Los otros Duarte: el reverso del mito fundacional de Evita

Los otros Duarte, una síntesis poética de una familia escindida en legítimos e ilegítimos
Los otros Duarte, una síntesis poética de una familia escindida en legítimos e ilegítimos

Autoría: Gastón Quiroga. Elenco: José Manuel Espeche, Guillermo Flores y Cecilia Sgariglia. Escenografía: Ariel Vaccaro. Vestuario: Paula Molina. Luces: Alejandro Le Roux. Música original: Matías Macri. Dirección: Marcelo Velázquez. Duración: 70 minutos. Sala: Teatro del Pueblo, Lavalle 3636. Funciones: sábados, a las 19.30.

¿Cuál es el lado A o el lado B de la vida? ¿Por qué quienes estaban en mejor posición para el protagonismo terminan opacados por los que apenas asomaban al final de la fila? ¿Será la azarosa combinación de datos cruzados justo en la coordenada específica? ¿O la Historia que, a fuego lento, prepara una sorpresa para distraídos, hecha carne en el personaje menos pensado?

Eva Perón integra ese puñado de nombres que alcanzan grosor mítico por ocupar un lugar detonante, un material frondoso para la recreación del origen: queremos volver a verlo para entender de dónde vino, cómo fue posible.

“Nunca imaginamos que desde aquella tarde de verano en la que velamos a papá, los Duarte ilegítimos, los bastardos, como solía llamarlos mi hermana, se convertirían en protagonistas absolutos de nuestras vidas”, dice Chichilo, el hermano mayor de los Duarte “legítimos”, nacidos en matrimonio, a diferencia de los “otros”, hijos de la concubina Juana Ibarguren, madre de Evita. “Sin embargo, nuestra buena o mala estrella resolvió que ni los otros Duarte, ni el resto del mundo supiesen nunca nada de nosotros”, agrega, para darnos la llave de entrada a esta historia.

En su segunda temporada, Los otros Duarte, de Gastón Quiroga (obra ganadora del premio Argentores en el concurso “Del texto a la escena 2019″) y con la dirección de Marcelo Velázquez (La pasión según G.H.), recorre el devenir de tres hermanos Duarte “bien nacidos”: Chacha (interpretada por Cecilia Sgariglia), Chichilo (Guillermo Flores) y Cholo (José Manuel Espeche). Si alguien busca corroborarlo en Wikipedia, encontrará que en realidad fueron seis hermanos con sus formales nombres de pila, sin apodos. Como toda ficción, la reconstrucción siempre es síntesis poética, operación que permite plantear libremente una hipótesis, una mirada fresca sobre lo sucedido.

En Los otros Duarte, la iluminación y el fondo de escena negro funcionan como información dramática
En Los otros Duarte, la iluminación y el fondo de escena negro funcionan como información dramática - Créditos: @Lucas Suryano

Organizada en distintos momentos clave, siempre referidos a Evita y su familia (el velorio del padre en 1926, la carrera de actriz, el casamiento con Juan Domingo Perón, la temprana muerte, la proscripción y el regreso y muerte de Perón, en 1974), cada uno cierra con un relato aparte de uno de los intérpretes de cara a la platea, su declaración personal frente a la historia.

Salvo al final, en la última escena, el devenir temporal no está marcado en los cuerpos de estos tres personajes, como si hubieran quedado detenidos en un acontecimiento. Es Chacha la que carga con todo el resentimiento de haberse convertido en “los otros Duarte”, enojada con la historia que se burló de su legitimidad. De algún modo, Chacha y Eva son especulares: parecidas físicamente (lo dice Chichilo), ambas viven marcadas por el trauma del velorio y el recuerdo de sus madres. A su vez, Cholo es quien sobrevuela mejor los cambios y logra acercarse a la familia paterna, mientras que Chichilo sufre su cobardía de espectador: refugiado en el alcohol, es incapaz de encarar lazos con la parte luminosa de los Duarte. Es conmovedor cómo cuenta, en su aparte a público, el día en que se animó a entregar una carta, sin respuesta, a la hermana que moriría tres meses después.

En la actuación recae casi todo. La escenografía es mínima (una mesa, un par de sillas), los espacios se delimitan con cambios de iluminación y el fondo de escena es la pared negra, sin ninguna imagen ni pantalla que puedan funcionar dramáticamente. La información a reponer en los diálogos y en la cita de lo que dicen otros (como la prima Teresita) resulta demasiada extensa y no siempre relevante. Pero de ninguna manera es un problema para estos tres experimentados intérpretes que asumen con enorme compromiso y verdad sus difíciles personajes: seres grises a la sombra de lo que no eligieron, ser los otros al lado de un gigante.