Cuestiona ser hombre en un México violento

Yanet Aguilar

CIUDAD DE MÉXICO, enero 3 (EL UNIVERSAL).- Incómodo, pero necesario; retador, pero urgente, el nuevo libro de Brenda Ríos, "Hombres de verdad" (Turner Noema) es, sin quererlo, una continuación de su anterior libro "Raras", ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora. Su meta era indagar en los raros de la literatura, empezando por el boom latinoamericano —en el que no hay mujeres escritoras—, desde la perspectiva de hacer un mapa crítico del ser hombre.

"Desde hace mucho quería investigar sobre las novelas del boom latinoamericano, que me parece un imaginario planeado a partir de los machos machos que según yo están después del cine mexicano que se crea la figura del charro, este macho al estilo Armendáriz, silencioso, robándose a la muchacha y subiéndola al caballo. Y para mí el otro imaginario masculino es el boom", afirma Ríos, quien reconoce que en esa búsqueda encontró mujeres escritoras opinando sobre qué era ser un hombre, lo que la llevó a ver que lo que las personas creen que debe ser un hombre no está centrado sólo en los hombres opinando sobre ser hombres.

"Fue un hallazgo complejo", afirma Ríos, la escritora que se pregunta ¿qué queremos decir cuando decimos que no es un hombre de verdad? Puede referirse a muchísimas cuestiones: cumplir la palabra, que sea responsable, que no salga corriendo cuando llegan los hijos. Más bien que desde chiquitos le dicen: 'sé un hombrecito', 'eres el hombre mayor'. Y más bien llegué a otras preguntas, ¿qué significan los hombres criados como mujeres, y las mujeres criadas como varones? y ¿qué significa a posteriori?", señala.

Lo que hay también en "Hombres de verdad", es un libro que habla de libros y la manera en que Brenda Ríos encontró para vincularse con esas lecturas es la historia personal. "Obviamente mi historia no es la única, pero tampoco corresponde a personas educadas fuera de México o que tuvieron otro contexto, o que tienen familias más centradas en la norma", señala.

"Mi historia es muy particular porque tiene un pasado rural, tiene que ver con cómo fuimos criadas las mujeres de ciertos estados de la República, del sur, en mi caso y particularmente de Acapulco; no es lo mismo. Contrasto mi historia con la de Inés Arredondo o con la misma Rosario Castellanos, y cuando ellas llegan a la Facultad que son las pioneras en estudiar en la UNAM, cada una por su lado y rompiendo muchísimos prejuicios en sus pueblos de origen, Castellanos en Comitán, de clase alta, hacendada, con ganado, tierras de café; y Arredondo porque el abuelo le pagó la carrera, porque el padre se negó rotundamente a hacerlo", dice Ríos.

Otra de las virtudes que para la ensayista y poeta tiene este libro, es que le permitió reconciliarse con el formato de escritura fragmentaria. "Yo diría que este es un libro anticategórico, este es un libro en el que yo sugiero cosas y estoy tratando de responder cosas que me he preguntado durante mucho tiempo".

La pregunta es vital: qué significa ser hombre de verdad en un país de mujeres asesinadas y violentadas. "Es importante ver de dónde viene uno y decide ser escritor o escritora. Estos moldes que nos encajan, en los que nos hacen entrar y no sólo en cuestión de género, porque el género va atravesado; es también nuestra raza y nuestro estrato social, vamos atravesados por nuestro color de piel, nuestro poder adquisitivo, de dónde es tu familia", dice Brenda Ríos.

La también autora de "La luz artificial de las cosas", asegura que incluso la diferencia va más allá, diferencia como ciudadano y ante la participación política. "Las mujeres a estas alturas del partido seguimos siendo consideradas minoría social, cuando somos mayoría demográfica. Yo creo que mientras haya un hombre que se sienta superior sólo por ser hombre, y una mujer que se sienta inferior sólo por ser mujer, vamos a seguir perpetuando un modelo que no está funcionando", concluye.