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Lo que 'El ángel de la muerte' de Netflix no cuenta sobre los motivos del enfermero asesino

Eddie Redmayne como Charlie Cullen y Jessica Chastain como Amy Loughren en 'El Ángel de la Muerte'. Cr. JoJo Whilden / Netflix
Eddie Redmayne como Charlie Cullen y Jessica Chastain como Amy Loughren en 'El Ángel de la Muerte'. Cr. JoJo Whilden / Netflix

Las historias de los asesinos en serie tienen la capacidad de helarnos la sangre pero también de despertar nuestra curiosidad más primitiva al querer comprender, o conocer, qué los motiva. De ahí que series como Mindhunter nos cautivaran tanto y que la crónica negra esté viviendo su época de mayor auge gracias al acceso global que aportan las plataformas streaming. Ahora, después del éxito de Dahmer, Vigilante y el gran acierto que fue una película como El extraño, Netflix continua su liderazgo como servidor de true crime añadiendo otra historia espeluznante a su catálogo a través de El ángel de la muerte.

Sin embargo, la película protagonizada por Jessica Chastain y Eddie Redmayne sobre un enfermero de Nueva Jersey que habría asesinado a cerca de 400 pacientes entre 1988 y 2003, omite uno de los detalles esenciales del género. Y es que al concluir la historia resulta inevitable no sentir cierta decepción al quedarnos con la duda a la gran pregunta: ¿por qué lo hizo? No obstante, existen detalles del caso que la película no incluye y que sí vierten cierta luz sobre la psique de este asesino.

Pero vayamos por el principio. Charles Cullen trabajó como enfermero durante 16 años pero actualmente cumple 18 condenas perpetuas consecutivas tras asesinar a 29 pacientes confirmados, aunque los expertos estiman que la cifra ascendería a 400. Su caso resulta espeluznante al tratarse de un trabajador del servicio sanitario, una figura esencial a la hora de necesitar ayuda o salvar nuestras vidas, que aprovechó la libertad de la burocracia hospitalaria para inyectar insulina y drogas domo Digoxin en bolsas de suero, provocando sobredosis en pacientes.

No obstante, El ángel de la muerte posa su mirada sobre la investigación policial, lanza una crítica directa al corazón de la burocracia hospitalaria y la relación que Cullen entabló con otra enfermera (Jessica Chastain), quien asistió a los investigadores tras descubrir los actos macabros de su amigo y compañero. De esta manera, la película observa el caso desde el ángulo de Amy, dando protagonismo a esta madre soltera, sobrecargada y enferma con una cardiopatía, así como el heroísmo de una persona de la calle que arriesgó su salud y empleo para desenmascarar al asesino. Jessica Chastain hace un trabajo exquisito contagiándonos su cansancio, sin dramatizar la valentía de su personaje sino dotándola de una naturalidad que la convierten en el corazón de la historia. Mientras Eddie Redmayne se mete de lleno en la piel de Cullen manteniendo un halo de misterio y sospecha que lo convierten en una figura gris desde el principio. Desde su forma de caminar, alardear de sus problemas y hasta su amabilidad contagian dudas, haciendo que la exposición de sus crímenes ante la policía estalle en una las secuencias más viscerales del género reciente.

Eddie Redmayne como Charlie Cullen en 'El Ángel de la Muerte'. Cr. JoJo Whilden / Netflix
Eddie Redmayne como Charlie Cullen en 'El Ángel de la Muerte'. Cr. JoJo Whilden / Netflix

Con esta estrategia narrativa, la película evita exprimir el sufrimiento de las víctimas (ninguna de las muertes que aparecen en el filme están basadas en una víctima concreta), sus familiares o caer en el peligroso pozo de elevar los crímenes a un terreno ventajoso. Al contrario, aporta una versión crítica y analítica que sirve más como dardo contra el sistema legal sanitario estadounidense por dar vía libre a Cullen durante años, que como la historia de un asesino en serie. Muy similar a lo que hizo Dr. Death, la (interesantísima) serie de StarzPlay sobre el cirujano Christopher Duntsch (interpretado por Joshua Jackson) que cometió verdaderas atrocidades a sus pacientes mientras saltaba de hospital en hospital (como hizo Charles Cullen), gracias a que los centros presuntamente se libraban de él sin hacerle pagar consecuencias y así, se evitaban problemas legales internos.

De esta manera, al centrar la narrativa lejos de la búsqueda de explicaciones, la película contagia la sensación de estar ante una historia inconclusa. Mas aun cuando uno de los rótulos finales asegura que el enfermero “nunca explicó por qué lo hizo”, haciendo que sea inevitable sentir la necesidad de salir en busca de más información. Y fue así, buscando, que encontré que Charles Cullen sí dio algunas explicaciones.

La película se basa en un libro homónimo escrito por Charles Graeber y publicado en 2013 donde el autor explica que sí había dado algunos motivos tras sus actos. Por ejemplo, según el resumen detallado por Wikipedia, dijo que había administrado sobredosis a los pacientes para evitar que sufrieran un paro cardíaco o respiratorio y los incluyeran en una emergencia de Código Azul. Básicamente porque dijo a los detectives que no soportaba ser testigo o escuchar los intentos de reanimación para salvar una vida.

Estos detalles aparecen en la película a través de algunas secuencias. En concreto, escenas que lo vemos observando sus crímenes a la distancia o en el inicio, cuando la cinta comienza mostrando a un Cullen joven siendo empujado a un lado por un equipo médico durante una situación de emergencia sobre un paciente. Más tarde, encontramos la relación cuando le cuenta a Amy que su madre murió en un hospital, donde perdieron su cuerpo y la dejaron desnuda y olvidada. Como dando a entender que, quizás, exista cierta sed de venganza contra los hospitales que está relacionada con sus asesinatos. Sin embargo, en la realidad, la madre de Cullen murió en un accidente de coche cuando él tenía 17 años. Una situación que resultó aún más devastadora porque el hospital tardó en notificarlo y cremaron su cuerpo sin preguntarle (Slate).

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Pero eso no es todo, en el libro también se explica que Cullen habría declarado haber provocado sobredosis a los pacientes para poder terminar con su sufrimiento y evitar que el personal del hospital los deshumanizara. Esto mismo repitió en una entrevista a 60 Minutes (vía News.com.au). "Pensé que la gente ya no estaba sufriendo. Así que, en cierto sentido, pensé que los estaba ayudando". "No hay justificación para lo que hice. Solo creo que lo único que puedo decir es que me sentí abrumado en ese momento”. Y si bien expresó remordimiento por sus crímenes, luego agregó: "No sé si me hubiera detenido".

De todos modos es probable que la película optara por no incluir todos estos detalles para mantener su intención narrativa y, de paso, evitar dar más explicaciones. Después de todo los motivos que habría dado el asesino no se sostienen, dado que no todos los pacientes asesinados estaban en estado terminal ni tampoco está claro si los seleccionaba o si las victimas eran al azar.

No obstante, conocer estos detalles nos permiten tener una visión más amplia de un asesino que no se quedó únicamente gritando a la policía que “no podía” explicar lo que había hecho, ni guardando silencio aceptando su condena. Sino que estamos ante un asesino que intentó dar explicaciones sin pies ni cabeza, quizás con la intención de conseguir algún tipo de comprensión o crearse una excusa para escudar sus crímenes.

Además, existe un detalle que la película no explica y es que durante dos de los juicios (en 2004 y 2006) desafió a los jueces repitiendo y gritando ‘Su señoría, debe renunciar’. En el segundo, dijo sentirse molesto con un comentario que el juez había declarado a un periódico al decir que se inclinaba hacia obligar a Cullen a que se presentara el día de la sentencia. El asesino pasó media hora gritando y repitiendo la frase hasta que el juez ordenó que fuera inmovilizado y amordazado. Es más, el familiar de una víctima tuvo que alzar la voz para que pudieran oírlo entre los gritos de Cullen (NBC).

Todo esto nos crea una imagen inmadura e incapaz de tomar en serio los procedimientos contra sus actos, lejos del final de la película con un asesino que simplemente confiesa y acepta su condena. Además de la falta de respeto contra esas víctimas y familias que dañó con sus crímenes.

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