El curioso origen de los tacones, una prenda masculina que ha terminado siendo femenina

La publicidad y la moda han elevado a los tacones como la quintaesencia de las esencias femeninas. Pero este recurso estético tuvo unos orígenes muy diferentes.

Las mujeres hoy en día se ponen tacones para ir a trabajar, para salir de fiesta, para una ocasión especial… Las que los usan los utilizan porque consideran que su figura se ve favorecida por ellos. Pero hace 200 años su utilidad era bien diferente.

Hace varios siglos, ni siquiera los llevaban las mujeres. Era un invento exclusivo para hombres. Los primeros tacones están fechados en el siglo X, cuando los jinetes persas los llevaban para que sus pies entraran en los estribos de manera adecuada.

No fue hasta bastantes años después que esta moda llegó a Europa. Y a pesar de que en las películas de época se va a los hombres de la Ilustración vistiendo zapatos de tacón, los primeros llevarlos en el Viejo Continente no fueron ellos, sino que también fueron los jinetes y los vaqueros. Y lo hicieron en el siglo XVII.

Así que el origen de este complemento no tenían nada que ver con la estética, sino con la función. Y se popularizaron en un sector absolutamente masculino, como fue en el ejército. En una época en la que prácticamente no había naciones en paz en Europa, los soldados que montaban a caballo siempre llevaban puestos sus tacones, que les permitían una mejor sujeción, les permitían espolear a sus animales para que fueran más rápidos, o incluso les servían como arma en caso de lucha cuerpo a cuerpo.

Pero cien años después, las mujeres adoptaron los tacones y no los soltaron hasta la actualidad. Según Elizabeth Semmelhack, directora de exposiciones del Museo de los Zapatos de Toronto (Canadá), las féminas adoptaron la moda de la misma forma que siglos después se empezaron a poner prendas masculinas como las camisas de cuadros o los vaqueros.

En un primer momento, los tacones se popularizaron no porque hicieran las piernas más largas o las tonificaran, sino porque hacían los pies más pequeños, un rasgo muy deseable para la época. Semmelhack explica en today.com que “Los ideales de belleza cambiaron, y uno de ellos era que las mujeres bellas debían de tener los pies pequeños. Las piernas daban igual, porque no se veían: siempre estaban cubiertas por las faldas”.

Los primeros tacones eran muy rústicos: estaban hechos de madera y eran bastante anchos, para que no se rompieran. No fue hasta la década de los 50 del siglo XX cuando los zapateros empezaron a usar otros materiales más resistentes, como el acero, y a haceros más finos. “Fue entonces cuando nacieron los famosos stiletto, tacones tan finos como una aguja”. Y así es como un complemento puramente masculino y de trabajo se convirtió en uno de los objetos de moda femeninos más reconocibles.