El desgarrador testimonio de Mon Laferte: abusos, un cáncer, una parálisis facial y el reto de aprender a cantar de nuevo

Mon Laferte hizo un posteo en sus redes sociales en el que narra los momentos más difíciles de su vida
Mon Laferte hizo un posteo en sus redes sociales en el que narra los momentos más difíciles de su vida - Créditos: @Neilson Barnard

En las últimas semanas, Mon Laferte ha sido criticada en el mundo del arte chileno por la extensión de una exposición suya, en su faceta como pintora, en el Parque Cultural de Valparaíso. Tras ser acusada de recibir un trato preferencial, la cantante y artista plástica decidió compartir su desgarradora historia de vida repasando su difícil infancia, los abusos que sufrió, sus problemas de salud y el arduo camino que recorrió para consolidarse en el arte y en la música.

A través de un video y un texto que publicó en su cuenta de Instagram, Laferte se pregunta: “¿cómo se gana una el derecho de llamarse artista?”. Y reflexiona: “¿Naces, te haces, lo compras? Yo no fui a la universidad y no tengo título de artista, ni de catedrática ni de ná, pero la necesidad te enseña a ser más creativa, a arreglártelas y a no pedir permiso”.

La creadora considera que, si hubiera pedido permiso, probablemente “ya estaría muerta”, a la vez que desgrana los detalles más íntimos de un pasado de dolor y sacrificio. Desde el comienzo de su relato, profundiza en los episodios más oscuros de su vida. “Fui violada a los 7 años , a los 11 empecé a tomar, fumar cigarro y consumir marihuana, probé la pasta base a los 13″, revela. Luego Laferte cuenta que desde esa edad hasta los 18 años fue víctima de abuso por parte de un hombre 20 años mayor, quien se presentaba como su manager y, según relata, se quedaba con la mitad de sus ingresos. Durante ese tiempo, cantó “en la calle, en bares, en los micros, en circos”.

La artista, junto a una de sus pinturas
La artista, junto a una de sus pinturas - Créditos: @Future Publishing

También por aquellos días, la artista tuvo que hacerse cargo de su abuela, que se quedó postrada tras sufrir un derrame cerebral. “En las noches salía a cantar y con eso compraba pañales”, compartió. Ante la falta de recursos, aprendió a coser sus propios vestidos para los shows. Sin embargo, el abuso y la explotación no terminaron ahí. “A los 18 encontré una oportunidad en la tele, eso para mí fue la salvación de mi vida, ganaba 30 lukas a la semana; después empecé a tener pitutos y con eso ayudaba a mi familia. Durante los 5 años que estuve en la tele, fui acosada por un productor musical, me besaron a la fuerza varias veces y me trataron de puta sin talento, me la creí y aguanté por necesidad, pero finalmente tuve el valor y me fui”, denunció.

“Con 23 años y 4 palos que había juntado, me fui a México, sin pitutos, sola, con ganas de salir adelante. Cuando llegué a México me tocaron los años más difíciles del crimen organizado , salí escapando un par de veces de algún antro en Veracruz, canté covers en bares durante 8 años. Ganaba 300 lukas al mes. Con eso a veces le podía mandar plata a mi familia en Chile”, cuenta.

A pesar de los obstáculos, Laferte logró forjar una carrera musical y alcanzar el reconocimiento internacional, aunque el camino al éxito estuvo marcado por nuevos desafíos. En su posteo, revela que años atrás fue diagnosticada de cáncer y aunque logró recuperarse, la enfermedad dejó secuelas en su salud.

“Tuve cáncer de tiroides. Me operaron en el sistema público de salud, quedé con una parálisis facial y no pude mover el lado derecho de mi cuerpo por dos meses. Aún esto me pasa la cuenta, no siento la cara de mi lado derecho. Casi me quedé sin voz después de la operación, tuve que aprender a cantar de nuevo, el doctor me dijo que no podía cantar en 6 meses, pero a los 2 meses volví a los bares, yo tenía que trabajar”, detalla en su relato.

A los 31 años llegó su éxito masivo en la música con un disco como artista independiente. “Toqué cientos de puertas, viví en sillones, (...) me cagué de hambre. Tuve depresión, me intenté matar dos veces, he sido alcohólica , me tuvieron que dar comida en la boca por los temblores de la abstinencia, no podía ni vestirme sola, pero a las dos semanas me paré y volví a trabajar, empastillada y aún con depresión, me levanté”, dijo.

“He sido una mujer muy triste, realmente muy triste y lo único que sé hacer es trabajar, ¿pero saben qué también hice durante todo este tiempo? Yo pinté y bordé y lloré mientras pintaba, mientras la música me daba para comer, la pintura me salvaba de toda la mierda que tuve que pasar. Fui a un museo por primera vez en México a los 30 años, antes de eso no conocía nada de ese mundo, yo lo veía lejos, sentía que no pertenecía”, agregó.

“Tengo ocho discos publicados, más de mil obras como artista plástica, pero hasta el día de hoy me siento como una intrusa. Es verdad que hoy tengo un lugar privilegiado, me volví una burguesa, una nueva rica y sé que no pertenezco y nunca voy a pertenecer. Entonces pienso, yo jamás podría haberme formado en esa cola imaginaria porque antes de mí estaban los académicos, los que sí saben pintar ¿y saben? Yo les encuentro razón de todo lo que dicen de mí, yo a veces dudo y dudo de todo lo que hago, a veces pienso que todo mi arte es una mierda y no solo dudo como artista, dudo de mí también como mamá, dudo de todo, porque siempre me dijeron que no valía y yo me la creí, pero avanzo igual, porque lo único que sé hacer es trabajar y amar, amar el arte como lo único que me ha salvado la vida”, continuó.

Con su testimonio, Mon Laferte no solo comparte su historia, sino que reivindica su lugar en el mundo del arte: “Yo no ando queriendo ocupar el espacio de nadie, pero tampoco voy a andar disculpándome por ocupar el mío”. “Aquí tienen mi historia y ¿saben qué? Si esto se trata de meritocracia, entonces yo me lo merezco todo”, concluyó.