David Harbour y cómo encontrar la fama yendo contra la norma pasados los 40

La crisis de los 40 puede ser muy real. Llegar a ese momento que, por lo general, marca la mitad de tu vida y comprobar que no estás donde querías estar o donde creías que estarías, puede conllevar un golpe de realidad muy duro que afecta de formas muy distintas a cada uno. Si extrapolamos esta idea al mundo del espectáculo, y a Hollywood en concreto, los 40 no solo son una crisis, sino que en muchos casos es una sentencia de muerte directa.

Para David Harbour, sin embargo, la crisis de los 40 no está siendo un problema en absoluto, porque el actor, que fue catapultado a la fama mundial gracias a Stranger Things, está viviendo precisamente en esa década su mejor momento. Con 47 años y un físico que se aleja de la norma en la industria, Harbour se encuentra en la cima de su popularidad, eligiendo proyectos a su antojo y disfrutando de las mieles del éxito. El actor acaba de presentar el tráiler de su próximo proyecto, Noche de paz, salvaje comedia de acción en la que interpreta a un Santa Claus pasado de rosca, y no parece que nada ni nadie le vaya a parar los pies.

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La popularidad de Harbour estalló con el estreno del fenómeno de Netflix Stranger Things, donde da vida al sheriff Jim Hopper, uno de sus personajes adultos principales. La serie resultó ser una de las mayores sorpresas de la historia del streaming y la gente no tardó en caer rendida ante los pies de un actor que no se ajustaba necesariamente a los cánones masculinos que las series suelen explotar. Hopper no era el típico Ken apolíneo y delgado, sino un hombre maduro que lucía su cuerpo sin complejos. Esto no le impidió convertirse en un sex symbol para la audiencia, al contrario, precisamente fue esa una de las claves por las que Harbour conquistó a un sector el público que clamaba por un galán atípico y real, con barriga en lugar de abdominales marcados.

Sin desmerecer por supuesto su carisma y su indudable talento como actor. Y es que, aunque pueda parecer que lo de Harbour fue algo de la noche a la mañana, antes de tocarle la lotería con Stranger Things, él ya llevaba bastante tiempo asentado en Hollywood y, de hecho, participando en producciones de primera fila. David Kenneth Harbour nació en Nueva York en 1975 en el seno de una familia trabajadora. Después de estudiar arte dramático e italiano en la universidad, comenzó su carrera profesional como actor a finales de los 90, apareciendo, como suele ser habitual, en series de televisión (incluido un episodio de Ley y orden: Unidad de víctimas especiales, el longevo procedimental por el que ha pasado casi todo Hollywood). Y el teatro tampoco se le ha dado mal, con una nominación al Tony en 2005 por su trabajo en ¿Quién teme a Virginia Woolf?.

David Harbour como Jim Hopper en 'Stranger Things' (cortesía de Netflix)
David Harbour como Jim Hopper en 'Stranger Things' (cortesía de Netflix)

Harbour no tardó en dar el salto al cine, encontrando además muy pronto un hueco en proyectos importantes y entre los mejores directores. Su primera película fue Kinsey, junto a Liam Neeson, tras lo cual tuvo papeles pequeños en La guerra de los mundos, de Steven Spielberg, y Brokeback Mountain, de Ang Lee. Poco a poco, su carrera como secundario se fue afianzando, con films como Quantum of Solace, Revolutionary Road o The Equalizer y series como Rake, Pan Am o The Newsroom (donde quizá no le fue tan bien). Sin embargo, su estabilidad como actor no se tradujo en fama, pasando más bien desapercibido hasta que Netflix se fijó en él y lo escogió para acompañar a Winona Ryder en el reparto de Stranger Things.

Aunque Harbour llevaba dos décadas trabajando y muchos nos lo habíamos encontrado muchas veces en la pantalla, fue la serie de los hermanos Duffer el punto de inflexión que lo llevó a convertirse en un rostro reconocido en todo el mundo y uno de los intérpretes más solicitados del momento. Desde entonces, Harbour está en todas partes. Él está aprovechando su posición privilegiada para hacer un poco de todo, grandes sagas y proyectos más subversivos (como ese extraño y recomendable experimento interpretativo que es Frankenstein's Monster's Monster, Frankenstein), con los que está demostrando ser un actor muy ecléctico, inquieto y de talento polifacético.

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Desde que Stranger Things le abrió todas las puertas de par en par, lo hemos visto dar el salto a Marvel interpretando a Red Guardian en la película de Viuda Negra, papel que retomará próximamente en Thunderbolts, agrupación de antihéroes marvelitas donde coincidirá con Florence Pugh, Sebastian Stan y Julia Louis-Dreyfus entre otros. Como toda estrella que se precie, ya tuvo su bautismo springfieldiano poniendo voz a un personaje en Los Simpson, y fue un robaescenas nato en Tyler Rake, película de acción también de Netflix, donde encarnaba a un antiguo compañero de escuadrón de Chris Hemsworth que provocaba que los espectadores clamasen por un spin-off centrado en él. Menos suerte corrió con el reboot de Hellboy (sin Guillermo del Toro), donde dio vida al icónico gigante rojo creado por Mike Mignola en una versión hiperviolenta que fue un estrepitoso fracaso de taquilla.

Harbour no tardó nada en reponerse de aquel golpe, gracias sobre todo al impacto duradero de Stranger Things, que volvía este año con una cuarta temporada de duración extendida que rompía todos los récords y se convertía en la entrega más aclamada de la ficción fantástica desde su primer año. En estos nuevos capítulos, Harbour llamó mucho la atención por su cambio físico. Por necesidades del guion, el actor adelgazó aproximadamente 36 kilos, para reflejar así la transformación de Hopper, encarcelado y sometido a trabajos forzosos durante mucho tiempo en una prisión rusa, tras desaparecer de Hawkins y ser dado por muerto. “Pesaba 122 kilos en la tercera temporada y cuando rodamos la cuarta, pesaba unos 86”, desveló en una entrevista con GQ el pasado verano.

Para semejante bajada de peso, Harbour se sometió a un duro proceso consistente en ayuno intermitente y Pilates, sacrificio que espera no volver a repetir nunca. “Todos estos cambios no son buenos para el cuerpo y tendré que dejarlo pronto, pero vivir en una versión diferente de tu piel durante un tiempo es una parte muy divertida del trabajo”, escribió en un post de Instagram en julio, con motivo del regreso de Stranger Things. Lo cierto es que, exigencias laborales aparte, él no parece especialmente interesado en seguir los dictados de la sociedad en lo que se refiere al físico y cómo se supone que tiene que lucir una estrella de cine. Claro que, todo hay que decirlo, parte con una ventaja importante: es hombre, en una industria (y un mundo) que trata mucho peor a las mujeres cuando alcanzan cierta edad. Dicho esto, él está muy contento con su cuerpo y encantado por contribuir a la visibilización de físicos menos normativos: “Creo que, en cierto modo, me he convertido en algo así como un sex symbol de nuestro tiempo”, declaró en la misma entrevista a GQ. “Me encanta la idea de ver cuerpos reales en televisión. Y me encanta la idea de hacer que las personas reales se sientan guapas y queridas”.

Tras el rodaje de la cuarta temporada de Stranger Things, Harbour no tardó en recuperar gran parte del peso que había perdido, de nuevo para un papel. El próximo 2 de diciembre lo veremos encabezando el reparto de Noche de paz, nueva propuesta de acción de los productores de Nadie, John Wick, Atómica o Deadpool 2 en la que el actor se pone en la piel (y las barbas) de un Papá Noel asesino que enfrenta a un grupo de mercenarios que secuestran a una familia rica en Nochebuena. A juzgar por el tráiler, nos espera otro divertido festival de violencia, sangre y huesos rotos al más puro estilo John Wick, con un extra de comedia irreverente y excesiva que le viene a Harbour como anillo al dedo.

El éxito de Stranger Things y su ingreso en el Universo Cinematográfico Marvel le han otorgado una seguridad pública y económica que le permite escoger los papeles que le apetece. Sus próximos trabajos evidencian su intención de seguir compaginando blockbusters con proyectos de acento más indie: además de Thunderbolts (y lo que venga después en el UCM), formará parte la adaptación al cine del videojuego Gran Turismo, será uno de los protagonistas de The Trashers, lo nuevo del talento emergente Cooper Raiff (que firmó una de las mejores películas de este año, Bailando por la vida), y compartirá cartel en la serie My Dentist’s Murder Trial con otro favorito de Hollywood, Pedro Pascal, que además es de su misma quinta. En otras palabras, no hay quien lo pare. A los 47 años y con una segunda juventud en plena eclosión, su futuro no puede ser más prometedor. ¿Quién ha dicho crisis?

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