'El amante de Lady Chatterley' y cuando el placer femenino fue llevado a juicio

Emma Corrin como Lady Constance, Jack O'Connell como Oliver Mellors en 'El amante de Lady Chatterley'. Cr. Courtesy of Netflix
Emma Corrin como Lady Constance, Jack O'Connell como Oliver Mellors en 'El amante de Lady Chatterley'. Cr. Courtesy of Netflix

Mientras el cine navideño comienza a colmar el ranking de lo más popular de Netflix, otra película diferente ha conseguido atraer la atención de millones de espectadores. Se trata de El amante de Lady Chatterley, la adaptación de un clásico literario que hace 60 años sonrojó a las autoridades británicas por la descripción sexual y explícita de la relación entre una aristócrata casada y el guardabosque de su marido. Su publicación desafió a una ley inglesa arcaica para una época de cambios a nivel mundial que prácticamente rozaba la censura con el puritanismo social como excusa. El libro fue acusado de obsceno y la editorial fue llevada a juicio, derivando en un veredicto que cambió la historia.

La película protagonizada por Emma Corrin y Jack O’Connell se estrenó el 2 de diciembre y en apenas tres días logró coronarse como una de las tres películas más vistas del servicio con 20 millones de horas visionadas. Y solo por detrás de El diario de Noel y The Swimmers que suman unas 27 millones de horas cada una, pero cuando ambas producciones tienen más días en su haber al llevar dos semanas en la plataforma. Argentina, Brasil, México, Venezuela, Colombia y España se han rendido a los pies de la historia de empoderamiento espiritual y físico de Lady Chatterley a través del amor, al igual que los países que hace algunas décadas prohibieron su publicación, como Reino Unido, India, Australia, Canadá, Japón y Estados Unidos.

En esta historia escrita originalmente en 1928 por D. H. Lawrence conocemos a Connie (Emma Corrin) y Clifford (Matthew Duckett), una pareja de enamorados que acaban de contraer matrimonio. Sin embargo, la embriaguez romántica que viven se interrumpe cuando el marido vuelve de la guerra inválido de la cintura hacia abajo. Connie pasa de ser esposa feliz a cuidadora a tiempo completo de un hombre que no vela por sus necesidades, sino que se centra en su único interés como escritor, mientras controla y asfixia a su esposa a través de imposiciones que sirven como reflejo del único poder que parece tener desde su silla de ruedas. Así, Connie busca refugio en la naturaleza que le rodea, escapando de una depresión acechante a través de los brazos dispuestos de Oliver Mellors (Jack O’Connell), el guardabosques de su mansión.

En el libro se plasmaban diferentes temáticas como la diferencia de clases sociales entre los protagonistas, la industrialización, la insatisfacción sexual y el renacer individual a través de la conexión del cuerpo y la mente entre dos amantes. Todo esto con la narración explícita de escenas sexuales y el uso de palabras de connotación sexual consideradas obscenas en inglés. Su primera publicación tuvo lugar en Italia en 1928 de manera privada y un año después en Francia. Fue la última novela de Lawrence, quien murió en 1930.

Con el tiempo comenzaron a circular copias piratas hasta que la editorial Penguin Books intentó publicarla en 1960 en Inglaterra como un acto de rebeldía contra la Ley de publicaciones obscenas de 1959 que, en pocas palabras, pretendía diferenciar legalmente lo obsceno que podía “corromper a las personas” y lo que era una obra de interés cultural.

Jack O'Connell como Oliver, Emma Corrin como Lady Constance en 'El amante de Lady Chatterley'. Cr. Parisa Taghizadeh/Netflix © 2022.
Jack O'Connell como Oliver, Emma Corrin como Lady Constance en 'El amante de Lady Chatterley'. Cr. Parisa Taghizadeh/Netflix © 2022.

El juicio contra la editorial comenzó en octubre de 1960 con una apertura claramente sexista del abogado de la acusación, Mervyn Griffith-Jones, que pasó a la historia. "¿Aprobarían que sus hijos pequeños, hijas pequeñas, porque las niñas pueden leer tan bien como los niños, lean este libro?” preguntó al jurado. “¿Es un libro que tendrías tirado en tu propia casa? ¿Es un libro que incluso desearías que tu esposa o tus sirvientes leyeran?” El pleito duró seis días y tras la declaración de decenas de testigos, el jurado tardó tres horas en llegar al veredicto: la novela no era obscena.

Penguin Books enseguida sacó provecho a la victoria y un mes más tarde publicaba la novela en Reino Unido, vendiendo 200.000 copias en el primer día y tres millones más a continuación. El éxito del juicio y las ventas abrió aires de libertad para las publicaciones literarias de contenido erótico y explícito, dando paso a una revolución sexual en el plano cultural que marcó tendencia, generó conversación y amplió los horizontes sociales en torno a lo tabú en Inglaterra. Desde entonces, la novela fue adaptada unas diez veces y ha sido mencionada en canciones (‘Smut’ de Tom Lehrer), poemas (‘Annus Mirabilis’ de Philip Larkin) y películas (como la secuencia que da color al personaje en blanco y negro de Reese Witherspoon en Pleasantville como reflejo de su despertar maduro y sexual mientras lee el libro).

Por aquel entonces la excusa legal para acusar al libro de obscenidad era el uso de palabras como ‘fuck’, la relación entre una mujer aristócrata con un obrero de clase baja y la narración explícita de momentos sexuales como, por ejemplo, el sexo anal. Sin embargo, cuando observas en profundidad las temáticas generales de la novela con una mirada moderna, terminas descubriendo una historia avanzada a su era que hablaba del deseo sexual femenino. Porque Lady Chatterley es una mujer insatisfecha en su relación de pareja, cuidando de un hombre que no reconocía sus necesidades personales, tanto intelectuales como sexuales, físicas y emocionales. Sus carencias no se reducían al plano sexual, sino que estamos ante una mujer que comenzaba a vivir el despertar de sus deseos, su cuerpo e individualidad espiritual dentro de una relación libre con Mellors. No se trataba de una mera historia de infidelidad, sino de una de las primeras obras que hablaban del deseo sexual femenino, empoderándolo, dándole lugar en una sociedad repleta de tabús. Connie disfrutaba del acto con su amante pero, también, del despertar emocional que la conexión producía en los dos. Por eso, en mi opinión, aquel juicio de 1960 no solo nos habla de un intento de acallar el erotismo literario sino de poner piedras sobre el reconocimiento del apetito sexual femenino, su satisfacción y validez.

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Creo que El amante de Lady Chatterley de Netflix es preciosa. Si bien esta versión deja a un lado muchos de los temas y descripciones específicas que hacía la novela de D.H. Lawrence (y que tiene a algunos lectores fieles del libro un poco enfadados), acierta en la mirada que aporta. Porque es imposible que esta historia hoy pueda impactar con la explicitud sexual que la caracterizó en 1960. Digamos que después de Instinto básico, Cincuenta sombras de Grey y tantas películas eróticas, además de la existencia del cine pornográfico y la liberación cultural que el mundo vive desde hace décadas, haría falta algo realmente polémico como para que hoy una historia de amor tórrida entre una mujer de clase alta y su empleado nos escandalice.

Por eso, que la directora Laure de Clermont-Tonnerre se centre en el descubrimiento del placer y el empoderamiento de una relación a través de la conexión física, romántica y espiritual de los personajes, me parece la mejor manera de devolver este clásico a nuestras vidas. Porque a pesar de las carencias de algunas temáticas, así como la ausencia de la lujuria que caracterizaba a los personajes en el libro, la película consigue dar la vuelta a su propósito al darle más resonancia emocional que meramente sexual atando ambas visiones en una.

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