Doña Letizia brilla como anfitriona de las parejas de los líderes de la OTAN durante la Cumbre de Madrid
Más de 40 jefes de Estado y de Gobierno se daba cita esta semana en Madrid para una cumbre internacional al más alto nivel. Mientras los líderes de los países de la OTAN y otros socios estratégicos debatían sobre los retos y el futuro de la Alianza Atlántica, España se convertía en epicentro informativo y por tanto, en escaparate al mundo. Era la oportunidad perfecta, con decenas de delegaciones internacionales y todos los ojos puestos en nuestro país, para diseñar una agenda paralela que permitiera situar también en el mapa los tesoros de nuestro patrimonio. La reina Letizia tomó la batuta en este recorrido cultural y artístico con el que logró maravillar a las parejas de los líderes mundiales reunidos en el pabellón de IFEMA y también a la prensa internacional.
Se podría decir que la Reina estaba en su salsa o así se percibía. Durante años ha ejercidio el periodismo, además de vivir pegada a la actualidad y, sin duda, entendía la magnitud de la reunión histórica que albergaba Madrid -la primera de los líderes de la OTAN tras la invasión rusa a Ucrania- y la importancia de su labor en los márgenes de esta Cumbre. De igual forma que lo ha entendido perfectamente Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, que normalmente opta por un papel más discreto ya que está enfocada en su propia carrera profesional. Además, doña Letizia es una amante del arte y de la cultura, por lo que no fue difícil transmitir su pasión a sus invitados.
El primer gran encuentro tuvo lugar el martes en el Palacio Real. Allí Felipe VI ofreció una cena de gala a los jefes de Estado y de Gobierno y sus parejas, acompañado de doña Letizia, que se mostró sonriente, charlando distendidamente y muy cómoda entre los mandatarios. A nadie se le escapó su buena sintonía con el matrimonio Biden, con los que parecía compartir bromas además de una agradable conversación. Precisamente Jill Biden, la primera dama estadounidense, le ha dedicado unas palabras a la Reina una vez de vuelta en su país. "La Cumbre de la OTAN es un recordatorio de que los lazos de amistas es lo qeu nos mantiene juntos, uniéndonos en momentos de alegría y en tiempos de necesidad. Gracias a Su Majestad, la reina Letizia por mostrarnos la belleza de España y crear comunidad entre amigos", ha escrito en su cuenta oficial de Twitter.
Para Jill Biden, el viaje a Madrid era mucho más que acompañar a su marido a una importante reunión. Era un asunto familiar, por lo que vino con dos de sus nietas, Finnegan y Maisy, y una oportunidad para empaparse de la cultura española y también conocer de cerca cómo se está viviendo las consecuencias de la guerra en Ucrania al otro lado del Atlántico. Llegó días antes que su marido en su propósito encontró una aliada. La Reina no solo se reunió con ella y la acompañó a varias citas de carácter social, también ha estado con Jill y sus nietas en una visita al centro de Pozuelo de Alarcón que acoge a refugiados ucranianos. Se trata del mismo que visitarón los Reyes con sus hijas el pasado mes de abril. De nuevo, doña Letizia jugaba en terreno conocido y pudo mostrarse cercana, natural y pendiente de sus invitadas.
Mientras tenía lugar la primera de las reuniones entre los dirigientes, sus acompañantes disfrutaron del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, en Segovia, una joya del barroco muy cerca de Madrid y una de las mejores muestras del esplendor monárquico del siglo XVIII. Allí, doña Letizia recibió afectuosamente a las primeras damas y primeros caballeros en la Puerta de la Escalera de Nogal. Más tarde, el moldeado de vidrio en la Real Fábrica de Cristales fascinó a la esposa del rey Felipe y los demás visitantes en su última cita antes de coger el AVE a Madrid. De una joya tecnológica y muy preciada en España, como es la alta velocidad, a las pictóricas. Con doña Letizia al frente de una comitiva muy poco habitual en los andenes de la estación de Atocha, llegaron al Museo Reina Sofía. En uno de los vértices del triángulo del arte de Madrid, que forma junto al Museo del Praso y el Thyssen-Bornemisza, El Guernica fue el fondo perfecto, símbolo de nuestra historia y también alegoría de tantas otras, para el posado, con doña Letizia, pletórica en el centro, junto a los acompañantes de los participantes en la Cumbre.
En perfecto inglés, conversando con todos con familiaridad y mostrando interés por cómo se encontraban. Esta fue la actitud que mostró en todo momento la Reina, cuando sabía que su papel como anfitriona estaba dibujando una visión de España en le mundo. Disfrutaba ella y disfrutaban todos y esa misma sensación se transmitió la última jornada en la visita al Teatro Real, donde tantas veces -la última hace apenas unos días- acude doña Letizia de forma privada a disfrutar de los espectáculos. Era el broche perfecto para una cita histórica que blindó Madrid durante días y también la colocó en las portadas de más de medio mundo.
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