El día que Charly García se tiñó el pelo para homenajear a Kurt Cobain: de su “asalto” a una famosa peluquería a la botella de cerveza que le vació Nito Mestre

Charly García el 5 de mayo de 1994, en su homenaje a Kurt Cobain; atrás, la recordada María Gabriela Epumer
Charly García el 5 de mayo de 1994, en su homenaje a Kurt Cobain; atrás, la recordada María Gabriela Epumer

El 5 de mayo de 1994, Charly García dio un show improvisado en el hall del Teatro San Martín. Acompañado por músicos de su círculo más cercano de aquel entonces (Fernando Lupano en bajo, Fernando Samalea en batería y María Gabriela Epumer en guitarra), García dio un show intenso y caótico centrado en las canciones del por entonces inédito La hija de la lágrima, junto con algunas grageas de su repertorio solista, más algún fugaz repaso por la obra de Sui Generis y también por Tango, su primer disco junto a Pedro Aznar.

Las reseñas de la época no se centraron tanto en el repertorio, que permitió oír por primera vez a los futuros singles “Chipi Chipi” y “Fax U”, sino en la apariencia del músico, que apareció en escena con una remera de Nirvana a la que le había cortado las mangas, y una cabellera rubia, en un claro homenaje a Kurt Cobain a un mes de su suicidio , en lo que fue el único vínculo en tiempo real que el rock argentino tuvo con el grunge.

La referencia no parecía fortuita. En un momento en el que García empezaba la transición hacia Say No More y el constant concept -o la idea de que su obra estaba en perpetuo movimiento y creación -, la figura de Kurt Cobain se le apareció a Charly como una referencia devocional, alguien tan sumido en el arte como catalizador del dolor, con una muerte que no daba lugar a interpretaciones de poses o exageraciones ante el sufrimiento cuando las ruedas de los rankings y los números de ventas giraban a su favor. “Me pareció muy Sócrates la actitud de él, como que le estaba probando algo al mundo. Me motivó”, diría García a Pablo Plotkin en una charla con Rolling Stone en 2004 para explicar algo que iba mucho más allá de una decisión cosmética. Si Luca Prodan se había pelado por “el asco que da, tu sociedad”, García había decidido recurrir a la tintura como bandera de empatía con un artista sufrido con el que se sentía identificado.

De acuerdo a la reconstrucción de los hechos, García entró al local de la peluquería Llongueras que se encontraba al lado de su edificio y emprendió el proceso por su propia cuenta sin pedir permiso, algo bastante esperable del Charly modelo 94. “Agarré un poco de ese menjunje, me lo enchanté en el pelo y me vine a casa con eso en la cabeza. Me quedó bastante original, pero no se pudo asentar bien. Me acuerdo que estaba mirando un video de Nirvana y vino Nito Mestre. Supongo que creyó que yo me quería suicidar también y me vació prolijamente una botella de cerveza en la cabeza. Eso le dio un poco más de tono al pelo”, detalló el autor de “La sal no sala” para explicar el color intenso del resultado final.

Charly García, retratado por Aldo Sessa
Charly García, retratado por Aldo Sessa - Créditos: @Aldo Sessa

Aunque nunca logró empatizar con el grunge (“Nunca me gustaron Pearl Jam ni Alice In Chains, aunque ese era un gran nombre”, admitió), el enamoramiento con Nirvana fue visual: “apenas vi esta tapa me dieron ganas de comprarlo. Me pasó lo mismo con Television. Vi la tapa del disco, lo compré y sabía que era bueno. No podía fallar”, dijo Charly sobre esa portada icónica en la que un bebé nada bajo el agua hacia un billete de un dólar clavado en un anzuelo (Nevermind, 1991). Sin embargo, y a pesar de haber comprado varias copias del álbum en repetidas ocasiones, su fascinación estaba limitada por su umbral de tolerancia, y nunca pasaba del tercer tema del disco, “Come As You Are”, al que consideró su favorito. Más que fan de Nirvana, García era fan de “la idea” que sentía que representaba el grupo, una banda capaz de salir a conquistar el mundo con el ruido como bandera y con una política anticomercial latente que los podía llevar a prescindir de tocar su mayor hit, “Smells Like Teen Spirit”, como castigo al público argentino, o amagar con interpretar la controversial “Rape Me”, en una entrega de los premios MTV.

Pero había algo que parecía seducirlo y tenía que ver que, en cierto modo, Cobain era su antítesis como músico, la respuesta cruda y autodidacta a alguien que comenzó a estudiar en un conservatorio a los cinco años. “Tocaba la guitarra de una forma muy rara; era un mal buen guitarrista. Tocaba como si tocara folklore. Vos ves tocar a George Harrison, a (Jorge) Cafrune y al de Nirvana, y te vas a dar cuenta que Cobain toca como Cafrune. Las posiciones ortodoxas: la Mayor poniendo los tres deditos acá, el mi Mayor así. Jamás escuchó jazz en su vida, ni quiere saber lo que es una séptima. Eso me parece bueno”, sentenció García, que también elogió su manera de cantar y lo equiparó con John Lennon, su ídolo máximo. “Se juntó todo en un petisito que tenía mucha polenta. O sea: es buenísimo en todo, ¿qué querés que te diga? ¡Es mejor que yo, lo siento!”, le reconoció a Rolling Stone.

Charly García en el concierto homenaje a Kurt Cobain
Charly García en el concierto homenaje a Kurt Cobain

La empatía emocional también venía de otro lado, que pareció decantar más adelante. En 1991, mientras Nirvana era una fuerza centrípeta que arrasaba con todo lo que se le pusiera delante, Charly García fue internado por primera vez en la clínica psiquiátrica Villa Guadalupe por decisión de su familia y veía paralelismos entre el comportamiento de su madre en esa circunstancia con el que Courtney Love tuvo en varias ocasiones con Cobain. “Estoy absolutamente en contra del método que utilizaron la Courtney y mi mamá para internarme a mí e internar a Kurt. Eso que se llama amor duro . Es un método que consta en no explicarle nada al que se supone que está mal, cerrarle todas las vías de acceso a cualquier tipo de cosa, dejarlo en la lleca (...). Te vuelven loco y una vez que te vuelven loco, firmás un papel y te intervienen. Te cortan la vida, te sacan de tu casa, te cagan a trompadas, te meten en una clínica de hijos de puta que hacen guita con eso, que curran con la merca, la heroína y los padres adinerados de los adictos del mundo”, explicó Charly.

El gesto de admiración de García a Cobain no quedó solo en una tintura robada de una peluquería: Charly menciona el nombre de Nirvana durante “Los dinosaurios” en su MTV Unplugged, y lució una remera de Nirvana cuando anunció su participación en Cosquín Rock 2020, que finalmente quedó trunca. García asegura que la identificación del público con su figura llegó antes que su propia noción con el autor de “Come As You Are”. “Si bien yo tengo algo de poeta maldito, nunca fui un tipo... Qué sé yo... cuando yo me tiré no me quise matar ni ahí. Tenés que tener un dolor realmente muy fuerte. Todos alguna vez nos quisimos matar, entre comillas. Pero de ahí a hacerlo... No le veo el negocio a la muerte joven, ¿entendés? Hacer algo para que lo disfruten los demás es estúpido. No podés levantarte al día siguiente para ver la noticia en el diario”.