El nuevo director del Colón: Jorge Telerman, un gestor cultural con gran cintura política
Algunas de las pistas para entender la llegada de Jorge Alberto Telerman al Teatro Colón y el rumbo que podría darle a su futura gestión hay que buscarlas a través de un viaje en el tiempo. En septiembre de 2002 se vivía allí un clima bastante parecido al de los últimos días, con una gestión políticamente muy desgastada a partir de varios hechos acumulados. Uno de los cuestionamientos que se hacía en ese momento a la conducción artística del teatro era “la invasión de los espectáculos no tradicionales en el Colón”.
A través de esa frase, quien por entonces era secretario de Cultura del gobierno porteño hacía suyas las críticas de varios sectores a los recitales que en aquél momento ofrecieron en el Colón Gustavo Cerati, Soledad Pastorutti y el grupo Memphis La Blusera. Por entonces, Telerman dijo que no estaba de acuerdo con esa iniciativa y que solo auspiciaba la llegada al Colón de un perfil de conciertos populares con artistas como Luis Alberto Spinetta, Dino Saluzzi o Luis Salinas, siempre con una impronta acústica. Esas declaraciones cobran actualidad hoy, después de que el desplazamiento de María Victoria Alcaraz se relacionara, entre otras cosas, con la cuestionada presencia de La Beriso y otras figuras en el escenario del Colón a fines de febrero.
La Argentina soportaba a fines de 2002 por entonces todos los efectos de la crisis surgida en el diciembre previo y el Colón enfrentaba serias dificultades de todo tipo para cumplir con su programación. Fue allí que Telerman anunció la llegada de un nuevo director artístico, el compositor, docente y crítico musical Gabriel Senanes, con tres objetivos. “Profundizar los avances necesarios en la promoción de los artistas y producciones locales, hacer un uso más intensivo del Centro de Experimentación y llevar adelante proyectos novedosos que armonicen con los espacios más tradicionales del Teatro”, dijo en esa oportunidad. ¿La historia nos ofrece un primer esbozo del Teatro Colón modelo 2022?
Pase lo que pase, en su nuevo cargo Telerman tendrá otra oportunidad de aplicar como gestor cultural una de las iniciativas que mejor lo definen: la búsqueda de una integración permanente entre lo clásico y lo moderno. Llega a la dirección del Teatro Colón a los 66 años (nació el 29 de noviembre de 1955) después de conducir desde 2015 el Complejo Teatral de Buenos Aires. Allí, con un perfil bastante más bajo que en el resto de su trayectoria previa en la función pública, mostró su destreza para moverse en el mundo de las iniciativas culturales, en el manejo de diferentes proyectos simultáneos y en la relación con el complejo mundo de los artistas, los productores y los gremios ligados a la actividad.
Para llevar adelante sus propósitos, Telerman siempre confió en una capacidad para el diálogo y el buen trato que todos le reconocen. En todo momento fue visto como un funcionario de espíritu abierto, receptivo, de excelente trato, elegante en las formas (se distinguió siempre por sus finos trajes oscuros) y los gestos. Algunos en tono de broma y otros con un poco más de ironía solían referirse a él como “el afrancesado”, por algunas maneras de expresarse y modismos que adoptaba en el habla, fruto de su estada en ese país durante los tiempos de la última dictadura militar, y también como resultado de algunas de sus múltiples influencias literarias y tareas posteriores como divulgador y traductor. En 2011 reconoció risueñamente que esa etapa de “afrancesado” ya había sido superada.
El primer reconocimiento público que tuvimos de Jorge Telerman tuvo que ver con el mundo del periodismo y la comunicación, área preferencial de una formación académica que tuvo varias y sucesivas manifestaciones, de la carrera de Farmacia y Bioquímica (que interrumpió por el golpe de 1976) a estudios de semiología, historia y filosofía.
Fue en 1985 cuando Telerman se hizo conocido por primera vez gracias a la televisión. Aparecía cada sábado en el programa Badía y compañía como protagonista de una “mesa cultural”, compartida entre otros por el ensayista Sergio Sinay. Había llegado a Canal 13 después de ganar un concurso de periodistas noveles, y su vida en los medios continuó luego de esa experiencia con distintas apariciones como conductor y productor de programas de radio.
En la última mitad de esa década se orientó a la vida académica, como docente, investigador y traductor de textos de comunicación y filosofía (dedicó muchos de esos esfuerzos a la obra de Michel Foucault) y de allí pasó a la vida política, que inició como vocero del entonces gobernador bonaerense Antonio Cafiero, a quien acompañaba desde que lanzó su candidatura al cargo. Había llegado por primera vez al peronismo después de una militancia juvenil en el Partido Comunista.
Ese creciente compromiso político continuó y se consolidó durante buena parte de la década del 90, bajo el gobierno de Carlos Menem, en la actividad diplomática, casi siempre fuera del país: fue agregado de prensa de las embajadas argentinas en Washington y París, vocero de la Cancillería y embajador en Cuba. Llegó también a ocupar en ese período la Dirección de Información Pública de la Organización de los Estados Americanos.
Instalado de nuevo en la Argentina a fines de esa década, Telerman fue uno de los primeros que mejor entendió el cambio de época que se avecinaba, con partidos políticos tradicionales en crisis, la dispersión de esas identidades y la aparición de nuevas expresiones, siglas y movimientos, muchos de ellos de vida fugaz. Se adaptó a ese nuevo escenario con admirable plasticidad, al punto que en 1999, mientras era vocero del gobernador Eduardo Duhalde, preparaba su candidatura a diputado por PAIS, agrupación formada por José Octavio Bordón, excandidato opositor a Menem.
La secretaría de Cultura del gobierno porteño, a la que llegó en 2000 convocado por Aníbal Ibarra, fue la gran plataforma de proyección de Telerman en la política porteña. De su iniciativa, por ejemplo, surgió la integración de los teatros oficiales de la ciudad bajo un mismo paraguas, el del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA). Esa gestión lo llevó a ocupar la candidatura a vicejefe de Gobierno, junto a Ibarra, en 2003. Esa fórmula, que representaba a los sectores que hoy se identifican con el kirchnerismo porteño, derrotó en segunda vuelta a la de Mauricio Macri-Horacio Rodríguez Larreta.
La crisis provocada por la tragedia de Cromagnon precipitó la destitución de Ibarra y la llegada de Telerman a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2006. Buscó la reelección, distanciándose del perfil de la experiencia anterior, a través de una alianza con el radicalismo (su compañero de fórmula fue Enrique Olivera), la Coalición Cívica, agrupaciones progresistas y algunos sectores disidentes del PJ, pero quedó tercero detrás de la fórmula triunfante (Macri-Gabriela Michetti) y de Daniel Filmus-Carlos Heller.
Desde ese momento, las ambiciones políticas de Telerman parecieron concentrarse exclusivamente en el área cultural. Toda su carrera desde entonces es otra muestra de destreza y flexibilidad para encontrar espacios sin atenerse a definiciones contundentes o posturas rígidas. Así pasó de conducir el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Daniel Scioli en 2012, a hacerse cargo tres años después como director general y artístico del CTBA, una de sus principales creaciones, dentro de la administración porteña del macrista Rodríguez Larreta.
Además de haber sido el gran protagonista de la creación y el desarrollo del CTBA, función que ahora deja vacante, a Telerman se le reconocen, entre otras propuestas, el impulso a la inauguración del Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata y la transformación de una vieja central eléctrica de la Boca en lo que hoy es la Usina del Arte. Y fuera del ámbito público se hizo habitual desde hace muchísimo tiempo verlo en La Trastienda, el tradicional espacio de espectáculos y gastronomía de Balcarce al 400 que lo tuvo en sus comienzos como dueño y artífice.
Flamante miembro del Peronismo Republicano, la agrupación de Miguel Ángel Pichetto asociada al proyecto político de Juntos por el Cambio, a Telerman le toca ahora hacerse cargo del teatro cuya renovación completa siguió como funcionario desde los primeros anuncios del Master Plan. Habrá que ver si en el comienzo de su nueva tarea al frente del Colón sostiene aquellos argumentos que defendió en 2002, cuando debió intervenir y cambiar la cúpula del teatro frente a otra crisis, o si el diagnóstico de la realidad y su indiscutida cintura política y capacidad de adaptación a nuevos contextos lo llevan a tomar otros caminos que hasta ahora desconocemos.