Cristina Pacheco, la gran narradora que encontró su vocación en los momentos más duros de su niñez

La escritora y periodista mexicana descubrió la pasión por contar historias cuando su familia no tenía dinero a veces ni para comer

Cristina Pacheco, una institución del periodismo que convirtió la precariedad de su infancia en impulso para contar historias. (Photo by Leonel Martinez/Jam Media/LatinContent via Getty Images)
Cristina Pacheco, una institución del periodismo que convirtió la precariedad de su infancia en impulso para contar historias. (Photo by Leonel Martinez/Jam Media/LatinContent via Getty Images)

Hay periodistas que no requieren aulas para dar lecciones e impartir cátedra sobre el oficio. En ese rango entra Cristina Pacheco, quien contribuyó a la formación de reporteras y reporteros que crecieron viéndola y escuchándola en sus programas Conversando con y Aquí nos tocó vivir. Nadie dignificó tanto la entrevista y la crónica como ella. Eso corresponde honrar a partir de ahora que ha alcanzado a su gran amor, el escritor José Emilio Pacheco.

El gusto por buscar y contar historias que tuvo Cristina Romo (su nombre de pila) vino desde su niñez en San Felipe Torres Mochas, Guanajuato. Contrario a otras infancias que hallaron dicha fascinación en las escuelas, ella lo hizo en la escasez económica que vivió en casa. Durante las épocas de precariedad crítica, su mamá improvisaba cuentos y relatos para distraerla hasta que se le fuera el hambre y se durmiera. Hubo períodos en que su madre le narró ficciones porque no tenía dinero para darle de comer.

Eso nunca lo olvidó Cristina. En su programa Conversando con solía compartir esa experiencia con invitados que coincidían en vidas con pasados llenos de carencias. Recordaba con agradecimiento a su progenitora por haberle inculcado la pasión por imaginar, por querer saber más y por no haber recurrido a conductas ilícitas en aras de obtener ingresos para alimentarla. “Sin querer, me enseñó mi vocación”, comentó en una ocasión.

Abrazó tanto su inquietud por la creación de historias que eligió ese camino en cuanto se presentó la oportunidad para salir de Guanajuato y llegar al entonces Distrito Federal para cursar la carrera de Lengua y literaturas hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). A la par empezó a trabajar en los equipos de redacción de los diarios El Popular y Novedades.

Cristina Pacheco y José Emilio Pacheco en una conferencia en honor del escritor tras ganar el Premio Cervantes en 2009, en Guadalajara, Jalisco. (Photo by Gerardo Zavala/Jam Media/LatinContent via Getty Images)
Cristina Pacheco y José Emilio Pacheco en una conferencia en honor del escritor tras ganar el Premio Cervantes en 2009, en Guadalajara, Jalisco. (Photo by Gerardo Zavala/Jam Media/LatinContent via Getty Images)

Iniciaba la década de los 60’s. Atrás había dejado el ambiente foráneo de San Felipe para involucrarse de lleno en el modernismo de una ciudad que cada vez crecía más. Ese crecimiento también tenía que ver con avances femeninos en campos profesionales como el periodismo y la literatura, por lo tanto, Cristina se aproximó más a las realidades de la urbe a través de la sociedad civil para identificar qué pasaba en lo cultural y lo social.

Su inquietud por las letras la llevó a tocar la puerta de la Revista de la Universidad de México, publicación que la guió a conocer al escritor José Emilio Pacheco, de quien se enamoró inmediatamente. Y viceversa. La química entre ambos culminó en un breve noviazgo pero duradero matrimonio. Se casaron en 1961.

Una boda austera que selló el amor para toda la vida

Contrario a muchas parejas que tiran la casa por la ventana para celebrar su unión matrimonial con una gran fiesta, ellos lo hicieron de manera mucho más sencilla porque a fin de cuentas lo importante era su amor. ¡Tan sencillo como un desayuno en el Sanborns de Durango!

Pero, ¿a quién se le ocurriría festejar la felicidad de su enlace en un Sanborns por la mañana? Ni más ni menos que a los recién casados. Bueno, mejor dicho al escritor español Max Aub, amigo de la pareja que organizó un festejo petit comité con amistades de los dos.

La idea de Aub tuvo dos razones de ser. En primera porque había conocidos de José Emilio y Cristina que se oponían a su relación, e incluso auguraban que no iba a funcionar, postura con la que Max no estaba de acuerdo tratándose de personas allegadas. En segunda, porque la situación económica que atravesaba la pareja era mala y preferían destinar su poco dinero a los gastos de vivir juntos como marido y mujer.

Paulatinamente mejoraron los ingresos familiares. Igualmente formaron una familia con los nacimientos de Laura Emilia y Cecilia. Cristina ya no era Romo sino Pacheco. Este agradable cambio y transformación de sus vidas vino acompañado de un progreso individual y profesional para la periodista. El momento clave de su carrera se da hasta 1977 cuando ingresa a Canal Once para aparecer como conductora en los espacios Así fue la semana y De todos modos Juan te llamas.

Una leyenda de la televisión

Un año después recibió la noticia de que sería la responsable de sacar adelante al proyecto Aquí nos tocó vivir, contenido cuyo objetivo era acercarse a la población, contar sus historias, entrevistar gente común y corriente y mostrar oficios diversos. Todo el bagaje acumulado, su formación como periodista y la facilidad que tenía para conversar lo puso en marcha. Desde entonces comenzó una historia de éxito en la televisión mexicana que culminó el 1ro de diciembre de 2023, día en que anunció el fin de ciclo con ese programa.

Pero no paró ahí. Convertida en una figura relevante y querida para el público, Cristina asumió otra responsabilidad más cuando en 1997 aceptó conducir también Conversando con para charlar con personalidades artísticas, culturales y deportivas de México. Desde el primer capítulo hasta el último que transmitió, el programa era uno de los más deseados y respetados por sus invitados, todo mundo quería estar en ese set para ser entrevistado.

Entre sus entrevistados tuvo a Leticia Palma, actriz a la que rescató del olvido tras alejarse del cine después de protagonizar En la palma de tu mano (Roberto Gavaldón, 1951). Envejecida, Palma le compartió la verdad sobre el retiro de las pantallas. No fue vetada por Jorge Negrete, sino por un productor que juró cerrarle las puertas por negarse a aceptar sus propuestas indecorosas, y se lo cumplió.

También se emocionó al recibir a luchadores como Blue Panther, gladiador que acudió al foro con su máscara de gala como señal de respeto a su anfitriona. La perdió en septiembre de 2008, sin embargo se enmascaró para despojarse la incógnita y obsequiársela a la periodista.

Como escritora publicó libros de cuentos para niños, cuentos y trabajos periodísticos. Sopita de fideo, publicado en 1984, es hasta la fecha su trancazo literario con 19 reimpresiones. Asimismo, desde 1986 se consolidó como una de las plumas más leídas en periódicos por su sección dominical Mar de Historias en La Jornada, cuyos textos eran crónicas nutridas y descriptivas primordialmente sobre la ciudad y sus habitantes, pero todos con profundo toque humano.

Ha fallecido Cristina Pacheco, y con llega el fin de una era. Parte dejando un legado importante de revisar. Hereda a la audiencia y a futuros periodistas el valor de mirarnos unos a otros, conversar, entender nuestro presente. Parte dejándonos una escuela que forjó y encontró en los instantes aciagos que su madre no tuvo para darle de comer.

Aquellas historias que le contó su madre para quitarle el hambre trascendieron al nombre de una periodista que mucho tenemos por aprenderle y agradecerle. Ya vuelve a tomarse de la mano con el hombre que tanto amó, su adorado José Emilio.

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