Cuando necesitas ver o tocar eso para excitarte (y no es fetichismo)

Se conoce como ‘parcialismo’, y es el interés sexual por una parte del cuerpo que despierta tanto interés erótico como los genitales, o aún más. ¿Eres parcialista?

A los que sienten <span class="st"> pasión erótica o excitación sexual por los pies se les llama podólatras. Es una de las parafilias más comunes. </span>(Foto: Getty)
A los que sienten pasión erótica o excitación sexual por los pies se les llama podólatras. Es una de las parafilias más comunes. (Foto: Getty)

Puede que a ti no te pase, pero algunas personas se vienen arriba solo con ver ciertas partes del cuerpo y… ojo, que he dicho ver, no tocar. Vamos que les basta con observar para que se despierte su lado más salvaje y sensual. ¿Te da envidia? Pues no corras tanto, aunque parezca una ventaja no lo es.

Antes de entrar a valorar si esto del parcialismo es bueno o malo te diré que quienes sufren este trastorno sexual necesitan centrar la atención exclusivamente en una parte del cuerpo para poder llegar al orgasmo. Es decir, que todas sus fantasías e impulsos van dirigidos a esa zona. Y es imprescindible que esa parte del cuerpo entre en escena para poder excitarse.

En el parcialismo existe una percepción exagerada, obsesiva y a veces extravagante de cada una de esas partes

La obsesión es tan fuerte que llegan hasta a diseñar patrones de comportamiento (sexual) en el que la fuente principal del placer, no se encuentra en las relaciones sexuales o en llegar al coito, sino en otra cosa o actividad que lo acompaña y que incluye esa zona favorita.

Dentro del parcialismo, existen muchas clasificaciones. Puede ser cualquier parte del cuerpo, (excepto los genitales) la que provoque esas olas de placer desmedido. La más común es la podofilia; es decir excitarse con los pies. Pero hay otras menos conocidas como la maschalagnia, adoración por las axilas, la nasofilia, por las narices; la tricofilia, por el cabello y la pygofilia, por las nalgas.

Para los parcialistas, las demás partes del cuerpo no poseen significación erótica y están sobrevaloradas.

Los parcialismos con las orejas y sobre todo con los lóbulos, y el cuello, también son muy habituales. Tocarlos o lamerlos son las actividades más frecuentes. ¡hay quien se pone caníbal! (Foto: Getty)
Los parcialismos con las orejas y sobre todo con los lóbulos, y el cuello, también son muy habituales. Tocarlos o lamerlos son las actividades más frecuentes. ¡hay quien se pone caníbal! (Foto: Getty)

Pero existen desviaciones sexuales mucho más raras, ¿sabías que también hay personas que se ponen a cien con las cicatrices y la celulitis? Esto ya es para hacérselo mirar desde luego.

Ya sé que no hay que juzgar pero una criterio a la hora de establecer la normalidad o no de estas conductas, es el grado en que interfieren el ajuste sexual de la persona dificultando el establecimiento de relaciones sexuales satisfactorias.

Y el verdadero problema aquí es que los parcialistas no pueden mantener relaciones sexuales si no hacen uso de ese estímulo concreto, y esa pasión desenfrenada les puede llevar a vivir situaciones incómodas o frustrantes como no poder controlar su excitación en público o no poder masturbarse si no ven esa parte del cuerpo, además de provocar disfunciones sexuales o conflictos con la pareja.

Peor aún, a veces no se conforman con solo mirar y tienen que abordar a los poseedores de su objeto de atracción, sin importar edad, estado civil o disponibilidad social.

De modo que el parcialista puede llegar a comportarse como un ‘coleccionista’ de culos, manos, piernas, pies o pechos… ¡de diferentes personas!

Para que me entiendas, son capaces de bajarse del bus para seguir al propietario/a de unas bonitas manos, piernas o de cualquier parte del cuerpo. Y créeme llegar tarde al trabajo (o no ir) sería el menor de sus problemas, por no hablar del susto de muerte que darán a más de uno. Muchos acaban engañando a su pareja a costa de esa obsesión.

Como ves, algunas desviaciones sexuales, además de ser potencialmente peligrosas para la salud, pueden afectar a nuestra pareja o a desconocidos. Una auténtica pesadilla que suele acabar provocando múltiples frustraciones y que les obliga a vivir una sexualidad fragmentada y poco (o nada) satisfactoria.

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