Ellas dejaron huellas (dactilares): demuestran que alfareras hicieron figurillas en Luxor
Ana Santana
Santa Cruz de Tenerife (España), 27 ene (EFE).- Los arqueólogos de la Misión de la Universidad de La Laguna -en el archipiélago canario español- en la TT 209 en Luxor han constatado que unas 160 figurillas funerarias de arcilla (ushebtis) halladas en la tumba fueron realizadas por mujeres muy jóvenes, según un análisis pionero realizado a partir de las huellas dactilares encontradas.
Es uno de los primeros estudios de huellas dactilares del Egipto antiguo –el mismo equipo publicó un breve avance hace dos años– y el que ha analizado la cifra más alta y con resultados más claros de edad, sexo e incluso altura de los individuos, por lo que puede usarse como base segura para abordar la comprensión de las tareas artesanales y del funcionamiento de los alfares, explicó a EFE Miguel Ángel Molinero, director del Proyecto 209 en Luxor.
Este hallazgo, realizado en las últimas campañas en la tumba tebana 209, ha sido publicado en la revista científica alemana 'Antropologischer Anzeiger' en un artículo firmado por Molinero, que es profesor titular de Historia Antigua-Egiptología en la Universidad de La Laguna; Esperanza Gutiérrez y Jesús Herrerín, ambos de la Universidad de Alcalá y del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Policiales, en España.
Las figurillas funerarias denominadas ushebtis son los objetos más habituales en los yacimientos funerarios de la civilización del Nilo y en las colecciones egiptológicas de los museos, junto a amuletos y escarabeos, explicó Molinero.
Ya sea representados con la ropa elegante de un miembro de la clase alta o con las piernas juntas y los brazos en posición "osiríaca" y, en consecuencia, como una momia, se introdujeron en los ajuares para representar a la persona difunta (shabti) y, en una etapa posterior, a los servidores (ushebti) que la sustituían en el desempeño de tareas agrícolas en el Más Allá produciendo las ofrendas que necesitaba.
Fue en una de las cámaras laterales del complejo funerario, la SC3, donde descubrieron unos 160 ushebtis de arcilla que por forma y tamaño debieron de integrar un mismo conjunto.
En origen, alguno o la mayoría estaba pintado o glaseado pero la humedad de esta tumba, un problema para otros aspectos, ha hecho perder la cubierta y hacer visibles las huellas en el núcleo de arcilla.
El ajuar de la tumba
Se encontraron como ajuar de las momias enterradas en esta sala correspondientes a los siglos IV-II antes de nuestra era.
Sin embargo, dada la dispersión y el número de ejemplares no puede descartarse que pudieran corresponder a un enterramiento de la fase cronológica previa de uso de la tumba, fechada en la Dinastía XXV, unos tres siglos anterior, y que fueran parcialmente reutilizados para uno o varios de los difuntos más recientes.
Todas las figuritas recuperadas son momiformes, es decir, de trabajadores; ninguna viste la ropa que identifica a los capataces.
Muestran peluca con sendos mechones a los dos lados de la cara, rasgos faciales poco marcados, barba y manos sobre el pecho, no cruzadas, que sujetan hoces. Ningún ejemplar lleva texto, ni jeroglífico ni hierático.
Como es habitual en este tipo de ushebtis, se elaboraron presionando una pella de arcilla en el interior de un molde y una vez extraída la figurilla, la materia sobrante se plegaba con los dedos sobre su espalda.
Gracias a esa acción quedaron marcadas las huellas dactilares de quienes realizaron el proceso. En 60 de las piezas se distinguían al menos tres impresiones con claridad suficiente para realizar un estudio que aportara información sobre la identidad de quienes las elaboraron.
Los ushebtis son tan pequeños –miden una media de 6,5 centímetros de altura– que no tienen superficie suficiente para que se haya conservado la huella completa de ningún dedo.
No obstante, la parte impresa basta para poder medir con precisión la anchura de las crestas dactilares, así como la densidad de estas por unidad de superficie, unos datos que permiten deducir con fiabilidad la edad, la estatura y el sexo –en este caso para mayores de 12 años– de la persona a la que corresponden.
Unas alfareras muy jóvenes
Así, se pudo establecer que más del 90% de las muestras se pueden atribuir a edades de entre 11 y 16 años, con la categoría de 13 o 14 años como la más frecuente y, a partir de ese dato, en el grupo de mayores de 12 años se procedió a la identificación del sexo.
Para esto, se tomó como referencia un estudio reciente sobre las impresiones dactilares en población sudanesa actual, la más cercana geográfica y étnicamente a las poblaciones del Egipto antiguo.
Aplicando el cálculo de probabilidades derivado de este estudio a la muestra de ushebtis, se pudo concluir que, con una alta probabilidad, la totalidad de las impresiones dactilares dejadas sobre ellos son de origen femenino.
En consecuencia, el conjunto de los ushebtis del tipo estudiado pudo ser elaborado por varias mujeres, dada la distribución de edad obtenida y, prosigue el egiptólogo, "tenemos la seguridad de que participó más de una pues tenía que haber, como mínimo, una persona diferente por cada grupo de edad identificado".
"Si realizamos un cálculo conservador habría al menos cuatro mujeres diferentes, con una de 13-14 años como la más activa, pues este es el grupo de edad del que más huellas se han conservado, pero podríamos hacer cálculos más atrevidos y pensar en una cifra de al menos ocho mujeres si admitimos las medidas correspondientes a cada grupo etario, además de un individuo pre-púber del que no se pudo estimar su sexo", añadió.
(c) Agencia EFE