La fórmula infalible para suavizar las críticas y que sean bien recibidas

“Las críticas no serán agradables, pero son necesarias” - Churchill. [Foto: Getty Images]
“Las críticas no serán agradables, pero son necesarias” - Churchill. [Foto: Getty Images]

Las críticas no serán agradables, pero son necesarias”, dijo Winston Churchill. De hecho, fue el primer líder moderno en nombrar a un asesor científico en su gobierno y se afirma que su reputación como político clarividente se debió en parte a las sesiones informativas que mantenía con Frederick Lindemann, quien también era su amigo.

Sin embargo, las personas no suelen encajar bien las críticas, sobre todo en los tiempos que corren, una etapa en la que la sensibilidad parece estar a flor de piel. Algunos se enfadan, otros se sienten ofendidos y ni siquiera falta quienes responden con un fuego cruzado de acusaciones.

Obviamente, una crítica mal hecha puede desencadenar una actitud defensiva e incluso dañar irremediablemente la relación. No obstante, las críticas no son negativas en sí mismas. Señalan los errores que hemos pasado por alto para que podamos remediarlos y nos ayudan a mejorar como personas. Por eso, la solución no consiste en prescindir de ellas sino en aprender a criticar de manera constructiva.

La pregunta que revela cuándo conviene hacer una crítica

“La mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio” - Fernando Sánchez Dragó  [Foto: Getty Images]
“La mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio” - Fernando Sánchez Dragó [Foto: Getty Images]

Existen muchas razones para morderse la lengua. A veces callamos para eludir el conflicto y la confrontación, otras veces para no parecer maleducados y en otras ocasiones para evitar la onda expansiva negativa que podrían tener nuestras palabras. Investigadores de la Harvard Business School descubrieron que también solemos callar porque no somos plenamente conscientes de la utilidad de nuestra crítica.

En uno de sus experimentos pidieron a un grupo de personas que vieran diferentes situaciones sociales hipotéticas e incómodas que se desarrollaban en un centro de trabajo y decidieran si era conveniente dar o recibir una crítica constructiva. Constataron que los participantes solían subestimar el deseo de recibir una retroalimentación constructiva. O sea, pensaban que las otras personas no querían escuchar una crítica.

Otro hallazgo particularmente interesante fue que, cuanto más importante era la crítica para que la persona mejorara, más probable era que la gente creyera que la otra persona no quería escucharla. Sin embargo, en realidad no era así. Casi todos somos conscientes de la importancia de la retroalimentación externa para mejorar nuestro desempeño o cambiar determinadas actitudes, de manera que solemos estar abiertos a las críticas, pero solo cuando son constructivas y asertivas.

Estos psicólogos señalan que, ante la duda, basta tomarnos unos minutos para ponernos en la piel del otro. Debemos preguntarnos: “si estuviera en su lugar, ¿me gustaría que fueran honestos conmigo?”. Si decidimos que es importante hacer esa crítica, el siguiente paso es comunicarla asertivamente para que logre su cometido.

“La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos” - Mao Tse-Tung [Foto: Getty Images]
“La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos” - Mao Tse-Tung [Foto: Getty Images]

No ataques a la persona, enfócate en su comportamiento

Si una crítica comienza con frases como “eres un desastre” o “eres un inútil”, es comprensible que la persona se sienta atacada y adopte una actitud defensiva ya que la interpretará como una amenaza para la imagen que se ha formado de sí misma. Ese tipo de críticas suele herir la sensibilidad, generando vergüenza y humillación, por lo que no es inusual que desate una respuesta agresiva marcada por reproches y acusaciones.

Para evitar que la crítica se convierta en un ataque personal, es importante enfocarse en la situación y/o el comportamiento negativo, en vez de criticar la personalidad. Por ejemplo, en lugar de afirmar: “eres impuntual” puedes decir: “llegas tarde a menudo y eso nos causa problemas”. Ese cambio de perspectiva permite enfocarse en el problema a resolver, en vez de atacar inútilmente a la persona poniéndole una etiqueta con la que se siente incómoda o que la avergüenza.

Formula la crítica de manera positiva para promover el cambio que deseas

Estarás de acuerdo en que es mucho mejor escuchar: “por favor, recuerda apagar la luz la próxima vez” a que te digan: “¡siempre dejas la luz encendida!”. Los comentarios sarcásticos y las críticas negativas no suelen tener un recorrido largo. De hecho, suelen ser ignorados porque son más una queja a modo de catarsis que una demanda concreta.

Por esa razón, si quieres que la crítica conduzca realmente a un cambio, lo mejor es formularla de manera positiva. En vez de limitarte a señalar el hecho negativo que te incomoda, algo que a menudo es percibido como un sermón, enfócate en la transformación que deseas ver en el futuro. Si tienes un hijo adolescente, por ejemplo, en lugar de reñirle diciendo: “¡ayer llegaste muy tarde!”, puedes señalar: “la próxima vez que salgas hablaremos sobre la hora de regreso a casa”.

No divagues, sé específico

Un estudio realizado en la Universidad Carnegie Mellon reveló que para que una crítica sea efectiva debe cumplir dos aspectos clave: la persona no solo debe mostrarse receptiva a la información, sino que también tiene que comprenderla. Si te vas por las ramas y tu discurso es vago, abstracto o complicado, es probable que solo generes frustración y confusión.

En general, cuanto más específica sea la sugerencia, más accionable será; o sea, más fácil resultará ponerla en práctica. Frases que probablemente has escuchado miles de veces como “siempre haces eso” o “nunca me escuchas” suelen caer en saco roto. En cambio, si especificas lo que te molesta tienes más probabilidades de lograr resultados y la persona sabrá exactamente lo que esperas de ella. Habla con claridad, cíñete a los hechos y ejemplifica el cambio que te gustaría ver.

“Pronto se arrepiente el que juzga apresuradamente” - Publio Siro [Foto: Getty Images]
“Pronto se arrepiente el que juzga apresuradamente” - Publio Siro [Foto: Getty Images]

No te limites a criticar, aporta recomendaciones sobre cómo mejorar

Una crítica es constructiva cuando aporta algo a la persona, ya sea porque le permite corregir un error o la ayuda a mejorar alguna habilidad o actitud. Lanzar críticas como si fueran “patatas calientes” puede tener un efecto nefasto si la persona no sabe qué debe hacer a continuación para solventar su fallo. Si dices a alguien que habla demasiado, pero no le das alguna herramienta u orientación para cambiar, es probable que la crítica solo genere una profunda insatisfacción interior.

No des por sentado que las personas saben cómo corregir los problemas que estás señalando. Siempre que sea posible, acompaña tu crítica con una sugerencia de mejora. Brinda opciones de comportamiento, dejando libertad a la persona para decidir, de manera que no perciba tus palabras como una imposición. Por ejemplo: “muchas veces monopolizas la conversación, creo que sería mejor que dejases hablar a los demás para que sepas lo que piensan, ¿qué te parece?”.

Sé empático, ponte en el lugar de la persona que vas a criticar

“No juzgues a una persona hasta que no hayas caminado dos lunas con sus mocasines”, dice un proverbio sioux cuya sabiduría suele brillar por su ausencia en el momento de criticar. Sin embargo, antes de realizar una crítica es fundamental ponerse en el lugar del otro teniendo en cuenta sus capacidades, problemas y, si es posible, su historia vital.

Antes de criticar, piensa en cómo te sentirías si alguien te dijera lo que estás a punto de decir. Recuerda que estás hablando con una persona que tiene emociones, inseguridades y miedos, como todos. Una persona que quizá se esfuerza por dar lo mejor de sí pero que también se equivoca, como todos. Eso no significa que debas evitar la crítica, pero no es necesario ser cruel. Se puede criticar con amabilidad y empatía.

En general, la honestidad brutal, la agresividad, los intentos de manipulación o la falsa empatía desvirtúan la esencia de la crítica y generan reacciones negativas. En cambio, los mensajes honestos y asertivos, directos y empáticos promueven la mejora y consolidan los lazos afectivos. Porque muchas veces no es lo que se dice, sino cómo se dice.

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