Daniela Fernández, sobre las "claves" del éxito: "Quizás me tendría que haber peleado mucho más"

Daniela Fernandez habló con LA NACION sobre su paso por la televisión, su relación con el éxito y su presente en la radio

Es bailarina de alma, pero a partir de que el micrófono se metió en su vida, Daniela Fernández también es otras cosas: periodista, conductora, notera... Desde que irrumpió en la tele como movilera de Nicolás Repetto, pasó por varios proyectos [Nico, Decime cuál es tu nombre, Locos por el fútbol, Pan y queso] hasta que recaló en la radio, un espacio donde siente que puede ser ella misma. Los miércoles, en Radio Zónica, conduce Cuchame, un proyecto en el que está acompañada por su familia.

-Te tira el medio...

-Me tira un montón. Me formé como bailarina, estudié teatro, canto y todo lo demás, pero me cayó el micrófono. Y descubrí otro lenguaje que me resultó súper cómodo. Me gusta comunicar, ya sea a través del arte o a través de lo más directo. Y sobre todo me hace sentir muy cómoda. Yo bailaba en Fax y me llamó Carlos De Elía que necesitaba movileras. Me dijo: "Vení, Dani, que te quiero hacer una prueba". Y así fue. Me puso el micrófono en la mano y yo hice lo que veía en la tele: "Hola, acá estamos en la playa."

-O sea que lo tuyo no fue el sueño de la infancia, como le pasa a la mayoría de los que trabajan en radio.

-No, no. Yo de chiquita bailaba en mi casa. No me gustaba que me miraran, no lo hacía tampoco delante de mi familia. Ellos sabían y me acompañaban, pero cuando me largaba, me largaba sola. Cuando no estaban, yo corría muebles y bailaba como loca. Y a los 9 años empecé en la Escuela Nacional de Danzas.

-¿Tus padres querían que estudies otra cosa, aparte?

-No, cero. Me dejaron ser. Mi mamá no me podía llevar a danzas y a los 9 yo viajaba sola. Iba desde Villa Celina hasta Sarmiento y Esmeralda. Salía rajando de la escuela, me cambiaba, me ponía las mediecitas rosas, el rodete, la redecilla, y me subía al colectivo con el guardapolvo encima. Al principio dos veces por semana, después tres y después todos los días. Hice toda la carrera.

Fernández comenzó su carrera como bailarina, pero poco a poco se fue abriendo camino en la conducción

-Y enseguida conseguiste trabajo.

-Sí, yo empecé a trabajar enseguida. Es más, todavía no había terminado la escuela que empecé a trabajar como bailarina, y eso me dio como cierta entidad. Hasta las profesoras se choluleaban y empecé a sacar las mejores notas.

-¿Dónde trabajabas?

-Con Pepito Cibrián, en el musical Borges. Y al toque Pepito empezó a hacer especiales en Canal 9 y nos llevó a los bailarines. Yo me hice conocida en Fax, pero hacía diez años que trabajaba en la tele.

-¿Por qué crees que te destacaste?

-No sé. El programa era diferente, se ganó todo. Y había un lugar ahí que estaba bueno. Al móvil iba mucha gente. Todos la pasaban bomba, incluso yo. Había un ida y vuelta que estaba buenísimo y con Nico en el estudio también. Me resulta difícil saber si tuvo que ver con el momento, con la tele, con las ganas de la gente de participar y de ser parte... Llegábamos y poníamos música, se armaba como una conga linda. Entonces para mucha gente era su movida del día. En esa época mucha gente no tenía laburo.

-Fue en pleno menemismo...

-Sí. Yo no estaba tan en contacto con lo que pasaba socialmente hasta que apareció la gente diciendo en el móvil "no tengo laburo". De a poco se fue armando. Viste, al final todo el mundo se acuerda del móvil multitudinario con la gente con los carteles, las pelucas, los disfraces.

-¿Lo pudiste disfrutar o en tu interior pensabas "quiero ser bailarina"?

-Lo bueno que ahí también desarrollé eso porque Nico quería que yo baile, entonces...

-¿Repetto era generoso?

-Sí, muy. Al principio era más controlador, pero en el momento en que entendió que el móvil funcionaba, empezó a dejarse sorprender. Yo todos los días hacía una apertura, hacía algo diferente para empezar el programa. Él siempre preguntaba qué era y un día le dije "hoy es sorpresa". Fue divertido porque llevamos una piletita inflable a la 9 de Julio y yo abrí el móvil en traje de baño... ¡Qué inconciencia! Pero bueno, éramos jóvenes y hacíamos cualquier cosa.

-¿Te daban libertad?

-Por suerte Nico entendía la situación: si brilla el que está al lado mío, brillamos todos. En ese sentido, tanto él como Reina [Reech, ex pareja de Repetto y coreógrafa del ciclo] fueron muy generosos.

-Y nunca dejaste de bailar.

-Yo nunca cerré ninguna actividad. Igual, es cierto que hay gente que me conoció como conductora y me tiene en el lugar de conductora.

-¿Te sentiste encasillada?

-Mucha gente de teatro en ese momento pensó: "Daniela ya está en la tele y labura en la tele, no en teatro". Entonces me dejaban de llamar para un casting o para un cuerpo de baile. Así y todo me di el gusto de hacer algunas cosas como el musical Chicago. Fui parte del ensamble.

-No te importó nada.

-¡No! Era lo que yo deseaba, un sueño hecho realidad. Si tenés un nombre y te sirve para ganar mejor guita, buenísimo. Pero en ese caso yo quería hacerlo aunque no fuera la protagonista. Es más, en ese momento, con mi marido estábamos manejando la posibilidad de ser papás y yo le dije: "No, viene Chicago".

-El bebé puede esperar.

-Claro, ahora quiero hacer esto.

-¿Ya no estabas en la tele en ese momento?

-Cuando hice Chicago también hice un par de programas. Uno en América, que duró 10 minutos, se llamaba Políticamente incorrecto. Y a la vez estaba haciendo un programa de entretenimientos que estaba buenísimo con preguntas y respuestas sobre series, en un canal de cable. Después de trabajar con Nico, hice varias cosas en tele, ya no con tanta repercusión. Con Nico eran veintipico puntos de rating todos los días. Después de eso, es muy difícil hacer algo que lo supere.

-¿Te ofrecieron seguir haciendo cosas parecidas a lo que hacías con él?

-Sí, pero yo tenía la escuela de Nico, de no repetirme. En algún momento, cuando las papas quemaron, dije "¿por qué lo rechacé?" Pero después lo ves y pensás: "Bueno, bien hecho". Yo creo que uno toma decisiones y en el momento cada decisión es la correcta, porque si te vas a estar preguntando qué hubiera pasado, es para torturarte.

-Ganaste en Martín Fierro como revelación. ¿Viste que se habla de "la maldición de los ganadores como revelación"?

-Los que hablan de la maldición son los que no lo tienen. Y en definitiva, tampoco es que el Martín Fierro te ponga un sello de calidad, ni de éxito, ni de nada. Es un mimo que está buenísimo, es muy divertido ir, que te hagan dos mil millones de notas, que se maten por entrevistarte los que te pasaban como alambre caído diez minutos antes...

"Los que hablan de la maldición del Martín Fierro son los que no lo tienen", aseguró

-¿Pero coincidís con esa frase?

-No, no sé. Hay una lista de gente que en un momento estuvo y que después dejó de estar. Repetto también ganó un montón de cosas y cuando se fue, dejó de ganar, porque no estaba. Si tu valor se va a medir por eso, estás listo, porque en algún momento vas a dejar de estar.

-Vos estás contenta de habértelo ganado...

-Yo estoy feliz. Lo tengo en mi casa. La gente que viene por primera vez, dice "Ay, el Martín Fierro" y se saca fotos. ¡Está buenísimo!

-¿Con Repetto seguís en contacto?

-No, pero cuando nos vemos es como si fuéramos amigos de toda la vida.

-¿Le podés escribir si necesitás algo?

-No lo hago. Yo en general como que siempre mantuve muy buena relación, pero cierta distancia.

-¿Él era distante?

-A mí me pasaba eso. Sé de gente que ha ido a su casa. Yo en general con los jefes me manejo así. Es mi forma de ser.

-¿Y te siguen relacionando con él? ¿Te preguntan?

-Siempre, siempre. Es increíble porque pasó muchísimo tiempo. Pero me cuentan que fueron al móvil o que tienen una foto conmigo... Se siguen acordando de eso, que es lo que más me llama la atención. La gente me pregunta por Nico y yo digo "no sé nada, la verdad". Tengo el mejor recuerdo de él. Siempre fue jefe, pero no ostentaba autoridad, simplemente la tenía. Generaba respeto pero desde un lugar bastante cómodo y con él vos estás todo el tiempo exigiéndote, pero bien, sanamente. Si te tirás a chanta sos boleta porque hay 80 atrás buscando un espacio y buscando un lugarcito.

-Además del Martín Fierro, en ese programa ganaste un marido...

-¡Sí! Era mi productor. Un año trabajando sin que pase nada y al final coincidimos y no nos separamos nunca más.

-¿Fue difícil blanquearlo?

-No, fue muy orgánico. Todo el grupete sabía, pero era medio sotto voce. Yo estaba en pareja con otro, tuve que cortar y esas cosas. Para el afuera quizás fue raro pero a mí me cayó la ficha y lo tuve clarísimo: es esto y no aquello. Yo no soy una persona que programe y vaya. Para mí, las cosas fluyen. Capaz que tiene que ver con la danza...

-Sos, ante todo, bailarina.

-¡Claro!

-Están muy de moda las bailarinas ahora...

-Sí, se puso. Tengo una dualidad con lo que pasa. Porque por un lado, se llenan las escuelas de danza y decís "qué bueno". Y por el otro, hay como una lógica de lo instantáneo. Va una que es famosa, la couchean y ¡es bailarina! No, mamá.

-¿Sos de las que piensan que si no tienen un estudio no pueden ser bailarinas?

-A mí me pasa que como yo me rompí estudiando, pretendo que el título sea manejado con un respeto. Por otro lado, soy de las que le dicen a las alumnas que todo el mundo puede bailar. Pero la profesión es otra cosa. Te gusta bailar, bailá. Mové las cachas, el mondongo. En ese sentido, soy súper defensora de la pluralidad de la danza. Ahora, como profesional estamos hablando de otra cosa.

-¿Te molesta que ocupen el lugar que puede ocupar una bailarina?

-Claro, por ahí va. Si vas a recibir un sueldo en un rol de bailarina, lo que yo pretendo es que estés medianamente formado.

No sé pelear. Vos ahora me decís algo que te cae mal de mí y yo me voy a mi casa diciendo 'ay, cómo lo puedo revertir'.""Daniela Fernández

-¿Ves eso en el "Bailando"?

-El "Bailando" es un certamen que propone eso, que celebridades vayan a bailar. Y a mí me encanta que exista Marcelo Tinelli porque se abrió una fuente de trabajo para bailarines fascinante.

-Pero...

-Pero ves a ciertos personajes opinando sobre la línea o la fluidez del movimiento... En algunos es orgánico y se nota que entienden de qué están hablando, y en otros sentís que hay alguien que les dio letra y se hacen los sabiondos con respecto a la danza y nunca agarraron una barra.

-¿Tu crítica es hacia el jurado?

-No es una crítica. Pero a mí, como bailarina, me pasa eso. Que a veces veo que el análisis no me alcanza.

-Es como si yo, como periodista, sólo me conformara con que escriban con sujeto y predicado.

-Claro, pretendés algo más profundo.

-Nunca tuviste polémicas en la tele, ¿por qué?

-Porque me agota, yo no sé pelear. Vos ahora me decís algo que te cae mal de mí y yo me voy a mi casa diciendo "ay, cómo lo puedo revertir". Me pasaba en el móvil. Teníamos cinco mil personas que estaban felices y venía uno que decía "ustedes son una mierda" y yo me iba a mi casa destrozada.

-Igual agarraste una linda etapa de la tele.

-La pasé fenómeno. Viajé como una hija de p... Quizás me tendría que haber peleado mucho más, pero no sé si hubiera podido. En general, traté de laburar disfrutando. Algunas cosillas en el medio seguramente hubo que hacer cuando había que llevar el pan a casa.

-¿Cómo qué?

-Los noticieros. Trabajé como tres años en el Canal 26, estaba cerca de casa, iba y venía. Pero era muy estático. Me decían "Daniela, no te muevas". Me costaba.

"En general, traté de laburar disfrutando. Algunas cosillas en el medio seguramente hubo que hacer cuando había que llevar el pan a casa", dice Fernández

-¿Y en la radio, cómo te arreglas con eso?

-Es difícil. Estar en un lugar, con el micrófono ahí, sin moverme. Pero está bueno porque uno también tiene que encontrar lenguajes diferentes. Y en ese espacio hago lo que se me da la gana. En realidad, lo hacemos en familia, con mi marido, con mi hija, que es adolescente y propone sus temas. Y también mi hijo menor, que es el asistente de producción.

-¿Sos de buscar proyectos o esperás que te llamen?

-Nunca fui esa persona que sabe de todos los castings. Al revés, siempre me entero tarde, qué se yo. Cuando fui me ha ido bastante bien y demás pero son esas cosas que decís "¿y por qué yo no me enteré de esto o aquello?". También me siento cómoda criando a mis hijos, haciendo una vida de familia. A mí me gusta mi laburo para disfrutarlo, obviamente para ganar plata, porque cuando laburás en tele se gana mejor que en otras cosas, y entonces la vida se torna más cómoda. Pero no es una adicción. En su momento me guardé, tuve a mis hijos... Se dio así.

-Como no estás en la tele, la gente pregunta qué haces...

-Y uno hace un montón, pero no se sabe. Hay como una exigencia de vidriera, que tenés que estar en todos lados todo el tiempo. Es agotador. ¿Quién puede todo el tiempo estar ahí arriba? Yo no sé cómo hace Pampita, que está siempre espléndida, todos los días, en 35 notas en diferentes. Es rarísimo.

-Eso te podría haber pasado a vos, si te lo hubieses propuesto.

-Son elecciones. Esa gente que todo el tiempo está siendo filmada, en redes... Te exige un montón de energía. También hay una época en la que te resulta más fácil porque sos pendeja y porque no tenés que estar maquillándote tres horas, ni viendo qué te ponés porque lo que te tirás encima te queda bien.