de tu música, quizás porque de niño venís de una familia con gente famosa. ¿Sentiste ese tipo de frustraciones?
-Creo que hay algo de eso en mí. Pero simplemente son las ganas de que suceda algo romántico, porque todo desemboca en eso, aunque se hable de la güija, de lo esotérico, del satanismo, de un demonio, una bruja, un lobo o de la muerte. Creo que todo esto no tiene más que el grito interno de lograr el amor. Me gustaría que esa fuera la cima. Los rockeros más dark, los más heavy metaleros, son las personas más románticas que puede haber en la vida. Eso lo creo de verdad .
-¿Cuándo lo descubriste, tocando esta música?
- Viendo a los músicos que conozco. A veces los genios son un poco egocéntricos y solo se buscan a sí mismos. Es un error. El que se compra a sí mismo comete un error. El que se consume a si mismo también. Yo soy interesante, pero vos me vas a dar más. Me va a dar más mi pareja que mi genialidad encerrado en mi habitación con mi computadora. Creo en la gente que no tiene nada que hacer. En los estados de WhatsApp ponemos “Ocupado” o “No para llamadas”. Siempre estamos diciéndole a la gente que estamos ocupados. Qué ridículo es que ser adulto sea estar ocupado.
-Te movés constantemente. Hace muchos años que dejaste México. En el último tiempo viviste en California, en Punta del Este, ahora estas instalado en Buenos Aires ¿Evitás el aburguesamiento con esas mudanzas? ¿Ves la vida por temporadas?
-Sí. Creo en el lugar que me va llamando. Acá se está dando esta flor y la llamada de este disco que tenía que ser lanzado en la Argentina. Sigo mi llamada musical. Y la romántica también. Vengo siguiendo a una chica secreta. Estoy en la Argentina también para estar cerca de una chica a la que amo desde hace más de diez años. ¿Es mi secreto? Sí. Quizá no me lo digo a mi mismo, pero es un reflejo de la tristeza y de la penuria que siento desde 2010. Me sigo sintiendo enamorado. Ella está acá en Buenos Aires. Y siento que acá se mueve bien la industria de la música.
-Se nota hasta en tu acento cada vez más porteño...
-A mí me encanta, pero se me critica mucho. Me pasa lo mismo que a muchos argentinos que van a México y comienzan a hablar mexicanizados.
-En la situación actual de la Argentina nos llama la atención cuando alguien de otro país se quiere instalar aquí.
-Pasa por una sensación. Hay energías que son del Sur y otras que son del Norte. Y esa es la misión de cada persona. Me parece un deber. Sería una obligación para cada persona saber cuál es su zona en cada corazón. Quizás eso te sirva para saber que en el Este o en el Sur para vos está todo bien. Yo acá me estoy sintiendo bien. Si te funciona el Norte, Estados Unidos, Canadá, quédate allá. Y si no encontrás bien el rollo de Argentina, tu situación no está acá.
-¿Y cómo te va con el final de este disco metalero?
-Es más maduro y metaloso que el primero, con canciones más pensadas en la actualidad del heavy metal. En el primero puse canciones que traje de la época de mi secundario, de la banda que tenía en ese momento. El cantar de la muerte [2014] suenan más inocente. Aquí también algunas son inocentes. Creo que aunque una canción sea muy oscura, muy doom metal, tiene que tener algo de dulzura y de inocencia. Este es un disco narrativo, teatral, cinematográfico. Eso refleja que soy hijo de un comediante y de una actriz. Quiero actuar de esto. Finalmente es algo romántico, es poesía, es oscuro.
-¿El modo no oscuro se verá en el próximo disco de Cristian Castro?
-Sí y viene muy pronto. Quizá salga a fin de año. Todavía no hay nombre. Pensé en París es una trampa, que es una canción que me gusta. Te cacha un poco, pero me parece que no será ese el título. No es tan romántico. Lo estoy produciendo con el baterista de Rata Blanca. O sea que vamos a hacer baladas “ratablancoscas”.