Los desnudos de Boris Izaguirre en ‘Crónicas Marcianas’ no eran tan gratuitos como nos hacían pensar

Boris Izaguirre visitó ayer el programa 'La Resistencia' y acabó con los pantalones bajados (Foto de Borja B. Hojas/WireImage)
Boris Izaguirre visitó ayer el programa 'La Resistencia' y acabó con los pantalones bajados (Foto de Borja B. Hojas/WireImage)

Boris Izaguirre ha hecho de todo en nuestra televisión, eso es una realidad irrefutable. Ha sido guionista de series y programas diversos, le hemos visto como colaborador, presentador, concursante, jurado de talent shows, siempre con mucha solvencia y elegancia. Una elegancia, dicho sea de paso, que a veces dejaba guardada en un cajón cuando trabajaba en el mítico Crónicas Marcianas de Telecinco, pues a menudo acababa desnudándose, de una forma que a los espectadores nos parecía gratuito, pero que, en realidad, no lo era tanto.

Aquellos desnudos de Boris han vuelto a cobrar vigencia gracias a su visita al programa La Resistencia, que presenta David Broncano, en Movistar +. Empezaron la charla con la participación del venezolano en el concierto de Ojete Calor del pasado fin de semana en Madrid, en el cual la actriz Yolanda Ramos enseñó los pechos al público. Algo que le recordó al espectáculo que él mismo hacía allá por los 90 e inicios de 2000 en Crónicas Marcianas, el magacín que Javier Sardá presentaba en Telecinco al filo de la medianoche.

Hay que recordar que en Crónicas Marcianas Boris Izaguirre tenía una sección en la que repasaba la actualidad con Sardá, en la que popularizó la famosa frase “páralo, Pol”. Cuando se indignaba, o le daba el punto, se bajaba los pantalones delante de todo el público, que enloquecía con sus gestos y locuras. En alguna ocasión, incluso, llegó a plantarse en el plató completamente desnudo, y la cámara nos regalaba algún detalle de sus posaderas. Pero todo eso era ya pasado, al menos, en teoría.

En La Resistencia, Boris le contó a Broncano que se prohibió a sí mismo volver a hacer ese tipo de cosas en televisión. La razón: se encontraba en otro momento de su vida, muy diferente al de aquellos locos años 90. Sin embargo, el público comenzó a pedirle que lo hiciese, y él, entregado a la causa, obedeció y volvió a bajarse los pantalones en riguroso diferido. “Soy un chico muy fácil”, se justificaba entonces, mientras que David Broncano echaba leña al fuego diciendo que no se había resistido mucho.

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Boris se bajó los pantalones en La Resistencia porque le apeteció. Personalmente, lo interpreto como una forma de decirnos que está orgulloso de su pasado, que sigue siendo el mismo locuelo que nos enamoró años atrás. Que no ha cambiado tanto, a pesar de que, como matizó, está en otra etapa muy diferente de su vida.

Hay que destacar que los desnudos de Boris no eran tan gratuitos y espontáneos como queremos recordarlos. Siempre había una razón para ellos: subir el share, el número de espectadores pendientes de lo que sucedía en el plató de Crónicas Marcianas. En el programa Mi casa es la tuya Izaguirre explicó que su primer desnudo fue durante una visita de Concha Velasco; ella estaba haciendo una obra teatral en la que un hombre aparecía sin ropa, y quiso replicar el momento. Concha se hizo la sorprendida, pero estaba más que advertida de lo que iba a pasar, y puso como condición que no le manchasen el traje de firma que lucía. Boris apareció sin ropa y aquello funcionó, dio de qué hablar, y se empezó a repetir con más asiduidad. Hasta convertirse en marca de la casa.

A menudo, Boris parecía bajarse los pantalones sin venir a cuento, con Sardá llevándose las manos a la cabeza. Pero todo solía estar calculado, se sabía en qué momento había que hacer algo que subiese el pan. En su mesa, Sardá tenía colocadas, con mucho disimulo, una serie de pantallas que mostraban qué estaba ofreciendo la competencia en ese mismo momento. Así tenía el absoluto control de la televisión, y podía decidir qué carta jugar en qué momento. Que Izaguirre se bajase el pantalón, que entrase tal personaje, o que se diese paso a publicidad para volver instantes después. Siempre había instrucciones, un guion que seguir.

En ese sentido, me viene a la cabeza la vez que se hizo viral un viejo vídeo en el que Kiko Hernández tachaba de prostituta a Sonia Arenas, y él explicó en Sálvame que solo obedecía un guion. O cuando Mila Ximénez le contó a Risto Mejide que se inventó una relación con Encarna Sánchez y que la dirección sabía que era mentira, pero que así funcionaba el programa. Nada era casualidad, todo estaba medido. Por eso mismo, los desnudos de Boris no eran tan gratuitos. Estaban perfectamente medidos. Y pactados.

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