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Disney deja un mensaje precioso sobre el cambio climático, pero se olvida de lo importante

Fotograma de 'Mundo Extraño © 2022 Disney. All Rights Reserved.
Fotograma de 'Mundo Extraño © 2022 Disney. All Rights Reserved.

Disney vuelve a sacar su vena más aventurera con Mundo Extraño, su nuevo clásico animado para el 2022 que aterriza en los cines este viernes 25 de noviembre. Se trata de una cinta de ciencia-ficción que recupera un tipo de cine que la casa Mouse dejó de lado hace un tiempo, aquel que nos remite a la esencia de autores como Julio Verne, Robert Louis Stevenson o Edgar Rice Burroughs y que llevaban sin explorar desde títulos como El planeta del tesoro o Atlantis: El Imperio Perdido en los 2000.

Sin embargo, esta es solo una atractiva fachada con la que transmitir a los espectadores un precioso mensaje sobre la familia y el cambio climático, una idea que, a priori, tenía todos los elementos para ser otra producción Disney para grabar en nuestras retinas. Pero el resultado no es tan idílico como podría parecer, porque la compañía del ratón Mickey se ha olvidado de lo más importante en su nueva aventura.

Mundo Extraño nos transporta a un universo de fantasía llamado Avalonia, una ciudad envuelta entre enormes sistemas montañosos en la que grupos de exploradores investigan cómo cruzar al otro lado. En una de estas exploraciones, un joven llamado Searcher encuentra una planta cuya energía hace prosperar a Avalonia hasta convertirse en una gran utopía, sin embargo, muchos años después, con Searcher centrado en una vida de granjero de plantas con su mujer e hijo a su lado, este deberá aventurarse en las profundidades del mundo a investigar un extraño suceso que asola sus cosechas y, por tanto, el futuro de Avalonia.

Fotograma de 'Mundo Extraño © 2022 Disney. All Rights Reserved.
Fotograma de 'Mundo Extraño © 2022 Disney. All Rights Reserved.

La idea remite indudablemente a clásicos como Viaje al centro de la Tierra, llevándonos a un mundo subterráneo repleto de escenarios fastuosos y criaturas de lo más variopintas. Aunque lo importante de la película no es la aventura en sí, sino el foco en las relaciones familiares entre sus protagonistas y en la necesidad de preservar el medio ambiente. Así, Mundo Extraño gira en torno a la relación de Searcher con su hijo Ethan, quien sueña con seguir el camino de su abuelo de ser un gran explorador de Avalonia y dejar de lado la vida granjero que su padre quiere para él.

Esto da lugar un mensaje sobre la responsabilidad de los padres de escuchar y entender a sus hijos sin presiones, dejando que vuelen libres con sus propios sueños y metas y no tratando de imponer nuestras propias ideas sobre ellos. Con el devenir de la trama, esta idea deriva a una lección sobre la necesidad de hacer sacrificios para cuidar el medio ambiente y conseguir que nuevas generaciones disfruten de un planeta tan próspero como el que hemos disfrutado nosotros. Además, valorando que su plantel de personajes incluye roles de muchas razas e identidades, incluyendo el primer protagonista abiertamente gay en un clásico animado Disney como es el caso de Ethan, Mundo Extraño abraza una frescura muy actual que hace que el calado de sus mensajes sea mayor.

No obstante, más allá de lo mucho que tiene por decir, esta se olvida de que tras sus bonitas lecciones tiene que desarrollar una aventura épica con la que mantenernos pegados a la butaca. Y aquí se encuentra el gran problema de este nuevo título de Disney, porque, por mucho que me hayan emocionado sus mensajes, he echado en falta la épica y espíritu aventurero que busco en este tipo de historias.

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Primero, creo que falla en la presentación de su universo, puesto que, más allá de darnos pequeños apuntes rápido y corriendo, apenas se centra en desarrollar y explorar Avalonia. Lo mismo ocurre con todo el mundo subterráneo en el que transcurre la mayor parte de la trama, que, por muy bonitos que luzcan sus escenarios, estos pasan por pantalla como meros salvapantallas en los que echas en falta momentos trepidantes que aprovechen su potencial. Y otro fallo grave, del que vienen languideciendo las últimas producciones de Disney, es la falta de un villano que aporte un contrapunto a la visión y objetivos de sus protagonistas.

Al final, la épica y la aventura se pierden en favor de hablar de las relaciones paternofiliales y el cambio climático. Y esto me parece un error grave, porque creo que ambas cosas son perfectamente compatibles. Tengo la intuición de que la película ha sido terminada con prisas y no les ha dado tiempo a desarrollar su universo todo lo que hubieran querido, puesto que muchas escenas se sienten con un ritmo abrupto y, hace apenas un mes, cuando asistí a la presentación de sus primeras imágenes de la mano del productor Roy Conli, las secuencias que nos mostraron estaban aún con detalles inacabados. Y es una pena, porque una aventura de estas características tenía el potencial para convertirse en otro clásico imperecedero de Disney.

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