¿Por qué nos cuesta tanto salir del ciclo del estrés?
Tienes en mente (o si eres un poco más organizada, apuntados en una agenda) mil cosas por hacer. Te da la sensación de que no llegas a todo. Vives estresada. La casa, el trabajo, hacer deporte, la compra, los compromisos familiares, el ocio -sí, incluso el ocio puede generarte estrés-... En opinión de Marc Rodríguez, Psicólogo Especialista en Inteligencia Emocional, estamos constantemente bajo estrés por una variedad de razones. “El estrés puede ser desencadenado por factores físicos y psicológicos como la carga de trabajo, las relaciones, las preocupaciones financieras e incluso los factores ambientales. Además, el estrés puede ser causado por una variedad de opciones de estilo de vida, como no dormir lo suficiente, hábitos alimenticios poco saludables y falta de ejercicio. Todo esto puede conducir a una sensación general de estrés, que en última instancia puede afectar nuestra salud mental y física”, nos detalla.
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Y añade que vivimos en una sociedad de la inmediatez y que nunca antes en la historia de la humanidad habíamos tenido que atender a tantos estímulos y demandas constantes. “Vivimos en un mundo acelerado donde hay mucha competencia y presión para tener éxito. Estamos constantemente bombardeados con mensajes de lo que deberíamos estar haciendo y cómo deberíamos estar viviendo nuestras vidas. También estamos bajo presión para mantenernos al día con las últimas tendencias y tecnologías”, considera el experto, que nos explica que, además de eso, se espera que seamos productivos y eficientes en todos los aspectos de nuestras vidas. “Todas estas demandas y expectativas pueden conducir a sentimientos de estrés y ansiedad”, dice.
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¿Es el estrés siempre negativo?
Aunque podamos pensar lo contrario, no, el estrés no siempre es negativo. “De hecho, si no existiera el estrés, seguramente no habríamos podido sobrevivir como especie. Existe lo que se conoce como eutrés que sería el “estrés positivo” si queremos darle una etiqueta·, cuenta el psicólogo, que añade que el estrés es una reacción, una movilización de recursos para hacer frente a una demanda del ambiente, el problema no es el estrés de por sí, es su intensidad y duración extendidas a lo largo del tiempo.
Y, como todo en la vida, tiene su parte positiva y su parte negativa. “El estrés puede ser beneficioso en ciertas situaciones, como cuando nos motiva a trabajar más duro o a rendir mejor. También puede ayudarnos a mantenernos enfocados y alerta. Sin embargo, demasiado estrés puede ser perjudicial para nuestra salud física y mental, por lo que es importante encontrar formas de manejar el estrés de una manera saludable”, nos cuenta.
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El ciclo del estrés
Como decíamos, el estrés es una parte natural de la vida, pero cuando se sale de control, puede conducir a problemas de salud graves. “Es por eso que es importante entender el ciclo de estrés y cómo manejarlo”, comenta Marc Rodríguez, que nos explica que el ciclo de estrés es una serie de eventos que comienzan con un factor estresante, al que llamamos activador, que es cualquier situación o evento que causa estrés.
“Esto puede ser cualquier cosa, desde un proyecto de trabajo difícil hasta un problema de relación. Este factor estresante desencadena la respuesta de lucha o huida del cuerpo, que es una reacción natural al peligro. Durante esta respuesta, el cuerpo libera hormonas como la adrenalina y el cortisol, que preparan al cuerpo para la acción. Se activa lo que se conoce como el sistema nervioso simpático”, detalla.
Así, como nos explica, el cuerpo entonces entra en un estado de excitación, que básicamente es que el cuerpo está listo para actuar. Esto puede ser una respuesta física o mental. El cuerpo entonces entra en un estado de adaptación, moviliza los recursos necesarios para hacer frente al reto o desafío que se le ha presentado. “El problema es que si no se elimina o se reduce el factor estresante, el cuerpo sigue activado de forma constante. Si el factor estresante continúa, el cuerpo puede excitarse demasiado y entrar en un estado de agotamiento. Esto se produce cuando el cuerpo ya no es capaz de hacer frente al estrés y puede conducir a problemas de salud física y mental”, apunta.
Al comprender el ciclo de estrés, podemos manejar mejor nuestro estrés y evitar que se convierta en un problema. Como todo ciclo debe tener un inicio y un final, cuando el ciclo no termina es cuando podemos hablar de estrés crónico y aparecen los problemas.
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Fases del estrés
Una de las dudas que nos surge es si cuando estamos estresados, pasamos por distintas fases, algo que nos confirma el psicólogo. “Cuando estamos estresados, puede parecer que estamos pasando por una montaña rusa de emociones. Desde sentirse abrumado y ansioso hasta sentirse impotente y frustrado, el estrés puede llevarnos a una variedad de lugares diferentes. Puede ser difícil navegar por estas emociones, pero es importante entender que el estrés se puede manejar y que hay pasos que podemos tomar para ayudarnos a sobrellevar”, nos explica, y nos detalla dichas fases:
En la primera fase, podemos experimentar una mayor sensación de conciencia, con una sensación de miedo y ansiedad. También podemos sentirnos abrumados y fuera de control. Se activan todos los mecanismos psicológicos y fisiológicos necesarios para dar respuesta al desafío que se nos presenta, la famosa respuesta de lucha o huida. Este puede ser un momento muy difícil, pero es fundamental recordar que este sentimiento es temporal. Lo que se conoce como la fase de alarma.
En la segunda fase, podemos sentir una sensación de impotencia y frustración. Podemos sentir que estamos atrapados en un ciclo de estrés e incapaces de salir. Este es un momento difícil, pero es importante recordar que podemos tomar medidas para controlar nuestro estrés. En esta etapa nuestro organismo intenta volver al equilibrio debido al inmenso desgaste de energía producido en la primera etapa. Sin embargo, aparece un punto clave, si el factor estresante desaparece o nuestra percepción respecto a él cambia, el cuerpo y la mente podrán recuperarse, de lo contrario, pasamos a la fase de agotamiento. Debido al anclaje que existe con el estímulo estresor, la persona que vivencia esta fase tiene menor tolerancia a la frustración, muestra dificultades para conciliar el sueño y la sensación de fatiga y desgaste sigue estando vigente.
Una tercera fase si no se pone remedio a la situación, es la fase de agotamiento que se produce debido a la exposición prolongada del estrés, nuestras reservas de energía se agotan, llegando incluso a producirse un debilitamiento del sistema inmune.
Además, aparecen los síntomas asociados al estrés crónico, y surgen sentimientos de indefensión, enfermedades psicosomáticas, infelicidad, cuadros depresivos, ansiedad, abuso de sustancias o adicciones.
Estrategias para abordar las fases del estrés
¿Qué estrategias tenemos a nuestro alcance para afrontar esas distintas fases?
En la primera fase, debido a que las reacciones son de tipo fisiológico y muscular en su mayoría, el experto recomienda la realización de:
Relajación progresiva.
Actividad física intensa para canalizar la energía extra.
Meditación y atención plena
Mantener hábitos saludables de descanso, ejercicio y alimentación
En una segunda fase en la que nuestro cuerpo está tratando de recuperar un estado normal de funcionamiento, recomendaría tomar medidas para reequilibrar el cuerpo como por ejemplo:
Realizar actividad física moderada/ligera.
Alimentación saludable.
Descanso adecuado.
Apoyo social sólido.
Participar en actividades placenteras.
En la tercera fase, si llegamos al agotamiento del sistema debido a que el estrés se ha prolongado por demasiado tiempo, es posible que se requieran estrategias más intensas en duración y hábitos.
Cambios en creencias mentales.
Cambios en estilo de vida.
Adquisición de nuevos hábitos.
Trabajar con un profesional de salud mental.
Participar en actividades de autocuidado.
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Consecuencias para la salud del estrés negativo
El estrés negativo (o distrés) puede tener un efecto perjudicial en nuestra salud física y psicológica. “Puede hacer que nos sintamos abrumados, ansiosos y deprimidos. También puede conducir a síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas digestivos y fatiga”, nos comenta.
A nivel físico, el estrés crónico puede debilitar el sistema inmunológico, aumentar la inflamación y aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular. También puede aumentar el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de mama y de próstata. Por nombrar algunas consecuencias, la realidad es que son más.
Psicológicamente, el estrés negativo puede conducir a la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental. También puede hacer que seamos más susceptibles a los comportamientos adictivos, como fumar y beber.
“El estrés negativo también puede tener un impacto en nuestras relaciones. Puede conducir a conflictos, malentendidos e incluso agresión física. También puede llevarnos a aislarnos de situaciones sociales, lo que puede exacerbar aún más nuestros problemas de salud mental. Las consecuencias a nivel físico y psicológico son tremendamente importantes y cada día afectan a más personas”, apunta.
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Vivir sin estrés ¿es posible?
La pregunta clave es si se puede llegar a conseguir vivir sin un estrés que nos limite, que nos agote, o es una quimera difícil de conseguir en la sociedad que vivimos, que nos arrastra. “Creo que una de las claves a la respuesta a esta pregunta se encuentra en la propia formulación de la misma. El matiz que nos limite es la clave, muchas veces el problema es intentar eliminar el estrés, cuando es algo realmente imposible y no sería demasiado inteligente. El estrés es una parte natural de la vida y a menudo es inevitable”, nos comenta.
Sin embargo, hay maneras de manejar el estrés y reducir su impacto en nuestras vidas: desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables, como la atención plena, el ejercicio y las técnicas de relajación, puede ayudar a reducir el estrés y mejorar nuestro bienestar general. Además, comunicarse con amigos y familiares para obtener apoyo puede ayudar a reducir los niveles de estrés. “Sin duda, el poder vivir sin un estrés que nos limite es totalmente asequible, eso sí, requiere de esfuerzo, constancia, voluntad y disciplina”, concluye.