Dorys del Valle, entre el amargo recuerdo de Emilio Disi y su primer striptease en cine

Dorys Del Valle
Gerardo Viercovich

Decenas de comedias, novelas, obras de teatro y películas la constituyeron en una de las actrices más queridas del mundo del espectáculo. Graciosa y ocurrente, Dorys Del Valle desborda energía y sueña con volver a subirse a un escenario cuando la pandemia por el Covid-19 se aplaque un poco. “Tengo ya las dos dosis de la vacuna, pero hay que seguir cuidándose. Íbamos a hacer una obra de teatro, pero me dio miedo subirme a un escenario y todavía no me mentalicé, aunque tengo claro que nada me va a pasar que no me tenga que pasar”, explica la actriz a LA NACION y agrega: “Cuando se empezó a hablar de este virus tuve una corazonada, pensé que iba a ser para largo como una guerra bacteriológica porque sino no entiendo tanto movimiento en el mundo. Todos me decían que era una exagerada”.

-¿Y lo sos?

-Sí, es verdad que lo soy. Exagero en una comedia y hasta para cocinar. Fueron pasando los días y los meses y, como siempre digo, soy obediente porque no me gusta que me reten y acaté todas las órdenes. En un momento, me di cuenta de que estaba desocializada y de a poquito este año volví a ver a mis hijos, Fernanda y Martín (hijos del director Francisco Guerrero), y a mis nietos, Franco y Luciano. Esto es muy largo y me angustia, pero tampoco quiero escuchar que uno dice blanco y otro negro.

-La famosa grieta...

-Sí. Acepto el cambio de opiniones, pero no estoy dispuesta a escuchar agresiones y no me gusta que me levanten el tono de voz. La verdad es que tengo vocación de ser feliz y no de sufrimiento, como dice una amiga mía y yo repito porque es así. Entonces trato de buscar algo que me haga sentir bien y entiendo que cada uno tenga sus ideas y opiniones, pero quiero que las digan de una manera cordial y con mucho cuidado.

-¿Tenés pasatiempos?

-Me gusta mucho pintar, no dibujo pero calco y pinto. Mi madre fue una gran modista y me enseñó coser y me gusta hacer artesanías y reciclar muebles. Hago de todo y también me ilusiono con el programa que me gustaría hacer, sacándole el cuero a los que veo (risas).

Más de lo mismo, con otro decorado

Dorys Del Valle
Gerardo Viercovich


Dorys Del Valle: "No sigo todos los programas, pero estoy al tanto [de lo que pasa] porque sino no podés hablar" (Gerardo Viercovich/)

-¿Ves mucha televisión?

-No sigo todos los programas, pero estoy al tanto porque sino no podés hablar. Siento que volvimos a Doña Petrona C. de Gandulfo, a las preguntas y respuestas de Cacho Fontana, a Lucho Avilés que inventó los programas de mediáticos. Veo que es lo mismo con otro decorado y otra técnica, pero nada nuevo. Hay muchos concursos y yo salí de uno: fui Miss Televisión 1955 y me coronó Isabel Sarli. Entonces tenías que saber cantar, bailar y actuar y yo venía del Lavardén y del Teatro Colón y mis compañeras de la época eran Marilina Ross, Graciela Borges, Fernanda Mistral y también Augusto Fernándes. El otro día encontré unos papeles y eran notas de unos programas que ni me acordaba que hice, como por ejemplo uno muy gracioso en Canal 7 que se llamaba 7 orticón 7, con ‘Pablo Del Río y la vedette Dorys Del Valle’, decía. Me llamaban vedette porque bailaba. El primer teatro que pisé fue el Colón y tendría 7 años, con una comedia musical de Alfonsina Storni.

-¿Pudiste ver Súper Súper, que conduce José María Listorti en elnueve? Se parece tanto a Sume y lleve, que condujiste con Disi en el ’87, que el productor Eduardo Metzger va a iniciar un juicio.

-Lo hicimos toda una temporada y muchos de los juegos los inventaba Víctor Sueiro. Fue un exitazo, competíamos con Susana Giménez y ganábamos. Me acuerdo que en el canal decían ‘volteamos a Susana’ y me ponía mal porque no quería voltear a nadie sino estar bien yo. Lo auspiciaba el Hogar Obrero, me acuerdo. Vi muy poco este programa de Listorti, la verdad.

-¿Te gusta el recorrido que hiciste o cambiarías algo?

-Desde los 14 que me pago el bife (risas) y si miro hacia atrás digo: ‘Ay Dorys, qué poco saliste, qué poco fuiste a bailar, qué pocos novios tuviste y cuánto trabajaste. Crecí en una casa de mujeres muy trabajadoras y así me criaron. Mi mamá y mi abuela eran exiliadas políticas (de la Italia de Benito Mussolini) y trabajaron muchísimo toda su vida porque había que mantener esa casa.

-¿Fantaseaste con retirarte alguna vez?

-Jamás y hasta el día de hoy tengo propuestas. Lo último que hice fue Acaloradas, de José María Muscari, y Mujeres de cenizas, con la producción de Aldo Funes, y quiero destacar que fue el único productor que yo conozco, que siguió pagando los sueldos en pandemia. Eso no es común. Mi vida era la familia con el trabajo o el trabajo con la familia. Cuando iba a hacer temporada a Mar del Plata, por ejemplo, viajaba con toda la familia, hasta con mi abuela.

No acepto

Dorys Del Valle
Gerardo Viercovich


Sobre su relación con Emilio Disi: "Debería haberme casado porque legalizar el vínculo sirve mucho para la parte económica" (Gerardo Viercovich/)

-¿Fue la época en que estuviste casada con Emilio Disi?

-Yo nunca me casé.

-¿Por qué?

-Porque cuando escuchaba eso de prometer ser fiel para toda la vida... pensaba que no sabía si lo iba a poder sostener. Nunca me pasó, pero no lo descartemos (risas). Reconozco que hice mal y debería haberme casado porque legalizar el vínculo sirve mucho para la parte económica. Hay una protección para ambos en la pareja, que yo nunca tuve.

-¿Y saliste perdiendo en tus separaciones?

-Muchísimo. Siempre. A lo mejor pensaba que no me iban a hacer una macana y por eso no me casaba. Por otro lado, la vida siempre me ayudó en mi trabajo y mi profesión y pude salir adelante. Nunca me interesó la acumulación de dinero ni las marcas ni tener el coche más caro, pero me lo regalaba la vida porque hacía un espectáculo exitoso y me daban un auto divino; eso me pasó con Los hijos de López, por ejemplo. Creo que la vida me puso muchas cosas de esa manera, en ese entonces era natural y hoy pienso “qué maravilla” y me jacto de que me haya sucedido. No pensaba en la plata sino en estar bien, en mi estilo. Todos me dicen que tengo el placard del mismo color, pero no me pongo ropa de moda sino de mi estilo.

-¿Qué colores predominan en tu placard?

-Blanco, negro y la gama de los arena, y quizá algún rojo, pero me pongo colores con chalinas y bijouterie, me adorno como un árbol de Navidad.

-Si te mirás al espejo, ¿te gustás o te castigás?

-No soy coqueta pero sí muy estética y quiero que el pelo esté bien, que el flequillo esté parejito, que el rubor no sea mucho. Quizá pueda llamarse coquetería, no lo sé. Lo mismo que hago con mi pelo lo hago con mi casa y si me corrés el platito voy y lo acomodo otra vez. No me castigo porque no tengo tolerancia al sufrimiento. Claro que no tengo el cuerpo de los 20 o 30 años cuando hice un striptease en la película Extraña ternura (1964), pero me acomodo para verme lo mejor posible. La vida te castiga por una cosa u otra, cómo me voy a castigar yo. Si veo que hay algo que me hace mal, me voy. Huyo.

-¿Y huiste muchas veces?

-Nunca tuve que ganarme el pan amargo y me he ido de algunos lugares, no por pelea sino que me daba cuenta que no estaba cómoda, pero jamás me fui mal de ningún lugar porque antes de aceptar algo lo estudio y pienso si me voy a adaptar o no. Trabajé con gente maravillosa como Niní Marshall, Dringue Farías, Pepe Arias, Pepe Soriano, Narciso Ibáñez Menta, Ibáñez Serrador. Fui muy afortunada y me di el gusto de hacer de todo porque estudié toda mi vida, me preparé y si hacía teatro seguía con clases también para saber utilizar la voz y que me llegara bien a las tres funciones que teníamos, a veces. Fui bastante prolija con mi vida.

-No fue un final feliz el que tuviste con tu pareja de muchos años, Emilio Disi, ¿cómo era trabajar juntos?

-Fueron trabajos muy buenos, elaborados, pensados y sostenidos. Ese dúo se complementaba bien aunque yo era la parte más exigente. Stress duró cuatro años y medio y quedó muy grabado en la memoria de la gente. Pero de Disi no quiero ni hablar, pasó hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo.

-¿Tenés proyectos entre manos?

-Sí, tengo para hacer teatro. Me gusta mucho la televisión también, pero hay tan poca ficción. No me molesta que haya novelas extranjeras, lo que me molesta es que no haya en competencia nada nacional. No se pone plata en la cultura y sin embargo es tan importante. Siempre digo que tenemos que lograr, por ley, una cuota de pantalla para la ficción porque no solo somos los actores sino también los cantantes, bailarines, coreógrafos, directores, autores y técnicos. Necesitamos una ley para proteger la ficción nacional y así los canales tendrían la obligación de hacer ficción. La Ley de Medios habla de contenidos y ficción, pero no especifica cantidades y, en realidad, hacen algo de contenido, una ficción y sienten que cumplen. Además tampoco se cumple tanto esa ley, de todos modos.

-¿El público todavía te recuerda alguna de tus ficciones?

-Mucha gente todavía me llama por el nombre de mis personajes y me gusta haber quedado en el corazoncito de todos, ahí sí soy un poco soberbia. Hace dos años me internaron por un pico de presión, yo no tengo presión pero cuando me enojo me sube, y tuve un problema con un productor que no pagaba, me internaron y me dejaron adentro toda Semana Santa. Era muy gracioso porque un enfermero me decía ‘Berutti’ como el personaje de Los hijos de López. O me llaman ‘Odile’, como la mala de Rolando Rivas taxista, o ‘Dodo’ como el de Stress, que ni me acordaba su nombre.